/ lunes 13 de agosto de 2018

Tiempos de Democracia

Negociador hábil, predicador moralista y hombre de Estado, tres rostros de un mismo presidente

  • Jugó con inversionistas y contratistas del nuevo aeropuerto y acabó diciéndoles que el tema irá… ¡a consulta popular!
  • Error, perdonar feminicidas y secuestradores; la pacificación no implica hacer tabla rasa con todo tipo de delincuentes
  • Está en su mano, eso sí, hacer realidad su promesa de no inmiscuir al Ejecutivo en las decisiones del Poder Judicial


Con pocas horas de diferencia, Andrés Manuel nos dejó ver tres distintas facetas de su personalidad. Mostró una para cada auditorio que lo escuchó. Así, fue uno con los ingenieros civiles de México; otro, en Ciudad Juárez, con los familiares de las víctimas, y uno tercero, ante los magistrados que sancionaron su victoria electoral. Tres versiones de un mismo López Obrador. Cuando menos en los dos primeros casos enfrentó grupos que no precisamente han coincidido con sus planteamientos. Y pese a no ceder en ninguno logró, si no persuadirlos, sí los convenció de sus buenas intenciones y de la necesidad de preservar los canales de comunicación que permitan el entendimiento. En el tercero, ya como Presidente Electo, se advirtió la dimensión que como estadista puede alcanzar… si la realidad confirma los propósitos que enuncia.


A CONSULTA EL AICM… ¡Y LOS INGENIEROS LE APLAUDEN!

Comienzo con la reunión a que lo invitaron los ingenieros. Con ellos mantuvo el más ríspido de los disensos durante la campaña. La causa: la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México conforme al proyecto del afamado arquitecto británico Norman Foster. Por meses sostuvo su postura de desecharlo, alegando que bastaba con construir dos pistas en el aeródromo militar de Santa Lucía con las que -decía y dice todavía- se resolvería el problema a un costo infinitamente inferior. No obstante las presiones de diversos sectores -entre ellos del consorcio encabezado por Carlos Slim-, y de los 80 mil millones de pesos ya invertidos por el gobierno de Peña Nieto, López Obrador insistía en su idea original. A financieros, inversionistas y contratistas involucrados en las obras se les paró el pulso de la zozobra y el susto.


EL ARTE DE CONVERTIR LANZAS EN CAÑAS

Al estar muy adelante en las encuestas electorales, y por tanto al dar por descontado su triunfo, el tabasqueño se hizo dueño de la situación y empezó a flexibilizar su posición. Habló de posibles fórmulas para concesionar la construcción y negociar sus ulteriores beneficios. Y ya ganador de la elección, accedió a reunirse con los interesados y los acabó comprometiendo a ayudarlo a revisar el proyecto y las opciones de financiamiento. Les hizo reír y los manejó cual dóciles escolapios a los que les pidió que levantaran la mano en su apoyo. Y lo consiguió a pesar de haberles reiterado que el dictamen… ¡de todas maneras se someterá a consulta popular! Un auténtico encantador de serpientes.


LO DE JUÁREZ… FUE OTRA COSA

Más difícil y de gran intensidad dramática fue la reunión en Juárez. En un auditorio cerrado y con los familiares de las víctimas en las primeras filas dispuestos a hacerse oír, López Obrador recurrió a la catequesis. Es tiempo de unidad y reconciliación, empezó diciendo ante un obispo católico, un pastor evangelista y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La campaña -dijo- quedó atrás y en adelante todos deben asumir como norma el respeto y la tolerancia, apartados de cualquier forma de sectarismo. Empero, su tesis “perdón sí, olvido no”, chocó con la exigencia de quienes han padecido la desgracia en su familia que a coro gritaban el lema contrario: “ni perdón ni olvido”. Acudió entonces a su repertorio bíblico, repudió la Ley del Talión, y afirmó enfáticamente que “el mal no se combate con el mal”. Y ni así.


