/ lunes 25 de marzo de 2019

TIEMPOS DE DEMOCRACIA

Movimientos partidistas de cara al 2021

  • Ante una oposición desarticulada, sin ideas, cuadros ni figuras de relieve, el movimiento morenista posiciona a sus mejores cartas en el escenario político pre electoral de Tlaxcala.

En congruencia con el objetivo nacional de compactar las convocatorias electorales en el país -ajustando cuanto fuera posible su excesiva dispersión-, en la Constitución de Tlaxcala se introdujo un artículo transitorio por el cual el mandato sexenal del Ejecutivo Estatal se redujo -por una sola y única vez- a cuatro años y ocho meses. Merced a ese ajuste, los comicios intermedios de julio del 2021 en los que se renovará la Cámara de Diputados federal se empatarán con los de gobernador, presidentes municipales y diputados locales. La medida tuvo, entre otros efectos, haber puesto en alerta temprana a la clase política del estado, prematuramente nerviosa por el acortamiento del intervalo entre elecciones y la consecuente mayor cercanía del proceso sucesorio. El caso es que varios grupos han empezado a definirse, marcando su territorio y dejándose ver en los medios y ante la ciudadanía. El fenómeno se manifiesta soterradamente en el diezmado PRI y en el desbrujulado PAN, y clara y abiertamente, en el emergente, reivindicador y pujante pero todavía muy desorganizado movimiento lopezobradorista.

La tragedia priísta

Tras la batalla del 1º de julio del 2018, el priísmo -el tlaxcalteca y el nacional- quedó desarbolado, sin mando visible ni adherentes. El desencanto que produjo la monumental derrota que les infligió Morena completó la deserción de una militancia que había iniciado su éxodo semanas antes de aquella cita en las urnas. Lo cierto es que el antiguo partido de la revolución está hoy reducido a poco más que un cascarón vacío que flota al garete en una mar encrespada en la que no supo ni pudo navegar. Los priístas que se fueron buscan ahora ser franquicitarios de la formación victoriosa; los que se quedaron, guardan expectante silencio en espera de señales que ninguno de los viejos capitanes tricolores se atreve a emitir, sabedores de las muchas culpas que pesan sobre sus espaldas. Abandonados por sus guías históricos y sin el respaldo de su difuminado instituto político, los mandatarios estatales que accedieron al poder auspiciados por el peñanietismo -doce en total- no tienen otro remedio que adaptarse a la Cuarta Transformación, la nueva realidad del país que hoy gobierna Andrés Manuel López Obrador.

La crisis del PAN

A raíz de los pobres números que obtuvo en los comicios presidenciales, el panismo también resintió daños considerables en sus estructuras y en su organización. El tropiezo electoral trajo además otro perjuicio aparejado: emergieron las añejas rivalidades entre grupos que disputan el control del partido. Sus diferencias, ventiladas públicamente, resultaron en el ahondamiento de la brecha que los separa. Agravado así el divisionismo interno, la formación azul afronta hoy la crisis con sus cuadros más significados enfrentados, y con personajes sin ninguna relevancia política en el mando nacional y en el estatal. Si a lo anterior se añade la importante mengua que en cantidad y calidad registraron sus contingentes parlamentarios en las cámaras federales -y en los congresos estatales donde hubo elecciones-, hallaremos la explicación del porqué el PAN de la actualidad se advierte desfigurado, sin personalidad, falto de figuras, y sin la fuerza moral que se necesitaría para asumir con solvencia y efectividad el rol de partido opositor de derecha que le correspondería ante el partido políticamente dominante de izquierda.

Valoración realista

En ese contexto es que se han empezado a agitar las aguas pre-electorales en Tlaxcala. En el PRI, el proceso sucesorio se visualiza con el escepticismo propio del atropellado que solo aspira a la sobrevivencia. Empero, es tan seductor el poder que hasta el vapuleado grupo marianista se reúne para -supongo- explorar expectativas de futuro. Mas si el trauma del naufragio de la nave que tripularon no les robó el entendimiento debieran persuadirse que han dejado de ser factor en las decisiones políticas del partido y, por supuesto, en las del estado. Muy diferente es, en cambio, la perspectiva del grupo menista gobernante, el cual, de decidirse a cambiar de baraja y a jugar en concordancia con los tiempos y modos del lopezobradorismo, tiene ante sí alternativas que, prudentemente manejadas, le permitirán: 1) culminar con éxito los programas comprometidos y, 2) llegar sin apremios al final de su mandato. Metas que nada tienen de modestas y sí mucho de realistas, máxime si se considera que a Marco Mena le ha tocado enfrentar en soledad las adversidades políticas derivadas del derrumbe de su partido.

