/ lunes 16 de diciembre de 2019

Tiempos de Democracia | Tratando de entender…

  • Segunda de dos partes

Allanados los obstáculos legales y ya con un año al mando del gobierno federal, es hora de que la Cuarta Transformación de López Obrador supere el desorden, depure su equipo, afine sus estrategias y empiece a dar beneficios tangibles a la sociedad

La precipitación y las prisas han sido señas distintivas del primer año de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. La acelerada dinámica que ha impreso a sus acciones y a sus pronunciamientos deriva de una percepción que -me permito suponer- él mismo tiene y siente, aunque no la exteriorice por razones obvias. El observador, sin embargo, se percata de: 1) que la grandiosa dimensión de la obra transformadora con que se propone hacer Historia requiere, para su estructuración y necesaria consolidación, de un plazo mayor al de los seis años que establece la Constitución y, 2) que cuando se controla el Congreso y además se tiene influencia decisiva en las determinaciones de la Suprema Corte, las leyes -aún la fundamental de la Nación- pueden cambiarse y ajustarse a sus exigencias específicas, tal y como lo hemos podido constatar a lo largo de este año. Es en este punto donde se plantea ante la ciudadanía -simpatizante o no del amloísmo- una interrogante inquietante debido a que, pese a dichos, juramentos y escritos notariados de renuncia a todo afán reeleccionista, persiste en el ambiente la idea de que no todas las barajas con que juega el presidente están sobre la mesa. En otras y más concretas palabras: no se descarta la posibilidad de que, en un momento dado, ponga en manos del pueblo soberano la decisión de prolongar su mandato. El caso Baja California alecciona al respecto.

Polarización estudiada

Para conservar, fortalecer y mantener unida su amplia mayoría, el método elegido por López Obrador ha sido polarizar a la sociedad, amén, claro, de no dejar bajo ninguna circunstancia de atender los reclamos y necesidades de índole material de sus seguidores. A nadie más que a él le interesa que sus leales estén alertas -en los medios tradicionales y sobre todo en las redes sociales- de cualquier acción que en su perjuicio pudieran emprender los adversarios históricos de su líder y benefactor. Los conservadores, los de la mafia del poder -figuras habituales en sus soflamas mañaneras- son de utilidad para el efecto, convencido como está que la división social da solidez y firmeza a su poder. Alterna la reprimenda con el reconocimiento, en la proporción que juzga pertinente para cada caso, incentivando así una especie de guerra fría permanente que calienta o congela a su conveniencia, picando como abeja o volando como mariposa, conforme a la técnica -permítaseme el simil- que usaba el gran Cassius Clay para confundir a sus rivales. El peligro que algunos advierten en esa estrategia es que el enfrentamiento ideológico devenga eventualmente en confrontación física; de ocurrir -piensan sus críticos- las cosas se le podrían salir de control. Admitiendo que el riesgo existe, lo juzgo improbable; me baso en que el único que puede soltar al tan temido tigre es precisamente AMLO.

Prudencia financiera

Poco a poco se van precisando los contornos de lo que es -o mejor, de lo que habrá de ser- la Cuarta Transformación de López Obrador. Siendo como somos un país sobreendeudado, ha resultado determinante para el equilibrio de los indicadores financieros la rigurosa observancia de la disciplina fiscal de su gobierno, al no gastar más de lo que capta vía impuestos y servicios, condición esta inexcusable para conservar el crédito internacional y evitar sanciones del Banco Mundial, el Fondo Monetario, etc. y, claro, las consabidas agencias calificadoras. Por otra parte, la manera con que el presidente ha tratado los asuntos económicos y políticos de la complicada agenda de México con el todo poderoso vecino estadounidense -para unos demasiado obsecuente, y para otros obligada y sin alternativa posible- rindió ya su primer saldo positivo: la firma del tratado comercial que nos integra -ya sin sobresaltos- a la zona económica más próspera del planeta. Finalmente, tras convencer a los miembros prominentes del sector empresarial que bajo ninguna circunstancia compartirá con ellos el poder político, parece estar próximo el fin de un pulso que a ninguna de las partes convenía. Andrés Manuel demuestra así que se pueden impulsar metas progresistas -o populistas si se quiere- sin dejar de cumplir con las reglas y exigencias de un marco económico global con el que, a querer o no, tenemos que convivir.