SIN CASTIGO NO HAY JUSTICIA…

Ni hablando de la Cuarta Transformación y del Cambio Verdadero pudo aplacar los reclamos de los dolientes para que a los asesinos se les aplique la ley. Citó la sentencia de inspiración juarista “la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”, sin percatarse que se contradecía. El perdón -concepto de inspiración religiosa- deja al homicida impune, y la impunidad no hace sino abonar el terrenal reino de la injusticia. Una máxima pétrea en criminología es que “sin castigo no hay disuasión”… y el crimen se multiplica. López Obrador comprobó que el clima de la reunión no se prestaba para abstracciones de naturaleza espiritual. Pulsó entonces la cuerda libertaria -¡La Patria es Primero!- y la solidaria -¡Por el bien de todos, primero los pobres!-, también sin éxito. Y hacia el final de su locución, acabó pidiendo confianza y el beneficio de la duda. Hay temas en los que Andrés Manuel tendrá que matizar sus estrategias. ¿O acaso en Ayotzinapa va a repetir el discurso del perdón?


POR UNA AUTÉNTICA DIVISIÓN DE PODERES

Su tercera faceta la observamos cuando la magistrada presidente del Tribunal Electoral puso en sus manos la constancia que lo acredita como Presidente Electo. No exagero si afirmo que México entero esperaba sus palabras. Y no defraudó. En tan significativa ocasión, López Obrador leyó un discurso elegante y breve, cuyas premisas -de cumplirlas a cabalidad- le conferirán esa calidad de “buen presidente” a la que dice aspirar. Si el Poder Ejecutivo del que va a ser legítimo titular deja de ser el “Poder de Poderes” que hasta ahora ha sido, y renuncia a interferir en las decisiones del Poder Judicial -tal como expresamente ofreció hacerlo a sus representantes presentes en la histórica ceremonia- le habrá hecho un servicio a la Patria invaluable. Este opinador no habría imaginado un mejor cimiento para sobre él edificar esa Cuarta Transformación que pretende hacer realidad. El hombre de Macuspana tiene seis años por delante para probar que habla con la verdad.


ANTENA ESTATAL

NO POR MUCHO MADRUGAR…

“…No voy a ser responsable de la seguridad del estado, pero sí voy a reportar todos los días antes de las seis de la mañana la situación. Para ello me coordinaré con las dependencias federales y estatales del ramo…”. Mal hará la diputada federal electa Lorena Cuéllar Cisneros si pretende un protagonismo anticipado al que no le autoriza una designación cuyos facultades están aún por definirse. Adelantarse a los tiempos lleva al error, y a rectificaciones que minan la credibilidad. No debe pues sobreactuarse, confundirse ni acelerarse; de contradecirse o, peor aún, de usurpar funciones que a otros tocan, puede perder el respaldo de quien le otorgó el nombramiento de Coordinadora Estatal.


LA PAJA EN EL OJO AJENO…

En el restaurante de Apizaco donde desayuno, un día de la pasada semana se me acercó un priista de los llamados de alcurnia al que hace tiempo conozco. Lo animaba el deseo de hacerme un comentario que, aunque imposible de transcribir en su estricta literalidad, me interesa que usted conozca, amable lector. El sentido de su surrealista mensaje fue claro y no corro el riesgo de tergiversar su esencia. Además, había testigos. Con tono de hiriente ironía hacia mi labor periodística, me espetó, palabras más, palabras menos: “…usted, ingeniero, que tanto escribe de democracia, debería advertir el peligro…”. El joven tricolor -uno más entre los muchos damnificados por la tromba lopezobradorista- añadió: “…sin contrapesos, AMLO podrá hacer cualquier cosa…”. Aparentaba preocupación. Lo tranquilice: “…no te inquietes; recuerda que aquí ya vivimos la experiencia, sin ir más lejos el sexenio anterior y, aunque algo maltrecha… ¡Tlaxcala logró sobrevivir!...”.

