/ martes 12 de marzo de 2019

TINTERO

PRI, la decadencia

  • 2018 fue el año más triste de este instituto político, acostumbrado a avasallar en las elecciones, apenas si pudo obtener un promedio de siete millones y medio de votos, la más baja votación en su historia, con un puñado de senadores y diputados federales y un desastre en todas las elecciones locales, apenas si logró respirar su registro. Así en ruinas llegó a sus noventa años.

Precavido, Marco Antonio Mena Rodríguez, gobernador de Tlaxcala, rechazó dos invitaciones: la de la lideresa priista Claudia Ruiz Massieu y la del aniversario 90 del Partido Revolucionario Institucional.

¿Conviene? -Preguntó a uno de sus más cercanos colaboradores.

-“No, señor. Ahora lo mejor es estar alejado del partido, nadie lo quiere”.

Así, el otrora poderoso e invencible partido político, hoy yace longevo, sin rumbo, sin destino, titubeante y sobre todo sin liderazgo.

Fue fundado un cuatro de marzo de 1929, bajo las siglas de Partido Nacional Revolucionario por el expresidente Plutarco Elías Calles y, en 1938, adoptó el nombre de Partido de la Revolución Mexicana, y no es sino hasta 1946 cuando se denominó PRI.

Con los colores emblemáticos de la bandera nacional y que nos identifica como mexicanos, este partido gobernó por más de setenta años al país. Lo mismo aglutinó a la clase empresarial más poderosa y económica del país, a la par que creó liderazgos sindicales y populares para mantener la hegemonía política de la nación.

Apenas el pasado cuatro de marzo cumplió sus noventa años de vida institucional. En el auditorio Plutarco Elías Calles se dieron cita los principales personajes políticos de este partido político. Ah, postrados frente a su dirigente nacional, Claudia Ruiz Massieu, escucharon tristes su perorata: palabras célebres como renovación, liderazgo y democracia trataban de alzar los ánimos de una militancia cabizbaja marcada por la derrota y el olor a corrupción.

2018 fue el año más triste de este instituto político, acostumbrado a avasallar en las elecciones, apenas si pudo obtener un promedio de siete millones y medio de votos, la más baja votación en su historia, con un puñado de senadores y diputados federales y un desastre en todas las elecciones locales, apenas si logró respirar su registro. Así en ruinas llegó a sus noventa años.

Sin nada que festejar o conmemorar, los priistas tlaxcaltecas en un deslucido evento, casi a hurtadillas, trataron de compartirse ánimos, en un acto gris y desangelado, y sobre todo despreciado por los líderes de sus principales sectores, sindical, popular y campesino, se dieron cita algunos personajes de lo que queda de ese instituto político. Con los rostros desconsolados y ante el discurso de su gris presidente Roberto Lima Morales, trataban de darse oxígeno. Hoy el Comité Directivo Estatal se ha convertido en el “club de tobi”, y quien verdaderamente maneja a ese instituto sin rumbo y sin destino es Fabricio Mena Rodríguez, hermano del Gobernador, quien tras escudarse en la figura de Secretario de Organización, ha llevado a la peor debacle electoral del otrora poderoso partido.

Roberto Lima Morales, simplemente no representa ningún liderazgo social. Esta ahí porque sirve a los intereses de quien trata de manejar al partido.

Su panorama es tan triste que a este evento no asistió el titular del ejecutivo local, Marco Mena, pues simplemente ya nada hay que apostar en ese partido.

Con un patético boletín le dieron publicidad a su evento conmemorativo para tratar de paliar sus ánimos. Y lo único que lograron fue demostrar su peor debilidad, su falta de rumbo y liderazgo.

*********

EPÍLOGO…

1.- Las diputadas y diputados son un peligro para Tlaxcala. En lo único que ha acertado el dirigente priista, Roberto Lima Morales, es en denunciar que las diputadas y diputados de la LVIII Legislatura son un riesgo para el estado. Y le concedemos toda la razón. A la sociedad tlaxcalteca les urge que ya terminen su periodo, pues no hay día que no cometan cada torpeza y lo peor que sigan cobrando sus exorbitantes dietas económicas a costa de nuestros impuestos.

