/ lunes 9 de marzo de 2020

Tiempos de Democracia | Perspectivas electorales

-7-

  • El rumbo declinante de Morena no hace sino reforzar la tesis de que, en Tlaxcala, un frente opositor unido sería capaz de resistir el avance del amloísmo. En ese escenario, la panista Adriana Dávila podría jugar un papel de importancia

Habrá que leer despacio las encuestas nacionales dadas a conocer en días pasados. Reparemos de entrada en que todas ponen el acento en la tendencia descendente de la popularidad del presidente López Obrador, la cual, pese a traspiés recientes y a las lamentables mañaneras de las últimas semanas, aún se mantiene en torno al 60% merced a la fidelidad inconmovible de sus bases y a la eficacia electorera de las ayudas sociales. Cabe advertir que, entre otros temas, el sondeo de Reforma -confiable por basarse en entrevistas cara a cara y no por la vía indirecta del teléfono- indagó también cómo votaría el electorado si se le hubiera convocado para elegir a una nueva diputación federal. La investigación reveló que Morena alcanzaría un 46 % de aceptación y, atrás, muy atrás, quedarían el PAN y el PRI con un 16% cada uno, en tanto que, a los demás partidos menores juntos, sólo se les reconoce un 15%. Si esos datos los correlacionamos con los procesos estatales que, en 2021, renovarán congresos en 27 entidades, alcaldías en 28 y gubernaturas en 14 -entre ellas Tlaxcala-, tenemos ya una pista que abona a la tesis de que sólo con un frente amplio que incluya a toda la oposición habrá elecciones verdaderamente competidas. Cierto, aún faltan quince meses para la siguiente cita en las urnas y los números van a seguir moviéndose… en uno u otro sentido.

Adriana, de la novatez impetuosa a la veteranía ponderada

Mas retomemos de nuevo el hilo del análisis de quienes aspiran a la nominación panista y, eventualmente, a liderar esa alianza opositora apenas en esbozo. Sin que pueda afirmarse que la aguerrida enjundia que caracterizaba a sus primeras intervenciones públicas sea cosa del pasado, lo cierto es que el quehacer actual de Adriana tiene un punto de madurez y equilibrio del que antes carecía. Lo que su dialéctica ha perdido en arrebato y estridencia lo ha ganado en sensatez y mesura. Por otra parte, y sin entrar a juzgar la procedencia de sus opiniones -de aliento e inspiración netamente conservadoras-, ha de reconocérsele que es la opositora a la Cuarta Transformación que, aquí en Tlaxcala, ha enarbolado de forma más consistente las banderas antilopezobradoristas. La Adriana de hoy, estimado lector, es distinta a la de hace ya cerca de quince años cuando jovencita llegó a la primera división de la política de la mano de Felipe Calderón, el ex presidente que hoy busca estar de vuelta con su nuevo partido México Libre.

Del tutelaje estrecho a su total independencia

Su cercanía con el michoacano le valió una curul federal (2006-2009), su primera candidatura (2010) al gobierno de su estado natal y un escaño senatorial (2012-2018). Sin embargo, el paso del tiempo y los vientos cambiantes de la política, fueron diluyendo su añeja subordinación a la familia Calderón Zavala. El debilitamiento de aquella relación tendió a su fin a partir de la salida de Felipe de Acción Nacional y de la fracasada aventura presidencial de Margarita como candidata independiente. En todo caso, hay que destacar que, tanto la segunda ocasión que aspiró Adriana a gobernar Tlaxcala como su diputación federal actual, fueron distinciones que le hizo su partido -ya bajo el control de Ricardo Anaya y sus allegados-, atendiendo a las medallas conquistadas en sus muchas batallas como representante popular y a su labor tenaz en el ámbito tlaxcalteca a favor del PAN, del que fue factotum durante varios periodos.