El priísmo, sin estructura ni candidatos viables

En esas condiciones, construir una candidatura tricolor competitiva para el 2021 se antoja misión imposible. Y menos si para armarla se dispone de solo dos años. El desafío, repito, tiene todos los visos de ser insuperable, no solo para Marco Mena, sino para cualquier gobernador que atravesara por circunstancias de similar complejidad. Mas de decidirse a intentarlo, el primer paso sería hallar las piezas restantes de la que fuera sólida armazón partidista; reunirlas no será sencillo, y menos pegar sus fragmentos, tarea para la cual no sirven las palabras, ni el pulque y la saliva del que se valía Tulio Hernández para engatusar a sus paisanos. Rearmar el rompecabezas tricolor requiere de un cemento -el poder- que el PRI ya no tiene; las reservas con que contaba las perdió el pasado 1º de julio. Vendría luego la selección del candidato que, al margen de los valores personales que pudiera atesorar, estaría destinado a ser víctima propiciatoria de una derrota anunciada. Y es que, en el corto plazo de veinticuatro meses, no se prevé que Morena pierda la potencia devastadora que exhibió en Tlaxcala la pasada elección.

El elenco morenista

Donde la agitación pre-electoral si se entiende es en el partido recién llegado a la arena política, precisado como está de airear a sus figuras para que la gente mida sus capacidades y pondere sus virtudes. Tiene pues lógica que Ana Lilia Rivera, la senadora originaria de Calpulalpan, haya aparecido en la escena pública local para que no sea el sigilo y la secrecía de los viejos modos, sino la transparencia de los nuevos, los que faciliten a la ciudadanía conocer a sus representantes. Con la misma idea, es hora ya de que se valore el trabajo serio y responsable de Joel Molina, autor intelectual y material de la notable labor con que, a nivel de tierra, fue construida y operada la logística del arrollador triunfo lopezobradorista en Tlaxcala. Desgastada la imagen de Lorena Cuéllar al punto de la extinción de sus pregonadas aspiraciones a gobernar el estado, la atención de la militancia se centra ahora en Ana Lilia y en Joel, tlaxcaltecas genuinos ambos, curtidos en la lucha social, y únicos responsables de sus propias y ameritadas biografías. Genuinos egresados son los dos de la llamada escuela del esfuerzo.

ANTENA NACIONAL

Las remesas

En un año, los trabajadores mexicanos en USA y Canadá enviaron a sus familias 33 mil 480 millones de dólares. En pesos, la cifra marea: 650 mil millones. En ese número cabe treinta veces el presupuesto de Tlaxcala. ¿Habrá aún quien hable mal de los inmigrantes, sea cual sea su origen y actividad? Su valor y esfuerzo, ¿no merecen reconocimiento de quienes tenemos la fortuna de tener empleo en nuestra propia tierra? Los compatriotas que migran en pos de mejores expectativas se han constituido en el puntal de nuestra economía. Así, de ese tamaño.

Movimientos partidistas de cara al 2021

  • Ante una oposición desarticulada, sin ideas, cuadros ni figuras de relieve, el movimiento morenista posiciona a sus mejores cartas en el escenario político pre electoral de Tlaxcala.

En congruencia con el objetivo nacional de compactar las convocatorias electorales en el país -ajustando cuanto fuera posible su excesiva dispersión-, en la Constitución de Tlaxcala se introdujo un artículo transitorio por el cual el mandato sexenal del Ejecutivo Estatal se redujo -por una sola y única vez- a cuatro años y ocho meses. Merced a ese ajuste, los comicios intermedios de julio del 2021 en los que se renovará la Cámara de Diputados federal se empatarán con los de gobernador, presidentes municipales y diputados locales. La medida tuvo, entre otros efectos, haber puesto en alerta temprana a la clase política del estado, prematuramente nerviosa por el acortamiento del intervalo entre elecciones y la consecuente mayor cercanía del proceso sucesorio. El caso es que varios grupos han empezado a definirse, marcando su territorio y dejándose ver en los medios y ante la ciudadanía. El fenómeno se manifiesta soterradamente en el diezmado PRI y en el desbrujulado PAN, y clara y abiertamente, en el emergente, reivindicador y pujante pero todavía muy desorganizado movimiento lopezobradorista.

La tragedia priísta

Tras la batalla del 1º de julio del 2018, el priísmo -el tlaxcalteca y el nacional- quedó desarbolado, sin mando visible ni adherentes. El desencanto que produjo la monumental derrota que les infligió Morena completó la deserción de una militancia que había iniciado su éxodo semanas antes de aquella cita en las urnas. Lo cierto es que el antiguo partido de la revolución está hoy reducido a poco más que un cascarón vacío que flota al garete en una mar encrespada en la que no supo ni pudo navegar. Los priístas que se fueron buscan ahora ser franquicitarios de la formación victoriosa; los que se quedaron, guardan expectante silencio en espera de señales que ninguno de los viejos capitanes tricolores se atreve a emitir, sabedores de las muchas culpas que pesan sobre sus espaldas. Abandonados por sus guías históricos y sin el respaldo de su difuminado instituto político, los mandatarios estatales que accedieron al poder auspiciados por el peñanietismo -doce en total- no tienen otro remedio que adaptarse a la Cuarta Transformación, la nueva realidad del país que hoy gobierna Andrés Manuel López Obrador.