  • Andrés Manuel termina el año con un marco legal transformado que se ajusta a sus requerimientos inmediatos. A mediano plazo quizá tenga otros adicionales que no ha explicitado todavía y que, probablemente, demanden más retoques a la Ley Suprema. De momento, los obstáculos que podían entorpecer el cambio verdadero quedaron atrás, gracias a que legisladores afines a su proyecto modificaron más de una treintena de disposiciones constitucionales.

Petróleos Mexicanos

Dicen los que saben de ciencias infusas que los mantras funcionan si tienes una idea bien definida y te centras en ella. Y añaden que “…debes desear realmente tu objetivo…”. Ignorante de los secretos del esoterismo y, en general, de saberes relacionados con factores sobrenaturales, sí tengo claro, en cambio, lo que es una obsesión. Y sea mantra u obsesión, Andrés Manuel tiene la suya: se llama Petróleos Mexicanos. El tabasqueño siempre pensó que, con él en la Presidencia, la industria que fuera pilar del desarrollo del país recobraría la productividad que antaño tuvo, y que la corrupcción y la incuria neoliberal se encargaron de destruir. De ahí que su más caro anhelo sea rescatar a Pemex para volver a hacer de la antigua paraestatal una fuente de riqueza para los mexicanos, particularmente para los que viven en el sur-sureste de la República. Estrechamente vinculado a ese afán está el de construir una nueva refinería en Dos Bocas, y rehacer otras seis que en estado de semiabandono se localizan en distintas regiones petroleras de México. Esa es la gran apuesta sexenal de López Obrador. No será fácil que la gane, porque el hoyo financiero en que dejaron a Pemex es enorme y requiere de inversiones fuera del alcance del gobierno. La suerte, empero, parece inclinarse a favor del apostador: el reciente descubrimiento de un yacimiento de los llamados gigantes apuntala su arriesgada jugada.

Tiempo de resultados

Andrés Manuel termina el año con un marco legal transformado que se ajusta a sus requerimientos inmediatos. A mediano plazo quizá tenga otros adicionales que no ha explicitado todavía y que, probablemente, demanden más retoques a la Ley Suprema. De momento, los obstáculos que podían entorpecer el cambio verdadero quedaron atrás, gracias a que legisladores afines a su proyecto modificaron más de una treintena de disposiciones constitucionales. Allanadas las dificultades de orden procedimental, el presidente tiene ante sí el desafío de hacer realidad los compromisos que enunció en su protesta al cargo, sabedor de que su periodo de gracia feneció y que cualquier incumplimiento será objeto de crítica y rechazo. Así, endosar culpas al pasado dejará de ser argumento con el cual explicar demoras y fracasos en la solución de problemas. Así mismo, el impacto mediático de sus primeras decisiones -el avión, el Jetta, la apertura de Los Pinos, etc.- así como la admiración que despertó la intensidad que imprime al desempeño de sus responsabilidades, se irán difuminando en la percepción de la gente que, en este segundo año, está a la espera de los beneficios ofrecidos. La opinión pública entendió y toleró que, al inicio de su gestión, se le informara con datos inexactos, contradictorios y a veces hasta equívocos; eso ya se acabó, en adelante, los números deberán ser precisos y verificables.

ANTENA ESTATAL

Tlaxcala, en alerta laboral

Los paneles laborales acordados en la adenda al tratado comercial con Estados Unidos y Canadá no excluyen visitas de verificación a empresas ni aplicación de sanciones, como suspender aranceles preferenciales y prohibir la exportación de sus productos, caso de comprobar que a sus empleados se les niegue el derecho de libre asociación y de negociación colectiva, y/o que sus salarios no se equiparen a los de sus homólogos en los paises socios, en la proporción y los tiempos pactados. Lo anterior obliga a que líderes sindicales, representantes empresariales y mediadores del gobierno se apliquen a corregir -con rapidez y buena letra- desviaciones que hagan peligrar los beneficios del T-MEC.