La huella de Adriana en la actividad parlamentaria

El paso por la tribuna de Adriana en las cámaras federales no deja a nadie indiferente. La apizaquense sube siempre a decir algo, no a llenar el expediente ni a hacerse la fotografía. Cuando se precisó aclarar posiciones en asuntos de difícil desahogo, lo hizo con decisión y sin que le importara poco ni mucho inoportunar el pastoreo convenenciero de los dirigentes en las cámaras. Todavía se recuerda el episodio en el cual, con la designación como presidenta del Senado pactada a su favor, una conjura de última hora entre el panista Ernesto Cordero y el priísta Emilio Gamboa le arrebató el cargo. Adriana no se quedó callada ante la abyección de su correligionario y, con sobra de razón, aparte de llenarlo de epítetos, rompió políticamente con quien por años fue su amigo y aliado. Finalmente, no ha quitado el dedo del renglón en la lucha contra la trata, delito que particularmente en nuestro estado lleva décadas sin resolverse.

Tras el cobro de viejos adeudos afectivos

La historia invierte a veces los roles en la vida de manera imprevisible. El poderoso panista de ayer -Felipe Calderón- requiere hoy del respaldo de aquella modesta y diligente joven tlaxcalteca -Adriana Dávila- a la que ayudó en su deseo de ser alguien en la política de su estado. El punto es que, para que mantenga su registro el nuevo partido del ex presidente, necesita de por lo menos el 3% de la votación total de las diputaciones federales, techo que en Tlaxcala difícilmente alcanzará sin el apoyo de su antigua pupila. La disyuntiva entre México Libre y el PAN está planteada; si la apizaquense elige apoyar a su tutor de antaño saldaría su compromiso moral al precio de sacrificar sus expectativas políticas inmediatas, quizá las últimas de su carrera. La decisión, de suyo compleja, no le será nada sencilla de tomar.

ANTENA NACIONAL

Este lunes… ¡ninguna mujer se mueve!

Hoy y siempre con ellas. Su postura como colectivo vs. el machismo y a favor de la equidad no puede ser más justa.

-7-

  • El rumbo declinante de Morena no hace sino reforzar la tesis de que, en Tlaxcala, un frente opositor unido sería capaz de resistir el avance del amloísmo. En ese escenario, la panista Adriana Dávila podría jugar un papel de importancia

Habrá que leer despacio las encuestas nacionales dadas a conocer en días pasados. Reparemos de entrada en que todas ponen el acento en la tendencia descendente de la popularidad del presidente López Obrador, la cual, pese a traspiés recientes y a las lamentables mañaneras de las últimas semanas, aún se mantiene en torno al 60% merced a la fidelidad inconmovible de sus bases y a la eficacia electorera de las ayudas sociales. Cabe advertir que, entre otros temas, el sondeo de Reforma -confiable por basarse en entrevistas cara a cara y no por la vía indirecta del teléfono- indagó también cómo votaría el electorado si se le hubiera convocado para elegir a una nueva diputación federal. La investigación reveló que Morena alcanzaría un 46 % de aceptación y, atrás, muy atrás, quedarían el PAN y el PRI con un 16% cada uno, en tanto que, a los demás partidos menores juntos, sólo se les reconoce un 15%. Si esos datos los correlacionamos con los procesos estatales que, en 2021, renovarán congresos en 27 entidades, alcaldías en 28 y gubernaturas en 14 -entre ellas Tlaxcala-, tenemos ya una pista que abona a la tesis de que sólo con un frente amplio que incluya a toda la oposición habrá elecciones verdaderamente competidas. Cierto, aún faltan quince meses para la siguiente cita en las urnas y los números van a seguir moviéndose… en uno u otro sentido.