La crisis del PAN

A raíz de los pobres números que obtuvo en los comicios presidenciales, el panismo también resintió daños considerables en sus estructuras y en su organización. El tropiezo electoral trajo además otro perjuicio aparejado: emergieron las añejas rivalidades entre grupos que disputan el control del partido. Sus diferencias, ventiladas públicamente, resultaron en el ahondamiento de la brecha que los separa. Agravado así el divisionismo interno, la formación azul afronta hoy la crisis con sus cuadros más significados enfrentados, y con personajes sin ninguna relevancia política en el mando nacional y en el estatal. Si a lo anterior se añade la importante mengua que en cantidad y calidad registraron sus contingentes parlamentarios en las cámaras federales -y en los congresos estatales donde hubo elecciones-, hallaremos la explicación del porqué el PAN de la actualidad se advierte desfigurado, sin personalidad, falto de figuras, y sin la fuerza moral que se necesitaría para asumir con solvencia y efectividad el rol de partido opositor de derecha que le correspondería ante el partido políticamente dominante de izquierda.

Valoración realista

En ese contexto es que se han empezado a agitar las aguas pre-electorales en Tlaxcala. En el PRI, el proceso sucesorio se visualiza con el escepticismo propio del atropellado que solo aspira a la sobrevivencia. Empero, es tan seductor el poder que hasta el vapuleado grupo marianista se reúne para -supongo- explorar expectativas de futuro. Mas si el trauma del naufragio de la nave que tripularon no les robó el entendimiento debieran persuadirse que han dejado de ser factor en las decisiones políticas del partido y, por supuesto, en las del estado. Muy diferente es, en cambio, la perspectiva del grupo menista gobernante, el cual, de decidirse a cambiar de baraja y a jugar en concordancia con los tiempos y modos del lopezobradorismo, tiene ante sí alternativas que, prudentemente manejadas, le permitirán: 1) culminar con éxito los programas comprometidos y, 2) llegar sin apremios al final de su mandato. Metas que nada tienen de modestas y sí mucho de realistas, máxime si se considera que a Marco Mena le ha tocado enfrentar en soledad las adversidades políticas derivadas del derrumbe de su partido.

El priísmo, sin estructura ni candidatos viables

En esas condiciones, construir una candidatura tricolor competitiva para el 2021 se antoja misión imposible. Y menos si para armarla se dispone de solo dos años. El desafío, repito, tiene todos los visos de ser insuperable, no solo para Marco Mena, sino para cualquier gobernador que atravesara por circunstancias de similar complejidad. Mas de decidirse a intentarlo, el primer paso sería hallar las piezas restantes de la que fuera sólida armazón partidista; reunirlas no será sencillo, y menos pegar sus fragmentos, tarea para la cual no sirven las palabras, ni el pulque y la saliva del que se valía Tulio Hernández para engatusar a sus paisanos. Rearmar el rompecabezas tricolor requiere de un cemento -el poder- que el PRI ya no tiene; las reservas con que contaba las perdió el pasado 1º de julio. Vendría luego la selección del candidato que, al margen de los valores personales que pudiera atesorar, estaría destinado a ser víctima propiciatoria de una derrota anunciada. Y es que, en el corto plazo de veinticuatro meses, no se prevé que Morena pierda la potencia devastadora que exhibió en Tlaxcala la pasada elección.

El elenco morenista

Donde la agitación pre-electoral si se entiende es en el partido recién llegado a la arena política, precisado como está de airear a sus figuras para que la gente mida sus capacidades y pondere sus virtudes. Tiene pues lógica que Ana Lilia Rivera, la senadora originaria de Calpulalpan, haya aparecido en la escena pública local para que no sea el sigilo y la secrecía de los viejos modos, sino la transparencia de los nuevos, los que faciliten a la ciudadanía conocer a sus representantes. Con la misma idea, es hora ya de que se valore el trabajo serio y responsable de Joel Molina, autor intelectual y material de la notable labor con que, a nivel de tierra, fue construida y operada la logística del arrollador triunfo lopezobradorista en Tlaxcala. Desgastada la imagen de Lorena Cuéllar al punto de la extinción de sus pregonadas aspiraciones a gobernar el estado, la atención de la militancia se centra ahora en Ana Lilia y en Joel, tlaxcaltecas genuinos ambos, curtidos en la lucha social, y únicos responsables de sus propias y ameritadas biografías. Genuinos egresados son los dos de la llamada escuela del esfuerzo.

ANTENA NACIONAL

Las remesas

En un año, los trabajadores mexicanos en USA y Canadá enviaron a sus familias 33 mil 480 millones de dólares. En pesos, la cifra marea: 650 mil millones. En ese número cabe treinta veces el presupuesto de Tlaxcala. ¿Habrá aún quien hable mal de los inmigrantes, sea cual sea su origen y actividad? Su valor y esfuerzo, ¿no merecen reconocimiento de quienes tenemos la fortuna de tener empleo en nuestra propia tierra? Los compatriotas que migran en pos de mejores expectativas se han constituido en el puntal de nuestra economía. Así, de ese tamaño.