  • Segunda de dos partes

Allanados los obstáculos legales y ya con un año al mando del gobierno federal, es hora de que la Cuarta Transformación de López Obrador supere el desorden, depure su equipo, afine sus estrategias y empiece a dar beneficios tangibles a la sociedad

La precipitación y las prisas han sido señas distintivas del primer año de la gestión de Andrés Manuel López Obrador. La acelerada dinámica que ha impreso a sus acciones y a sus pronunciamientos deriva de una percepción que -me permito suponer- él mismo tiene y siente, aunque no la exteriorice por razones obvias. El observador, sin embargo, se percata de: 1) que la grandiosa dimensión de la obra transformadora con que se propone hacer Historia requiere, para su estructuración y necesaria consolidación, de un plazo mayor al de los seis años que establece la Constitución y, 2) que cuando se controla el Congreso y además se tiene influencia decisiva en las determinaciones de la Suprema Corte, las leyes -aún la fundamental de la Nación- pueden cambiarse y ajustarse a sus exigencias específicas, tal y como lo hemos podido constatar a lo largo de este año. Es en este punto donde se plantea ante la ciudadanía -simpatizante o no del amloísmo- una interrogante inquietante debido a que, pese a dichos, juramentos y escritos notariados de renuncia a todo afán reeleccionista, persiste en el ambiente la idea de que no todas las barajas con que juega el presidente están sobre la mesa. En otras y más concretas palabras: no se descarta la posibilidad de que, en un momento dado, ponga en manos del pueblo soberano la decisión de prolongar su mandato. El caso Baja California alecciona al respecto.

Polarización estudiada

Para conservar, fortalecer y mantener unida su amplia mayoría, el método elegido por López Obrador ha sido polarizar a la sociedad, amén, claro, de no dejar bajo ninguna circunstancia de atender los reclamos y necesidades de índole material de sus seguidores. A nadie más que a él le interesa que sus leales estén alertas -en los medios tradicionales y sobre todo en las redes sociales- de cualquier acción que en su perjuicio pudieran emprender los adversarios históricos de su líder y benefactor. Los conservadores, los de la mafia del poder -figuras habituales en sus soflamas mañaneras- son de utilidad para el efecto, convencido como está que la división social da solidez y firmeza a su poder. Alterna la reprimenda con el reconocimiento, en la proporción que juzga pertinente para cada caso, incentivando así una especie de guerra fría permanente que calienta o congela a su conveniencia, picando como abeja o volando como mariposa, conforme a la técnica -permítaseme el simil- que usaba el gran Cassius Clay para confundir a sus rivales. El peligro que algunos advierten en esa estrategia es que el enfrentamiento ideológico devenga eventualmente en confrontación física; de ocurrir -piensan sus críticos- las cosas se le podrían salir de control. Admitiendo que el riesgo existe, lo juzgo improbable; me baso en que el único que puede soltar al tan temido tigre es precisamente AMLO.

Prudencia financiera

Poco a poco se van precisando los contornos de lo que es -o mejor, de lo que habrá de ser- la Cuarta Transformación de López Obrador. Siendo como somos un país sobreendeudado, ha resultado determinante para el equilibrio de los indicadores financieros la rigurosa observancia de la disciplina fiscal de su gobierno, al no gastar más de lo que capta vía impuestos y servicios, condición esta inexcusable para conservar el crédito internacional y evitar sanciones del Banco Mundial, el Fondo Monetario, etc. y, claro, las consabidas agencias calificadoras. Por otra parte, la manera con que el presidente ha tratado los asuntos económicos y políticos de la complicada agenda de México con el todo poderoso vecino estadounidense -para unos demasiado obsecuente, y para otros obligada y sin alternativa posible- rindió ya su primer saldo positivo: la firma del tratado comercial que nos integra -ya sin sobresaltos- a la zona económica más próspera del planeta. Finalmente, tras convencer a los miembros prominentes del sector empresarial que bajo ninguna circunstancia compartirá con ellos el poder político, parece estar próximo el fin de un pulso que a ninguna de las partes convenía. Andrés Manuel demuestra así que se pueden impulsar metas progresistas -o populistas si se quiere- sin dejar de cumplir con las reglas y exigencias de un marco económico global con el que, a querer o no, tenemos que convivir.

