/ martes 1 de octubre de 2019

Tintero | Ciberacoso, el “monstruo de las mil cabezas”

Sin atención alguna en Tlaxcala, el ciberacoso o “ciberbullying” se está convirtiendo en el “monstruo de las mil cabezas”. Y explico por qué: de acuerdo con estudios del Sistema de Supervisión de Conductas Juveniles Peligrosas, el 80 % de los niños que cursa el nivel secundaria y preparatoria ha sido víctima del ciberacoso.

Doxing” (significa buscar en internet una información privada personal), es una forma de acoso en línea usado para vengarse, amenazar y destruir la privacidad de las personas al hacer pública su información, pues incluye direcciones, números de seguro social, tarjeta de crédito y teléfono, así como enlaces a cuentas de redes sociales.

En las escuelas, los alumnos son dados a hacer comentarios negativos en las redes sociales si uno de sus compañeros no usa ropa y zapatos de marcas caras o si sus padres no van a la escuela por ellos en carros del año. Los ridiculizan llamándolos “pobres” lo que afecta su rendimiento escolar.

El ciberacoso se da principalmente en teléfonos celulares, computadoras y tabletas y tiene su mayor impacto en mensajes de texto y aplicaciones, o bien por Internet en las redes sociales, foros o juegos donde las personas pueden ver, participar o compartir contenidos.

Se ha vuelto común y hasta divertido en los infantes enviar, publicar o compartir contenidos negativos, perjudiciales, falsos o crueles sobre otra persona.

El tema es que exhiben, a la vista de todos, información personal sobre alguien, lo que le provoca humillación o vergüenza.

Sin embargo, ante el hecho de que las redes sociales no pueden o deben ser reguladas, muchos de los acosos por Internet tienen un comportamiento ilegal o criminal sin que autoridad alguna haga algo al respecto.

Una reputación negativa en Internet, incluso para los acosadores, puede tener un impacto en las admisiones a la universidad, los empleos y otras áreas de la vida.

Es posible que los maestros y padres de familia no hayan oído o visto ocurrir el ciberacoso. Si bien todos los estados cuentan con leyes que obligan a las escuelas a responder ante el acoso, no incluyen al ciberacoso como una ley específica, tampoco definen el papel que deberían desempeñar las escuelas para responder ante situaciones de esta naturaleza.

Lo cierto es que las escuelas deben tomar medidas con normas escolares que les permitan disciplinar a los agresores. De plano a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos dejó de interesarle este tema.

  • Una reputación negativa en Internet, incluso para los acosadores, puede tener un impacto en las admisiones a la universidad, los empleos y otras áreas de la vida.

En tanto, los maestros deben crear ambientes seguros con normas sociales positivas cuando un grupo de niños se centra en otro infante o hay señales de que pueda estar ocurriendo un ciberacoso.

Con la prevalencia de las redes sociales, personas conocidas y desconocidas pueden ver comentarios, fotos, publicaciones y el contenido que se comparte. El contenido público hacia una persona en Internet, tanto personal como cualquier negativo, cruel o perjudicial, crea una especie de registro permanente de las vistas, actividades y comportamientos y puede ser visto como una reputación en Internet, a la que pueden acceder las escuelas, empleados, universidades, clubes, y todo aquel que realice una investigación de una persona ahora o en el futuro. Ya veremos hasta dónde más autoridades quieren entrarle al tema. Al tiempo

EPÍLOGO...

1.- NADA CAMBIA... Si en el pasado el resultado del trabajo de los delegados federales, que por cierto ya desaparecieron en su mayoría, era pírrico, ahora es peor, nadie sabe qué hacen y no proporcionan información, peor aún, viven en la opacidad atendiendo una línea no solo del gobierno de la República que tiene una animadversión con los medios de comunicación, sino de la “súper” delegada Lorena Cuéllar, que quiere acaparar todo.

2.- PREGUNTA... ¿Hasta cuándo entenderán los diputados que su función no es ejecutar obras sino crear leyes? Yo creo que nunca.

