/ lunes 25 de octubre de 2021

Tiempos de democracia | Una bella utopía Parte 3 (última)

Para que AMLO concrete su propósito de restituir a la Nación el control de la energía eléctrica precisa de votos que tendrá que negociar. Y cederá -no tiene otro remedio- en rubros no esenciales para que el PRI salve la cara

Si importante resulta conocer y valorar las repercusiones económicas y financieras que traerá la eventual aprobación de la Reforma Eléctrica, más lo va a ser ponderar la segura afectación que la iniciativa lopezobradorista tendrá en la composición futura del esquema de representación partidista mexicano. Como es archisabido, los comicios del 2018 rompieron el balance político pre-existente que, si bien precario, sirvió para que durante las dos primeras décadas del presente siglo las formaciones tradicionales de derecha, centro e izquierda se repartieran, alternada y pacíficamente, los cargos de elección popular que disputaron. Ese formato apuntaba hacia su consolidación; empero, la irrupción del Movimiento de Regeneración Nacional en el escenario acabó con esa funcional proporcionalidad de fuerzas y redujo a su mínima expresión la competitividad de los tres partidos hasta entonces mayores, PAN, PRI y PRD.

A negociar toca…

Morena, el nuevo partido preponderante, se encontró -sí, literalmente se encontró- con una enorme base militante seguidora de López Obrador, su formador y guía. Apoyado en un caudal sin precedente de sufragios, el tabasqueño llegó a la Primera Magistratura de la Nación dueño de una legitimidad incuestionable que, pese a sus controversiales políticas públicas y a su personalidad autoritaria, ha mantenido intacta durante todo su primer trienio de gobierno. Mas esa aceptación popular de la que disfruta no pudo transferirla a Morena, un partido desorganizado y amorfo que, en la elección intermedia, perdió 54 curules. El tropiezo obliga a los negociadores del presidente a buscar los respaldos que necesita para reformar la Constitución. Acostumbrado a imponer su criterio sin escuchar otras opiniones, López Obrador tendrá que dar su brazo a torcer; de lo contrario, su iniciativa acabará en la congeladora legislativa.

Numeralia compleja

La lógica lleva a pensar que, al no darle los números, el mandatario atenuaría su hostilidad hacia sus opositores, adoptando actitudes más consecuentes, por lo menos con el PRI, el único partido que puede ofrecerle los apoyos que necesita y que está dispuesto a tratar el asunto. El tema es aritmético: el frente Morena-Verde-PT precisa por lo menos dos terceras partes de la Cámara de Diputados (334 con quorum completo), cifra de la cual apenas reúne 278; faltarían 56 que podría aportarle el tricolor, que tiene 71 votos. Con el PAN, que cuenta con 114, no hay posibilidad de acuerdo, porque su postura en el tema eléctrico está en las antípodas de la oficialista. Movimiento Ciudadano con sus 23 diputados, ya se pronunció contrario a la iniciativa en sus términos actuales, y el PRD, con sus 14 raquíticos votos, se unió al blanquiazul en su rechazo a la Reforma. Ese es el complejo panorama que enfrenta el presidente.

Los actores de la trama

Si la iniciativa no transita en el Congreso habrá que ver si encalló en San Lázaro o en el 135 del Paseo de la Reforma. El lugar dónde se atore -si es que se atora- repercutirá en Palacio Nacional de distinta manera y provocará reacciones diferenciadas, tanto hacia los diputados y senadores como hacia sus coordinadores, Ignacio Mier y Ricardo Monreal. Si la Reforma libra el escollo en la Cámara Baja, entonces la atención se centrará en la Alta, especialmente en Monreal por su calidad de aspirante a la candidatura morenista. Más antes de que se llegue a ese punto tendrá que haberse planchado un pacto entre el líder priísta Alejandro Moreno -alias Alito- y los miembros de su bancada dispuestos a seguir la línea del presidente. El trance dará la medida de la habilidad negociadora del secretario de Gobernación Adán Augusto López, tanto para puntualizar los términos de ese acuerdo como los costos políticos que supondrá.

Mercadeo de votos

¿Qué factores juegan en la batalla por los votos priistas, claves en la crucial cuestión? Evidenciando la división que prevalece en el PRI, un grupo minoritario de la línea salinista anticipó su oposición al proyecto de López Obrador, al tiempo que, en torno a Alito, se configuraba una mayoría que votaría a favor, sea porque sus integrantes deben la curul a su líder y/o porque verían con alivio que se enviara al archivo muerto una que otra incómoda indagatoria de la Fiscalía que enturbiaría aún más sus opacas biografías. Luego de esas obscuras transacciones, del todopoderoso partido tricolor sólo van a quedar retazos. Por último, también hay que decir que no son sólo los votos del PRI sino los de todas las fracciones parlamentarias de la Cámara de Diputados los que ahora mismo están en el centro de un mercadeo del que es ingenuo suponer que están ausentes los cabilderos de las empresas afectadas por la Reforma.

El porqué de un encabezado

Con este artículo cierro la serie dedicada a analizar los significados que tendrá -o dejará de tener si no se aprueba- la Reforma Eléctrica de López Obrador. Titulé la saga “Una bella utopía” porque, hoy día, es ilusión vana pensar que un país como México puede desarrollarse y crear riqueza de espaldas a una inapelable realidad económica mundial. Hace medio siglo, este opinador tuvo por posible esa entelequia cuando recién se incorporaba a la vida profesional y participaba -con su modesto granito de arena- en la construcción de una nación que apuntaba hacia una prosperidad compartida. Fantasioso y encerrado en sí mismo, Andrés Manuel sigue creyendo en aquella “Bella utopía”.


