/ lunes 6 de septiembre de 2021

Tiempos de Democracia | Posibilidad por explorar

Sin un candidato potente y unificador y con el PRI sumado a sus filas, la entente de Morena y asociados -PT y Verde- podría forzar legislativamente la prolongación del mandato de López Obrador e incluso hasta su reelección por un periodo adicional.

En su Tercer Informe, López Obrador adelantó su idea de lo que significará para México su gobierno. “…Es tan importante lo logrado -dijo- que podría dejar ahora mismo la Presidencia sin sentirme mal con mi conciencia…”. De su discurso se deduce que las metas de la 4T se han concretado y que “…sería difícil dar marcha atrás a decisiones o acciones que se han tomado en bien del pueblo y la nación…”. No obstante, añadió un par de condicionantes indispensables para “…consumar la obra de transformación…”. La primera alude a que, en la consulta de revocación de mandato prevista para marzo del año próximo, la ciudadanía vote “…porque continúe mi periodo constitucional hasta finales de septiembre de 2024…”. La segunda, en cambio, se refiere a circunstancias providenciales ajenas a la humana voluntad en tanto que dependen de “…lo que diga la naturaleza, la ciencia y el Creador...”. Con vaguedad estudiada, el mandatario mencionó un tema que reiteradamente ronda en su pensamiento: la posibilidad de que algún suceso imprevisto interfiera en el cumplimiento de su misión. Y aventuró, con un cierto aire fatalista, que “…si tengo suerte […] no dejaremos ningún pendiente…” De ser así -concluyó- “…me voy a Palenque y les dejo mi corazón…”.

De las habilidades de un estratega nato

López Obrador no sólo es diestro en fijar la agenda política; es también un maestro en inducir estados de ánimo en la población. Tras haber escuchado o leído lo arriba transcrito relativo al final de su informe, es válido preguntarnos: ¿padece algún mal del que sólo sepa él y sus médicos? ¿existen amenazas específicas contra su persona? ¿o son sólo especulaciones sin fundamento para tensionar el ámbito político? ¿o estamos acaso ante costumbres propias de quienes actúan guiados por sus convicciones religiosas? “…Dios mediante…” o “…si Dios no dispone otra cosa…” son frases que dejan en manos de la Divinidad la suerte del que la invoca. Verdad es, amable lector, que el futuro tiene mucho de impredecible, mas eso no justifica que el presidente de México apele una y otra vez a un mensaje que entrelíneas sugiere a sus seguidores la necesidad de apretar filas a su alrededor para librarlo de acechanzas y para elevar oraciones que lo salven de la enfermedad o de la insidia de sus adversarios, empeñados en ver que su labor en pro de los desfavorecidos se entorpezca o, peor aún, se revierta. En ese juego que mezcla lo político con lo mágico, la certeza con el azar y lo real con lo imaginario, en ese juego, insisto, López Obrador es un verdadero experto.

Mucho camino por andar

En su fuero interno el presidente sabe que no todo está conseguido, que aún le faltan muchas cosas por concretar y que buena parte de lo alcanzado podría ser invalidado. A la legislatura entrante le enviará una iniciativa de reforma que, de ser aprobada, devolvería a la CFE la hegemonía en materia de energía eléctrica; una mas -esta de carácter electoral- con la que pretende reducir el costo de los comicios y eliminar curules de representación proporcional y, por último, otra tercera, que tendría como objeto incorporar la Guardia Nacional a la SEDENA. Con la nueva composición de la Cámara de Diputados no le será sencillo a Morena y sus socios legislativos incorporar a la Constitución esos tres proyectos, dado que sus números por sí solos no le bastan; para tener los necesarios deberá sumar a nuevos aliados, al PRI por ejemplo. Por otra parte, sobre las reformas constitucionales aprobadas el pasado trienio pesan 32 recursos de inconstitucionalidad y 18 controversias pendientes de desahogo en la Suprema Corte. En resumen: si como dice López Obrador “…dejara ahora mismo la Presidencia…”, buena parte de la Transformación quedaría en el aire, sujeta a los vaivenes futuros de una política que, sin él en los mandos del gobierno, acabaría desvaneciéndose.

Alternativa a considerar

La reciente encuesta del diario Reforma que, de cara al 2024, valoró las expectativas de Claudia Scheimbaun, Marcelo Ebrad y Ricardo Monreal, induce a pensar que la sucesión pudiera discurrir por cauces distintos. La distancia entre la aprobación de López Obrador y la de los citados es abismal: mientras que la del presidente ronda el 60%, la de la Jefa de Gobierno de la CDMX es del 26%; la del secretario de Relaciones del 23% y la del líder senatorial de apenas el 9%. No se ve cómo ni de qué forma cualquiera de ellos podría dar continuidad a un proyecto radical de cambio de régimen que lógicamente precisa de un gran apoyo popular, un liderazgo fuerte y muchas leyes nuevas. Si esas cifras no se mueven los siguientes dos años y medio y si “…la naturaleza, la ciencia y el Creador…” no afectan la agudeza y el carisma del fundador del Movimiento de Regeneración Nacional, este opinador no se llamaría a sorpresa si, llegado el momento, el mesías tabasqueño optara por consultar a quien “…tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno…”. Y el pueblo soberano… ¡ya sabemos del lado de quien está!

ANTENA NACIONAL

Con la brújula perdida

La reunión en el Senado entre la bancada blanquiazul y Salvador Abascal, lider del fascistoide partido español Vox, revela que en el desgobernado PAN hay ultras que comulgan con ese credo y militantes desideologizados carentes de principios que acuden donde hay reflectores. Tal es el caso de la senadora tlaxcalteca Minerva Hernández Ramos.