Hemos sido testigos en este corto tiempo de un largo desatino de estos legisladores, como el “cantinflesco” diputado José Luis Garrido Cruz quien, sin tener la menor idea, propuso decretar las fiestas carnestolendas como patrimonio cultural inmaterial, cuando ese tema ya fue aprobado por las anteriores legislaturas. O lo mismo le da impulsar actos delictivos de corrupción como el que los consejeros de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos cobren un salario cuando su labor es honorífica, y además esta prohibición se encuentra legislada a nivel federal y en todas las entidades federativas. O plagiarse iniciativas con todo y errores de ortografía, como la más reciente pifia de la diputada Luz Vera Díaz, en la Ley de Empleo

Todo al margen de la Ley.

Pero eso de violar la ley parece que se ha convertido en costumbre. Rubén Arvizu, licenciado en administración de empresas, y sin conocimientos mínimos en derechos humanos, y en plena contravención a lo que establece la normatividad que rige a la CEDHT, fue impuesto como director del Centro de Investigación y Capacitación en Derechos Humanos, con la venia de los consejeros consultivos e impulsado por el “ombuscopión”, Víctor Manuel Cid del Prado Pineda. Ahora sabemos que esta designación fue producto del trueque para acomodar a la retoña del copión en el Poder Judicial del Estado y la amofóbica magistrada Rebeca Xicoténcatl Corona, a su cónyuge en Derechos Humanos. Lo más lamentable es que ante su total desconocimiento en derechos humanos, en una capacitación a policías de la comuna capitalina fue literalmente abucheado, pues se puso a leer sus diapositivas y al momento de entrar a hacer preguntas y respuestas, trató de ignorantes y tontos a los ahí presentes. Eso causó incomodidad y enojo del auditorio, por lo que ya preparan una queja en contra de este servidor público.

¡Hasta el próximo martes!


PRI, la decadencia

  • 2018 fue el año más triste de este instituto político, acostumbrado a avasallar en las elecciones, apenas si pudo obtener un promedio de siete millones y medio de votos, la más baja votación en su historia, con un puñado de senadores y diputados federales y un desastre en todas las elecciones locales, apenas si logró respirar su registro. Así en ruinas llegó a sus noventa años.

Precavido, Marco Antonio Mena Rodríguez, gobernador de Tlaxcala, rechazó dos invitaciones: la de la lideresa priista Claudia Ruiz Massieu y la del aniversario 90 del Partido Revolucionario Institucional.

¿Conviene? -Preguntó a uno de sus más cercanos colaboradores.

-“No, señor. Ahora lo mejor es estar alejado del partido, nadie lo quiere”.

Así, el otrora poderoso e invencible partido político, hoy yace longevo, sin rumbo, sin destino, titubeante y sobre todo sin liderazgo.

Fue fundado un cuatro de marzo de 1929, bajo las siglas de Partido Nacional Revolucionario por el expresidente Plutarco Elías Calles y, en 1938, adoptó el nombre de Partido de la Revolución Mexicana, y no es sino hasta 1946 cuando se denominó PRI.

Con los colores emblemáticos de la bandera nacional y que nos identifica como mexicanos, este partido gobernó por más de setenta años al país. Lo mismo aglutinó a la clase empresarial más poderosa y económica del país, a la par que creó liderazgos sindicales y populares para mantener la hegemonía política de la nación.

Apenas el pasado cuatro de marzo cumplió sus noventa años de vida institucional. En el auditorio Plutarco Elías Calles se dieron cita los principales personajes políticos de este partido político. Ah, postrados frente a su dirigente nacional, Claudia Ruiz Massieu, escucharon tristes su perorata: palabras célebres como renovación, liderazgo y democracia trataban de alzar los ánimos de una militancia cabizbaja marcada por la derrota y el olor a corrupción.