Adriana, de la novatez impetuosa a la veteranía ponderada

Mas retomemos de nuevo el hilo del análisis de quienes aspiran a la nominación panista y, eventualmente, a liderar esa alianza opositora apenas en esbozo. Sin que pueda afirmarse que la aguerrida enjundia que caracterizaba a sus primeras intervenciones públicas sea cosa del pasado, lo cierto es que el quehacer actual de Adriana tiene un punto de madurez y equilibrio del que antes carecía. Lo que su dialéctica ha perdido en arrebato y estridencia lo ha ganado en sensatez y mesura. Por otra parte, y sin entrar a juzgar la procedencia de sus opiniones -de aliento e inspiración netamente conservadoras-, ha de reconocérsele que es la opositora a la Cuarta Transformación que, aquí en Tlaxcala, ha enarbolado de forma más consistente las banderas antilopezobradoristas. La Adriana de hoy, estimado lector, es distinta a la de hace ya cerca de quince años cuando jovencita llegó a la primera división de la política de la mano de Felipe Calderón, el ex presidente que hoy busca estar de vuelta con su nuevo partido México Libre.

Del tutelaje estrecho a su total independencia

Su cercanía con el michoacano le valió una curul federal (2006-2009), su primera candidatura (2010) al gobierno de su estado natal y un escaño senatorial (2012-2018). Sin embargo, el paso del tiempo y los vientos cambiantes de la política, fueron diluyendo su añeja subordinación a la familia Calderón Zavala. El debilitamiento de aquella relación tendió a su fin a partir de la salida de Felipe de Acción Nacional y de la fracasada aventura presidencial de Margarita como candidata independiente. En todo caso, hay que destacar que, tanto la segunda ocasión que aspiró Adriana a gobernar Tlaxcala como su diputación federal actual, fueron distinciones que le hizo su partido -ya bajo el control de Ricardo Anaya y sus allegados-, atendiendo a las medallas conquistadas en sus muchas batallas como representante popular y a su labor tenaz en el ámbito tlaxcalteca a favor del PAN, del que fue factotum durante varios periodos.

La huella de Adriana en la actividad parlamentaria

El paso por la tribuna de Adriana en las cámaras federales no deja a nadie indiferente. La apizaquense sube siempre a decir algo, no a llenar el expediente ni a hacerse la fotografía. Cuando se precisó aclarar posiciones en asuntos de difícil desahogo, lo hizo con decisión y sin que le importara poco ni mucho inoportunar el pastoreo convenenciero de los dirigentes en las cámaras. Todavía se recuerda el episodio en el cual, con la designación como presidenta del Senado pactada a su favor, una conjura de última hora entre el panista Ernesto Cordero y el priísta Emilio Gamboa le arrebató el cargo. Adriana no se quedó callada ante la abyección de su correligionario y, con sobra de razón, aparte de llenarlo de epítetos, rompió políticamente con quien por años fue su amigo y aliado. Finalmente, no ha quitado el dedo del renglón en la lucha contra la trata, delito que particularmente en nuestro estado lleva décadas sin resolverse.

Tras el cobro de viejos adeudos afectivos

La historia invierte a veces los roles en la vida de manera imprevisible. El poderoso panista de ayer -Felipe Calderón- requiere hoy del respaldo de aquella modesta y diligente joven tlaxcalteca -Adriana Dávila- a la que ayudó en su deseo de ser alguien en la política de su estado. El punto es que, para que mantenga su registro el nuevo partido del ex presidente, necesita de por lo menos el 3% de la votación total de las diputaciones federales, techo que en Tlaxcala difícilmente alcanzará sin el apoyo de su antigua pupila. La disyuntiva entre México Libre y el PAN está planteada; si la apizaquense elige apoyar a su tutor de antaño saldaría su compromiso moral al precio de sacrificar sus expectativas políticas inmediatas, quizá las últimas de su carrera. La decisión, de suyo compleja, no le será nada sencilla de tomar.

ANTENA NACIONAL

Este lunes… ¡ninguna mujer se mueve!

Hoy y siempre con ellas. Su postura como colectivo vs. el machismo y a favor de la equidad no puede ser más justa.