Negociador hábil, predicador moralista y hombre de Estado, tres rostros de un mismo presidente

  • Jugó con inversionistas y contratistas del nuevo aeropuerto y acabó diciéndoles que el tema irá… ¡a consulta popular!
  • Error, perdonar feminicidas y secuestradores; la pacificación no implica hacer tabla rasa con todo tipo de delincuentes
  • Está en su mano, eso sí, hacer realidad su promesa de no inmiscuir al Ejecutivo en las decisiones del Poder Judicial


Con pocas horas de diferencia, Andrés Manuel nos dejó ver tres distintas facetas de su personalidad. Mostró una para cada auditorio que lo escuchó. Así, fue uno con los ingenieros civiles de México; otro, en Ciudad Juárez, con los familiares de las víctimas, y uno tercero, ante los magistrados que sancionaron su victoria electoral. Tres versiones de un mismo López Obrador. Cuando menos en los dos primeros casos enfrentó grupos que no precisamente han coincidido con sus planteamientos. Y pese a no ceder en ninguno logró, si no persuadirlos, sí los convenció de sus buenas intenciones y de la necesidad de preservar los canales de comunicación que permitan el entendimiento. En el tercero, ya como Presidente Electo, se advirtió la dimensión que como estadista puede alcanzar… si la realidad confirma los propósitos que enuncia.


A CONSULTA EL AICM… ¡Y LOS INGENIEROS LE APLAUDEN!

Comienzo con la reunión a que lo invitaron los ingenieros. Con ellos mantuvo el más ríspido de los disensos durante la campaña. La causa: la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México conforme al proyecto del afamado arquitecto británico Norman Foster. Por meses sostuvo su postura de desecharlo, alegando que bastaba con construir dos pistas en el aeródromo militar de Santa Lucía con las que -decía y dice todavía- se resolvería el problema a un costo infinitamente inferior. No obstante las presiones de diversos sectores -entre ellos del consorcio encabezado por Carlos Slim-, y de los 80 mil millones de pesos ya invertidos por el gobierno de Peña Nieto, López Obrador insistía en su idea original. A financieros, inversionistas y contratistas involucrados en las obras se les paró el pulso de la zozobra y el susto.


EL ARTE DE CONVERTIR LANZAS EN CAÑAS

Al estar muy adelante en las encuestas electorales, y por tanto al dar por descontado su triunfo, el tabasqueño se hizo dueño de la situación y empezó a flexibilizar su posición. Habló de posibles fórmulas para concesionar la construcción y negociar sus ulteriores beneficios. Y ya ganador de la elección, accedió a reunirse con los interesados y los acabó comprometiendo a ayudarlo a revisar el proyecto y las opciones de financiamiento. Les hizo reír y los manejó cual dóciles escolapios a los que les pidió que levantaran la mano en su apoyo. Y lo consiguió a pesar de haberles reiterado que el dictamen… ¡de todas maneras se someterá a consulta popular! Un auténtico encantador de serpientes.


LO DE JUÁREZ… FUE OTRA COSA

Más difícil y de gran intensidad dramática fue la reunión en Juárez. En un auditorio cerrado y con los familiares de las víctimas en las primeras filas dispuestos a hacerse oír, López Obrador recurrió a la catequesis. Es tiempo de unidad y reconciliación, empezó diciendo ante un obispo católico, un pastor evangelista y el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La campaña -dijo- quedó atrás y en adelante todos deben asumir como norma el respeto y la tolerancia, apartados de cualquier forma de sectarismo. Empero, su tesis “perdón sí, olvido no”, chocó con la exigencia de quienes han padecido la desgracia en su familia que a coro gritaban el lema contrario: “ni perdón ni olvido”. Acudió entonces a su repertorio bíblico, repudió la Ley del Talión, y afirmó enfáticamente que “el mal no se combate con el mal”. Y ni así.