2018 fue el año más triste de este instituto político, acostumbrado a avasallar en las elecciones, apenas si pudo obtener un promedio de siete millones y medio de votos, la más baja votación en su historia, con un puñado de senadores y diputados federales y un desastre en todas las elecciones locales, apenas si logró respirar su registro. Así en ruinas llegó a sus noventa años.

Sin nada que festejar o conmemorar, los priistas tlaxcaltecas en un deslucido evento, casi a hurtadillas, trataron de compartirse ánimos, en un acto gris y desangelado, y sobre todo despreciado por los líderes de sus principales sectores, sindical, popular y campesino, se dieron cita algunos personajes de lo que queda de ese instituto político. Con los rostros desconsolados y ante el discurso de su gris presidente Roberto Lima Morales, trataban de darse oxígeno. Hoy el Comité Directivo Estatal se ha convertido en el “club de tobi”, y quien verdaderamente maneja a ese instituto sin rumbo y sin destino es Fabricio Mena Rodríguez, hermano del Gobernador, quien tras escudarse en la figura de Secretario de Organización, ha llevado a la peor debacle electoral del otrora poderoso partido.

Roberto Lima Morales, simplemente no representa ningún liderazgo social. Esta ahí porque sirve a los intereses de quien trata de manejar al partido.

Su panorama es tan triste que a este evento no asistió el titular del ejecutivo local, Marco Mena, pues simplemente ya nada hay que apostar en ese partido.

Con un patético boletín le dieron publicidad a su evento conmemorativo para tratar de paliar sus ánimos. Y lo único que lograron fue demostrar su peor debilidad, su falta de rumbo y liderazgo.

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EPÍLOGO…

1.- Las diputadas y diputados son un peligro para Tlaxcala. En lo único que ha acertado el dirigente priista, Roberto Lima Morales, es en denunciar que las diputadas y diputados de la LVIII Legislatura son un riesgo para el estado. Y le concedemos toda la razón. A la sociedad tlaxcalteca les urge que ya terminen su periodo, pues no hay día que no cometan cada torpeza y lo peor que sigan cobrando sus exorbitantes dietas económicas a costa de nuestros impuestos.

Hemos sido testigos en este corto tiempo de un largo desatino de estos legisladores, como el “cantinflesco” diputado José Luis Garrido Cruz quien, sin tener la menor idea, propuso decretar las fiestas carnestolendas como patrimonio cultural inmaterial, cuando ese tema ya fue aprobado por las anteriores legislaturas. O lo mismo le da impulsar actos delictivos de corrupción como el que los consejeros de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos cobren un salario cuando su labor es honorífica, y además esta prohibición se encuentra legislada a nivel federal y en todas las entidades federativas. O plagiarse iniciativas con todo y errores de ortografía, como la más reciente pifia de la diputada Luz Vera Díaz, en la Ley de Empleo

Todo al margen de la Ley.

Pero eso de violar la ley parece que se ha convertido en costumbre. Rubén Arvizu, licenciado en administración de empresas, y sin conocimientos mínimos en derechos humanos, y en plena contravención a lo que establece la normatividad que rige a la CEDHT, fue impuesto como director del Centro de Investigación y Capacitación en Derechos Humanos, con la venia de los consejeros consultivos e impulsado por el “ombuscopión”, Víctor Manuel Cid del Prado Pineda. Ahora sabemos que esta designación fue producto del trueque para acomodar a la retoña del copión en el Poder Judicial del Estado y la amofóbica magistrada Rebeca Xicoténcatl Corona, a su cónyuge en Derechos Humanos. Lo más lamentable es que ante su total desconocimiento en derechos humanos, en una capacitación a policías de la comuna capitalina fue literalmente abucheado, pues se puso a leer sus diapositivas y al momento de entrar a hacer preguntas y respuestas, trató de ignorantes y tontos a los ahí presentes. Eso causó incomodidad y enojo del auditorio, por lo que ya preparan una queja en contra de este servidor público.

¡Hasta el próximo martes!