Hasta el próximo martes.

Sin atención alguna en Tlaxcala, el ciberacoso o “ciberbullying” se está convirtiendo en el “monstruo de las mil cabezas”. Y explico por qué: de acuerdo con estudios del Sistema de Supervisión de Conductas Juveniles Peligrosas, el 80 % de los niños que cursa el nivel secundaria y preparatoria ha sido víctima del ciberacoso.

Doxing” (significa buscar en internet una información privada personal), es una forma de acoso en línea usado para vengarse, amenazar y destruir la privacidad de las personas al hacer pública su información, pues incluye direcciones, números de seguro social, tarjeta de crédito y teléfono, así como enlaces a cuentas de redes sociales.

En las escuelas, los alumnos son dados a hacer comentarios negativos en las redes sociales si uno de sus compañeros no usa ropa y zapatos de marcas caras o si sus padres no van a la escuela por ellos en carros del año. Los ridiculizan llamándolos “pobres” lo que afecta su rendimiento escolar.

El ciberacoso se da principalmente en teléfonos celulares, computadoras y tabletas y tiene su mayor impacto en mensajes de texto y aplicaciones, o bien por Internet en las redes sociales, foros o juegos donde las personas pueden ver, participar o compartir contenidos.

Se ha vuelto común y hasta divertido en los infantes enviar, publicar o compartir contenidos negativos, perjudiciales, falsos o crueles sobre otra persona.

El tema es que exhiben, a la vista de todos, información personal sobre alguien, lo que le provoca humillación o vergüenza.

Sin embargo, ante el hecho de que las redes sociales no pueden o deben ser reguladas, muchos de los acosos por Internet tienen un comportamiento ilegal o criminal sin que autoridad alguna haga algo al respecto.

Una reputación negativa en Internet, incluso para los acosadores, puede tener un impacto en las admisiones a la universidad, los empleos y otras áreas de la vida.

Es posible que los maestros y padres de familia no hayan oído o visto ocurrir el ciberacoso. Si bien todos los estados cuentan con leyes que obligan a las escuelas a responder ante el acoso, no incluyen al ciberacoso como una ley específica, tampoco definen el papel que deberían desempeñar las escuelas para responder ante situaciones de esta naturaleza.

Lo cierto es que las escuelas deben tomar medidas con normas escolares que les permitan disciplinar a los agresores. De plano a la Comisión Estatal de los Derechos Humanos dejó de interesarle este tema.

  • Una reputación negativa en Internet, incluso para los acosadores, puede tener un impacto en las admisiones a la universidad, los empleos y otras áreas de la vida.

En tanto, los maestros deben crear ambientes seguros con normas sociales positivas cuando un grupo de niños se centra en otro infante o hay señales de que pueda estar ocurriendo un ciberacoso.

Con la prevalencia de las redes sociales, personas conocidas y desconocidas pueden ver comentarios, fotos, publicaciones y el contenido que se comparte. El contenido público hacia una persona en Internet, tanto personal como cualquier negativo, cruel o perjudicial, crea una especie de registro permanente de las vistas, actividades y comportamientos y puede ser visto como una reputación en Internet, a la que pueden acceder las escuelas, empleados, universidades, clubes, y todo aquel que realice una investigación de una persona ahora o en el futuro. Ya veremos hasta dónde más autoridades quieren entrarle al tema. Al tiempo

EPÍLOGO...

1.- NADA CAMBIA... Si en el pasado el resultado del trabajo de los delegados federales, que por cierto ya desaparecieron en su mayoría, era pírrico, ahora es peor, nadie sabe qué hacen y no proporcionan información, peor aún, viven en la opacidad atendiendo una línea no solo del gobierno de la República que tiene una animadversión con los medios de comunicación, sino de la “súper” delegada Lorena Cuéllar, que quiere acaparar todo.

2.- PREGUNTA... ¿Hasta cuándo entenderán los diputados que su función no es ejecutar obras sino crear leyes? Yo creo que nunca.

Hasta el próximo martes.