Para que AMLO concrete su propósito de restituir a la Nación el control de la energía eléctrica precisa de votos que tendrá que negociar. Y cederá -no tiene otro remedio- en rubros no esenciales para que el PRI salve la cara

Si importante resulta conocer y valorar las repercusiones económicas y financieras que traerá la eventual aprobación de la Reforma Eléctrica, más lo va a ser ponderar la segura afectación que la iniciativa lopezobradorista tendrá en la composición futura del esquema de representación partidista mexicano. Como es archisabido, los comicios del 2018 rompieron el balance político pre-existente que, si bien precario, sirvió para que durante las dos primeras décadas del presente siglo las formaciones tradicionales de derecha, centro e izquierda se repartieran, alternada y pacíficamente, los cargos de elección popular que disputaron. Ese formato apuntaba hacia su consolidación; empero, la irrupción del Movimiento de Regeneración Nacional en el escenario acabó con esa funcional proporcionalidad de fuerzas y redujo a su mínima expresión la competitividad de los tres partidos hasta entonces mayores, PAN, PRI y PRD.

A negociar toca…

Morena, el nuevo partido preponderante, se encontró -sí, literalmente se encontró- con una enorme base militante seguidora de López Obrador, su formador y guía. Apoyado en un caudal sin precedente de sufragios, el tabasqueño llegó a la Primera Magistratura de la Nación dueño de una legitimidad incuestionable que, pese a sus controversiales políticas públicas y a su personalidad autoritaria, ha mantenido intacta durante todo su primer trienio de gobierno. Mas esa aceptación popular de la que disfruta no pudo transferirla a Morena, un partido desorganizado y amorfo que, en la elección intermedia, perdió 54 curules. El tropiezo obliga a los negociadores del presidente a buscar los respaldos que necesita para reformar la Constitución. Acostumbrado a imponer su criterio sin escuchar otras opiniones, López Obrador tendrá que dar su brazo a torcer; de lo contrario, su iniciativa acabará en la congeladora legislativa.

Numeralia compleja

La lógica lleva a pensar que, al no darle los números, el mandatario atenuaría su hostilidad hacia sus opositores, adoptando actitudes más consecuentes, por lo menos con el PRI, el único partido que puede ofrecerle los apoyos que necesita y que está dispuesto a tratar el asunto. El tema es aritmético: el frente Morena-Verde-PT precisa por lo menos dos terceras partes de la Cámara de Diputados (334 con quorum completo), cifra de la cual apenas reúne 278; faltarían 56 que podría aportarle el tricolor, que tiene 71 votos. Con el PAN, que cuenta con 114, no hay posibilidad de acuerdo, porque su postura en el tema eléctrico está en las antípodas de la oficialista. Movimiento Ciudadano con sus 23 diputados, ya se pronunció contrario a la iniciativa en sus términos actuales, y el PRD, con sus 14 raquíticos votos, se unió al blanquiazul en su rechazo a la Reforma. Ese es el complejo panorama que enfrenta el presidente.

Los actores de la trama

Si la iniciativa no transita en el Congreso habrá que ver si encalló en San Lázaro o en el 135 del Paseo de la Reforma. El lugar dónde se atore -si es que se atora- repercutirá en Palacio Nacional de distinta manera y provocará reacciones diferenciadas, tanto hacia los diputados y senadores como hacia sus coordinadores, Ignacio Mier y Ricardo Monreal. Si la Reforma libra el escollo en la Cámara Baja, entonces la atención se centrará en la Alta, especialmente en Monreal por su calidad de aspirante a la candidatura morenista. Más antes de que se llegue a ese punto tendrá que haberse planchado un pacto entre el líder priísta Alejandro Moreno -alias Alito- y los miembros de su bancada dispuestos a seguir la línea del presidente. El trance dará la medida de la habilidad negociadora del secretario de Gobernación Adán Augusto López, tanto para puntualizar los términos de ese acuerdo como los costos políticos que supondrá.

Mercadeo de votos

¿Qué factores juegan en la batalla por los votos priistas, claves en la crucial cuestión? Evidenciando la división que prevalece en el PRI, un grupo minoritario de la línea salinista anticipó su oposición al proyecto de López Obrador, al tiempo que, en torno a Alito, se configuraba una mayoría que votaría a favor, sea porque sus integrantes deben la curul a su líder y/o porque verían con alivio que se enviara al archivo muerto una que otra incómoda indagatoria de la Fiscalía que enturbiaría aún más sus opacas biografías. Luego de esas obscuras transacciones, del todopoderoso partido tricolor sólo van a quedar retazos. Por último, también hay que decir que no son sólo los votos del PRI sino los de todas las fracciones parlamentarias de la Cámara de Diputados los que ahora mismo están en el centro de un mercadeo del que es ingenuo suponer que están ausentes los cabilderos de las empresas afectadas por la Reforma.

El porqué de un encabezado

Con este artículo cierro la serie dedicada a analizar los significados que tendrá -o dejará de tener si no se aprueba- la Reforma Eléctrica de López Obrador. Titulé la saga “Una bella utopía” porque, hoy día, es ilusión vana pensar que un país como México puede desarrollarse y crear riqueza de espaldas a una inapelable realidad económica mundial. Hace medio siglo, este opinador tuvo por posible esa entelequia cuando recién se incorporaba a la vida profesional y participaba -con su modesto granito de arena- en la construcción de una nación que apuntaba hacia una prosperidad compartida. Fantasioso y encerrado en sí mismo, Andrés Manuel sigue creyendo en aquella “Bella utopía”.