/ lunes 27 de abril de 2020

Tiempos de Democracia | Con la crisis en casa…

En la medida que se consiga “aplanar” la curva de los contagios se logrará salvar más vidas. El beneficio, sin embargo, tiene un precio que habrá que pagar: las dificultades económicas se profundizarán y llevará más tiempo y esfuerzo el poder superarlas

Es reconocible que articulistas, líderes de opinión y políticos de toda laya y color partidista hayan por fin entendido el potencial destructivo del Covid-19. Aunque con un retraso que a la postre tendrá un costo, hoy ponderan alarmados en sus respectivos medios los daños que la epidemia ya está causando a la población tlaxcalteca. Lo lamentable es que algunos, para justificar su inicial indiferencia, enfilan ahora sus desacreditadas baterías contra un gobierno, el de Marco Mena, que fue de los primeros en el país en tomar medidas preventivas frente al inminente arribo a la entidad del letal virus. Se trata de desahogos estériles que no deben tomarse en cuenta en estos momentos en que la unidad entre actores sociales es fundamental. Aludo, amigo lector, a quienes en razón de vivir absortos en la grilla pequeña de la aldea no quisieron enterarse de lo que pasaba en otros confines del planeta. Y también me refiero a los que, pese a estar informados, ingenuamente pensaron que el Coronavirus nunca llegaría a estas tierras. Incluyo por último a aquellos que, anulada su capacidad cognitiva por un anacrónico sentido religioso de la inmortalidad y la vida, creyeron que Tlaxcala quedaría a salvo del ataque del patógeno. Por suerte, sociedad y gobierno están finalmente en sintonía, asumiendo cada parte la responsabilidad que le toca. Puntualizado lo anterior, voy a lo que interesa.

El precio de la ignorancia

Siguiendo el razonamiento de Hugo López Gatell, el epidemiólogo a cargo del manejo de la pandemia en México, “aplanar” la curva de los contagios reduce el riesgo de congestionar los hospitales con pacientes en situación crítica y concede al sistema de salud un margen mayor de espacio, equipo, personal y tiempo que le permitirá disminuir los decesos. A ese objetivo orientó la autoridad una intensa campaña de persuasión para que mantuviéramos la sana distancia, nos laváramos las manos frecuente y minuciosamente y, por último, nos quedáramos en casa. Esas prevenciones se constituyeron en la prioridad informática en las primeras fases del plan contra la propagación del virus. Hoy es claro que los municipios cuyos habitantes acataron oportuna y disciplinadamente esas disposiciones acabarán, al final de la pesadilla, registrando menos muertes a las que por desgracia habrán de contabilizarse en aquellas circunscripciones donde fueron ignoradas. Mas todo beneficio, estimado lector, lleva implícito un costo que, en el caso presente -al hacerse más pausado el desarrollo del proceso infeccioso-, provocará que la magnitud de los perjuicios de naturaleza económica crecerán y hará más prolongado y difícil el periodo de recuperación.

De estímulos y créditos a las empresas

Conforme a la premisa de que, para preservar el empleo ha de protegerse la solvencia del empleador, el gobierno de Tlaxcala va a otorgar a los emprendedores diversos incentivos fiscales, como la exención hasta diciembre de la Contribucion por Servicios de Hospedaje y la posposición por tres meses del cobro del Impuesto sobre Nómina, amén del ya divulgado Fondo para la Protección del Empleo de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de 50 millones de pesos. A lo anterior ahora se agregan 275 millones de pesos que en los ocho próximos meses Nacional Financiera pondrá a disposición del sector productivo tlaxcalteca como parte del Programa Emergente de Apoyo a la Economía Estatal que impulsa la administración de Marco Mena. Y luego de que el Banco de México reforzara al sistema financiero con ¡750 mil millones de pesos!, podemos abrigar la certeza de que habrá sobrada suficiencia de créditos para quienes los requieran y que -esto hay que subrayarlo- garanticen su devolución en los plazos que se convengan.

El irresuelto tema de la informalidad

Al que no se ve cómo decidirá el gobierno de Tlaxcala procurarle alivio es al sector informal que, como se sabe, representa más del 60% de la población económicamente activa. Hasta ahora no se ha informado de ninguna medida que prevea ayudas en cuantía suficiente -a fondo perdido, obviamente- para ese enorme contingente ambulante que ejercía diariamente su comercio en la calle y del cual no se tiene censo que lo ubique e identifique. Es a ellos a los que primero golpeó la emergencia y serán -si no es que ya son- los que antes busquen por cualquier medio agenciarse lo esencial para sobrevivir. Esto es es lo que hay que parar sin más dilación, so pena de enfrentar situaciones que no me atrevo ni a describir. El gobierno de Yucatán acaba de adoptar un plan parecido al sugerido en este espacio la pasada semana, al contratar con la banca privada mil 500 millones de pesos que ya está canalizando hacia la gente afectada, a manera de ingreso vital emergente que se mantendrá, en principio, durante los dos próximos meses.

Coadyuvancias necesarias

En el recuento de las fuerzas a convocar como coadyuvantes en la lucha para resistir al Covid-19 deben considerarse las posibles aportaciones al sector salud de la industria textil -confeccionando cubrebocas y vestimentas protectoras de contagio para el personal sanitario-; de los concesionarios del transporte -con unidades para su traslado-; de los hospitales privados -cediendo parte de sus instalaciones-; de los hoteles -abriendo en sus inmuebles espacios para alojar enfermos-, etc. En principio, la colaboración será voluntaria pero, llegado el caso y si la gravedad de la situación lo ameritara, el gobierno cuenta -no se olvide- con la figura de la requisa. En la emergencia… ¡toda ayuda cuenta!