  • Andrés Manuel termina el año con un marco legal transformado que se ajusta a sus requerimientos inmediatos. A mediano plazo quizá tenga otros adicionales que no ha explicitado todavía y que, probablemente, demanden más retoques a la Ley Suprema. De momento, los obstáculos que podían entorpecer el cambio verdadero quedaron atrás, gracias a que legisladores afines a su proyecto modificaron más de una treintena de disposiciones constitucionales.

Petróleos Mexicanos

Dicen los que saben de ciencias infusas que los mantras funcionan si tienes una idea bien definida y te centras en ella. Y añaden que “…debes desear realmente tu objetivo…”. Ignorante de los secretos del esoterismo y, en general, de saberes relacionados con factores sobrenaturales, sí tengo claro, en cambio, lo que es una obsesión. Y sea mantra u obsesión, Andrés Manuel tiene la suya: se llama Petróleos Mexicanos. El tabasqueño siempre pensó que, con él en la Presidencia, la industria que fuera pilar del desarrollo del país recobraría la productividad que antaño tuvo, y que la corrupcción y la incuria neoliberal se encargaron de destruir. De ahí que su más caro anhelo sea rescatar a Pemex para volver a hacer de la antigua paraestatal una fuente de riqueza para los mexicanos, particularmente para los que viven en el sur-sureste de la República. Estrechamente vinculado a ese afán está el de construir una nueva refinería en Dos Bocas, y rehacer otras seis que en estado de semiabandono se localizan en distintas regiones petroleras de México. Esa es la gran apuesta sexenal de López Obrador. No será fácil que la gane, porque el hoyo financiero en que dejaron a Pemex es enorme y requiere de inversiones fuera del alcance del gobierno. La suerte, empero, parece inclinarse a favor del apostador: el reciente descubrimiento de un yacimiento de los llamados gigantes apuntala su arriesgada jugada.

Tiempo de resultados

Andrés Manuel termina el año con un marco legal transformado que se ajusta a sus requerimientos inmediatos. A mediano plazo quizá tenga otros adicionales que no ha explicitado todavía y que, probablemente, demanden más retoques a la Ley Suprema. De momento, los obstáculos que podían entorpecer el cambio verdadero quedaron atrás, gracias a que legisladores afines a su proyecto modificaron más de una treintena de disposiciones constitucionales. Allanadas las dificultades de orden procedimental, el presidente tiene ante sí el desafío de hacer realidad los compromisos que enunció en su protesta al cargo, sabedor de que su periodo de gracia feneció y que cualquier incumplimiento será objeto de crítica y rechazo. Así, endosar culpas al pasado dejará de ser argumento con el cual explicar demoras y fracasos en la solución de problemas. Así mismo, el impacto mediático de sus primeras decisiones -el avión, el Jetta, la apertura de Los Pinos, etc.- así como la admiración que despertó la intensidad que imprime al desempeño de sus responsabilidades, se irán difuminando en la percepción de la gente que, en este segundo año, está a la espera de los beneficios ofrecidos. La opinión pública entendió y toleró que, al inicio de su gestión, se le informara con datos inexactos, contradictorios y a veces hasta equívocos; eso ya se acabó, en adelante, los números deberán ser precisos y verificables.

ANTENA ESTATAL

Tlaxcala, en alerta laboral

Los paneles laborales acordados en la adenda al tratado comercial con Estados Unidos y Canadá no excluyen visitas de verificación a empresas ni aplicación de sanciones, como suspender aranceles preferenciales y prohibir la exportación de sus productos, caso de comprobar que a sus empleados se les niegue el derecho de libre asociación y de negociación colectiva, y/o que sus salarios no se equiparen a los de sus homólogos en los paises socios, en la proporción y los tiempos pactados. Lo anterior obliga a que líderes sindicales, representantes empresariales y mediadores del gobierno se apliquen a corregir -con rapidez y buena letra- desviaciones que hagan peligrar los beneficios del T-MEC.