SIN CASTIGO NO HAY JUSTICIA…

Ni hablando de la Cuarta Transformación y del Cambio Verdadero pudo aplacar los reclamos de los dolientes para que a los asesinos se les aplique la ley. Citó la sentencia de inspiración juarista “la paz y la tranquilidad son frutos de la justicia”, sin percatarse que se contradecía. El perdón -concepto de inspiración religiosa- deja al homicida impune, y la impunidad no hace sino abonar el terrenal reino de la injusticia. Una máxima pétrea en criminología es que “sin castigo no hay disuasión”… y el crimen se multiplica. López Obrador comprobó que el clima de la reunión no se prestaba para abstracciones de naturaleza espiritual. Pulsó entonces la cuerda libertaria -¡La Patria es Primero!- y la solidaria -¡Por el bien de todos, primero los pobres!-, también sin éxito. Y hacia el final de su locución, acabó pidiendo confianza y el beneficio de la duda. Hay temas en los que Andrés Manuel tendrá que matizar sus estrategias. ¿O acaso en Ayotzinapa va a repetir el discurso del perdón?


POR UNA AUTÉNTICA DIVISIÓN DE PODERES

Su tercera faceta la observamos cuando la magistrada presidente del Tribunal Electoral puso en sus manos la constancia que lo acredita como Presidente Electo. No exagero si afirmo que México entero esperaba sus palabras. Y no defraudó. En tan significativa ocasión, López Obrador leyó un discurso elegante y breve, cuyas premisas -de cumplirlas a cabalidad- le conferirán esa calidad de “buen presidente” a la que dice aspirar. Si el Poder Ejecutivo del que va a ser legítimo titular deja de ser el “Poder de Poderes” que hasta ahora ha sido, y renuncia a interferir en las decisiones del Poder Judicial -tal como expresamente ofreció hacerlo a sus representantes presentes en la histórica ceremonia- le habrá hecho un servicio a la Patria invaluable. Este opinador no habría imaginado un mejor cimiento para sobre él edificar esa Cuarta Transformación que pretende hacer realidad. El hombre de Macuspana tiene seis años por delante para probar que habla con la verdad.


ANTENA ESTATAL

NO POR MUCHO MADRUGAR…

“…No voy a ser responsable de la seguridad del estado, pero sí voy a reportar todos los días antes de las seis de la mañana la situación. Para ello me coordinaré con las dependencias federales y estatales del ramo…”. Mal hará la diputada federal electa Lorena Cuéllar Cisneros si pretende un protagonismo anticipado al que no le autoriza una designación cuyos facultades están aún por definirse. Adelantarse a los tiempos lleva al error, y a rectificaciones que minan la credibilidad. No debe pues sobreactuarse, confundirse ni acelerarse; de contradecirse o, peor aún, de usurpar funciones que a otros tocan, puede perder el respaldo de quien le otorgó el nombramiento de Coordinadora Estatal.


LA PAJA EN EL OJO AJENO…

En el restaurante de Apizaco donde desayuno, un día de la pasada semana se me acercó un priista de los llamados de alcurnia al que hace tiempo conozco. Lo animaba el deseo de hacerme un comentario que, aunque imposible de transcribir en su estricta literalidad, me interesa que usted conozca, amable lector. El sentido de su surrealista mensaje fue claro y no corro el riesgo de tergiversar su esencia. Además, había testigos. Con tono de hiriente ironía hacia mi labor periodística, me espetó, palabras más, palabras menos: “…usted, ingeniero, que tanto escribe de democracia, debería advertir el peligro…”. El joven tricolor -uno más entre los muchos damnificados por la tromba lopezobradorista- añadió: “…sin contrapesos, AMLO podrá hacer cualquier cosa…”. Aparentaba preocupación. Lo tranquilice: “…no te inquietes; recuerda que aquí ya vivimos la experiencia, sin ir más lejos el sexenio anterior y, aunque algo maltrecha… ¡Tlaxcala logró sobrevivir!...”.