Sin un candidato potente y unificador y con el PRI sumado a sus filas, la entente de Morena y asociados -PT y Verde- podría forzar legislativamente la prolongación del mandato de López Obrador e incluso hasta su reelección por un periodo adicional.

En su Tercer Informe, López Obrador adelantó su idea de lo que significará para México su gobierno. “…Es tan importante lo logrado -dijo- que podría dejar ahora mismo la Presidencia sin sentirme mal con mi conciencia…”. De su discurso se deduce que las metas de la 4T se han concretado y que “…sería difícil dar marcha atrás a decisiones o acciones que se han tomado en bien del pueblo y la nación…”. No obstante, añadió un par de condicionantes indispensables para “…consumar la obra de transformación…”. La primera alude a que, en la consulta de revocación de mandato prevista para marzo del año próximo, la ciudadanía vote “…porque continúe mi periodo constitucional hasta finales de septiembre de 2024…”. La segunda, en cambio, se refiere a circunstancias providenciales ajenas a la humana voluntad en tanto que dependen de “…lo que diga la naturaleza, la ciencia y el Creador...”. Con vaguedad estudiada, el mandatario mencionó un tema que reiteradamente ronda en su pensamiento: la posibilidad de que algún suceso imprevisto interfiera en el cumplimiento de su misión. Y aventuró, con un cierto aire fatalista, que “…si tengo suerte […] no dejaremos ningún pendiente…” De ser así -concluyó- “…me voy a Palenque y les dejo mi corazón…”.

De las habilidades de un estratega nato

López Obrador no sólo es diestro en fijar la agenda política; es también un maestro en inducir estados de ánimo en la población. Tras haber escuchado o leído lo arriba transcrito relativo al final de su informe, es válido preguntarnos: ¿padece algún mal del que sólo sepa él y sus médicos? ¿existen amenazas específicas contra su persona? ¿o son sólo especulaciones sin fundamento para tensionar el ámbito político? ¿o estamos acaso ante costumbres propias de quienes actúan guiados por sus convicciones religiosas? “…Dios mediante…” o “…si Dios no dispone otra cosa…” son frases que dejan en manos de la Divinidad la suerte del que la invoca. Verdad es, amable lector, que el futuro tiene mucho de impredecible, mas eso no justifica que el presidente de México apele una y otra vez a un mensaje que entrelíneas sugiere a sus seguidores la necesidad de apretar filas a su alrededor para librarlo de acechanzas y para elevar oraciones que lo salven de la enfermedad o de la insidia de sus adversarios, empeñados en ver que su labor en pro de los desfavorecidos se entorpezca o, peor aún, se revierta. En ese juego que mezcla lo político con lo mágico, la certeza con el azar y lo real con lo imaginario, en ese juego, insisto, López Obrador es un verdadero experto.

Mucho camino por andar

En su fuero interno el presidente sabe que no todo está conseguido, que aún le faltan muchas cosas por concretar y que buena parte de lo alcanzado podría ser invalidado. A la legislatura entrante le enviará una iniciativa de reforma que, de ser aprobada, devolvería a la CFE la hegemonía en materia de energía eléctrica; una mas -esta de carácter electoral- con la que pretende reducir el costo de los comicios y eliminar curules de representación proporcional y, por último, otra tercera, que tendría como objeto incorporar la Guardia Nacional a la SEDENA. Con la nueva composición de la Cámara de Diputados no le será sencillo a Morena y sus socios legislativos incorporar a la Constitución esos tres proyectos, dado que sus números por sí solos no le bastan; para tener los necesarios deberá sumar a nuevos aliados, al PRI por ejemplo. Por otra parte, sobre las reformas constitucionales aprobadas el pasado trienio pesan 32 recursos de inconstitucionalidad y 18 controversias pendientes de desahogo en la Suprema Corte. En resumen: si como dice López Obrador “…dejara ahora mismo la Presidencia…”, buena parte de la Transformación quedaría en el aire, sujeta a los vaivenes futuros de una política que, sin él en los mandos del gobierno, acabaría desvaneciéndose.

Alternativa a considerar

La reciente encuesta del diario Reforma que, de cara al 2024, valoró las expectativas de Claudia Scheimbaun, Marcelo Ebrad y Ricardo Monreal, induce a pensar que la sucesión pudiera discurrir por cauces distintos. La distancia entre la aprobación de López Obrador y la de los citados es abismal: mientras que la del presidente ronda el 60%, la de la Jefa de Gobierno de la CDMX es del 26%; la del secretario de Relaciones del 23% y la del líder senatorial de apenas el 9%. No se ve cómo ni de qué forma cualquiera de ellos podría dar continuidad a un proyecto radical de cambio de régimen que lógicamente precisa de un gran apoyo popular, un liderazgo fuerte y muchas leyes nuevas. Si esas cifras no se mueven los siguientes dos años y medio y si “…la naturaleza, la ciencia y el Creador…” no afectan la agudeza y el carisma del fundador del Movimiento de Regeneración Nacional, este opinador no se llamaría a sorpresa si, llegado el momento, el mesías tabasqueño optara por consultar a quien “…tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno…”. Y el pueblo soberano… ¡ya sabemos del lado de quien está!

ANTENA NACIONAL

Con la brújula perdida

La reunión en el Senado entre la bancada blanquiazul y Salvador Abascal, lider del fascistoide partido español Vox, revela que en el desgobernado PAN hay ultras que comulgan con ese credo y militantes desideologizados carentes de principios que acuden donde hay reflectores. Tal es el caso de la senadora tlaxcalteca Minerva Hernández Ramos.