En la medida que se consiga “aplanar” la curva de los contagios se logrará salvar más vidas. El beneficio, sin embargo, tiene un precio que habrá que pagar: las dificultades económicas se profundizarán y llevará más tiempo y esfuerzo el poder superarlas

Es reconocible que articulistas, líderes de opinión y políticos de toda laya y color partidista hayan por fin entendido el potencial destructivo del Covid-19. Aunque con un retraso que a la postre tendrá un costo, hoy ponderan alarmados en sus respectivos medios los daños que la epidemia ya está causando a la población tlaxcalteca. Lo lamentable es que algunos, para justificar su inicial indiferencia, enfilan ahora sus desacreditadas baterías contra un gobierno, el de Marco Mena, que fue de los primeros en el país en tomar medidas preventivas frente al inminente arribo a la entidad del letal virus. Se trata de desahogos estériles que no deben tomarse en cuenta en estos momentos en que la unidad entre actores sociales es fundamental. Aludo, amigo lector, a quienes en razón de vivir absortos en la grilla pequeña de la aldea no quisieron enterarse de lo que pasaba en otros confines del planeta. Y también me refiero a los que, pese a estar informados, ingenuamente pensaron que el Coronavirus nunca llegaría a estas tierras. Incluyo por último a aquellos que, anulada su capacidad cognitiva por un anacrónico sentido religioso de la inmortalidad y la vida, creyeron que Tlaxcala quedaría a salvo del ataque del patógeno. Por suerte, sociedad y gobierno están finalmente en sintonía, asumiendo cada parte la responsabilidad que le toca. Puntualizado lo anterior, voy a lo que interesa.

El precio de la ignorancia

Siguiendo el razonamiento de Hugo López Gatell, el epidemiólogo a cargo del manejo de la pandemia en México, “aplanar” la curva de los contagios reduce el riesgo de congestionar los hospitales con pacientes en situación crítica y concede al sistema de salud un margen mayor de espacio, equipo, personal y tiempo que le permitirá disminuir los decesos. A ese objetivo orientó la autoridad una intensa campaña de persuasión para que mantuviéramos la sana distancia, nos laváramos las manos frecuente y minuciosamente y, por último, nos quedáramos en casa. Esas prevenciones se constituyeron en la prioridad informática en las primeras fases del plan contra la propagación del virus. Hoy es claro que los municipios cuyos habitantes acataron oportuna y disciplinadamente esas disposiciones acabarán, al final de la pesadilla, registrando menos muertes a las que por desgracia habrán de contabilizarse en aquellas circunscripciones donde fueron ignoradas. Mas todo beneficio, estimado lector, lleva implícito un costo que, en el caso presente -al hacerse más pausado el desarrollo del proceso infeccioso-, provocará que la magnitud de los perjuicios de naturaleza económica crecerán y hará más prolongado y difícil el periodo de recuperación.

De estímulos y créditos a las empresas

Conforme a la premisa de que, para preservar el empleo ha de protegerse la solvencia del empleador, el gobierno de Tlaxcala va a otorgar a los emprendedores diversos incentivos fiscales, como la exención hasta diciembre de la Contribucion por Servicios de Hospedaje y la posposición por tres meses del cobro del Impuesto sobre Nómina, amén del ya divulgado Fondo para la Protección del Empleo de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de 50 millones de pesos. A lo anterior ahora se agregan 275 millones de pesos que en los ocho próximos meses Nacional Financiera pondrá a disposición del sector productivo tlaxcalteca como parte del Programa Emergente de Apoyo a la Economía Estatal que impulsa la administración de Marco Mena. Y luego de que el Banco de México reforzara al sistema financiero con ¡750 mil millones de pesos!, podemos abrigar la certeza de que habrá sobrada suficiencia de créditos para quienes los requieran y que -esto hay que subrayarlo- garanticen su devolución en los plazos que se convengan.

El irresuelto tema de la informalidad

Al que no se ve cómo decidirá el gobierno de Tlaxcala procurarle alivio es al sector informal que, como se sabe, representa más del 60% de la población económicamente activa. Hasta ahora no se ha informado de ninguna medida que prevea ayudas en cuantía suficiente -a fondo perdido, obviamente- para ese enorme contingente ambulante que ejercía diariamente su comercio en la calle y del cual no se tiene censo que lo ubique e identifique. Es a ellos a los que primero golpeó la emergencia y serán -si no es que ya son- los que antes busquen por cualquier medio agenciarse lo esencial para sobrevivir. Esto es es lo que hay que parar sin más dilación, so pena de enfrentar situaciones que no me atrevo ni a describir. El gobierno de Yucatán acaba de adoptar un plan parecido al sugerido en este espacio la pasada semana, al contratar con la banca privada mil 500 millones de pesos que ya está canalizando hacia la gente afectada, a manera de ingreso vital emergente que se mantendrá, en principio, durante los dos próximos meses.

Coadyuvancias necesarias

En el recuento de las fuerzas a convocar como coadyuvantes en la lucha para resistir al Covid-19 deben considerarse las posibles aportaciones al sector salud de la industria textil -confeccionando cubrebocas y vestimentas protectoras de contagio para el personal sanitario-; de los concesionarios del transporte -con unidades para su traslado-; de los hospitales privados -cediendo parte de sus instalaciones-; de los hoteles -abriendo en sus inmuebles espacios para alojar enfermos-, etc. En principio, la colaboración será voluntaria pero, llegado el caso y si la gravedad de la situación lo ameritara, el gobierno cuenta -no se olvide- con la figura de la requisa. En la emergencia… ¡toda ayuda cuenta!