/ martes 10 de agosto de 2021

Tintero | Contra natura

La lógica de la vida es que un hijo presencie la muerte de su madre o padre, pero no viceversa. Eso es contra natura. Lo comento porque, por las malas decisiones gubernamentales, los menores de edad fallecen de Covid-19 y los adolescentes, también influenciados por la autoridad que siempre quiso hacerlos invencibles, mueren. No debe ser así.

Con mucho pesar leí la noticia de El Sol de Tlaxcala de que un niño de 12 años murió de coronavirus, en general no hablo en lo personal, pero debo confesar que me impactó y dolió. Pero ¿quién tuvo la culpa?, y esa es la gran disyuntiva. ¿Los paterfamilias que nunca lo cuidaron? o quienes representan al gobierno y que deciden, a cuenta gotas, cómo vacunar.

En este gobierno es fácil adivinar su plan. Empezó con los ancianos porque, supuestamente, son los más vulnerables, pero el objetivo fue el siguiente: apoyar al sector de la población que necesita dinero, aunque sean unos cuantos pesos y del que siempre tendrán su gratitud, sobre todo en procesos electorales. Son agradecidos y el 6 de junio fue una muestra de ello.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que si apoya a los adultos mayores y a jóvenes sin empleo tendrá su simpatía y votos a favor. Es perverso.

El subsecretario de Salud del gobierno de la República, Hugo López-Gatell, el gran “siervo” de la Nación, es patético y, con tal de salvar su puesto, hace y dice lo que quiere su jefe.

El señor ya no goza de la simpatía presidencial, pero tiene una ventaja, López Obrador no lo despedirá porque no acepta errores.

En el gabinete, a López Obrador ya no le creen. Marcelo Ebrard Causubón, secretario de Relaciones Exteriores, es uno de ellos y, en el Senado, Ricardo Monreal le sigue la segunda. Ya saben que su jefe miente y juega con todo, pero a favor de Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México para sucederlo en el cargo.

Se está perdiendo mucho tiempo. Todos creían en él, ya son casi tres años de gobierno y el señor sigue amparando sus errores en quienes lo antecedieron en el cargo, lo peor, para quien gobernó a partir de 1988, y me refiero a Carlos Salinas de Gortari. A “toro pasado”. Qué pena.

El triunfo de Felipe Calderón Hinojosa, sin duda, fue dudoso, pero fue avalado por López Obrador. Como presidente se le olvidaron las ofensas y apoyó a quienes le interesaron: Carlos Slim, Manuel Bartlett y Napoleón Gómez Urrutia, al primero lo adula por su dinero, al segundo, quien orquestó el mayor fraude electoral de este país porque apoyó a Salinas con la “caída del sistema” y “tumbó” el triunfo de Cuahtémoc Cárdenas, lo nombró titular de la Comisión Federal de Electricidad y tolera sus excesos y abusos de su familia, y al tercero, alias “napito”, lo más corrupto del sindicalismo, lo hizo congresista.

No mentir, no robar y no traicionar, es lo más falso de un político. López Obrador miente cuando dice que es austero, no ha podido vender el avión presidencial, usa camionetas blindadas y lo cuida el Ejército, así como elementos militares (encubiertos) de Colombia en cada entidad que visita; sus secretarios roban, sus hermanos son unos farsantes, su hijo, el menor, usa un Iphone última generación de más de 30 mil pesos; sus vástagos adultos se pasean por el mundo y, con qué dinero, si no trabajan, y su esposa, la señora Beatriz Gutiérrez, quien estudió la universidad en Puebla, hace en público señas obscenas, qué fineza, pero una señorita de Tabasco se las devolvió y, ahí sí, desataron la furia presencial.

EPÍLOGO…

EDUCACIÓN BUROCRÁTICA… Ahora la educación se trabaja por sistemas fuera de lugar. Explico. En ocho días, mi hijo aprendió conmigo, en casa, las tablas de multiplicar, lo que no entendió en casi un año en educación virtual. Por más que digan, este sistema no funciona. La planeación que buscan es puro “choro”. Quienes se digan maestros (en la jerarquía) que busquen algo mejor.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que si apoya a los adultos mayores y a jóvenes sin empleo tendrá su simpatía y votos a favor. Es perverso.

La lógica de la vida es que un hijo presencie la muerte de su madre o padre, pero no viceversa. Eso es contra natura. Lo comento porque, por las malas decisiones gubernamentales, los menores de edad fallecen de Covid-19 y los adolescentes, también influenciados por la autoridad que siempre quiso hacerlos invencibles, mueren. No debe ser así.

Con mucho pesar leí la noticia de El Sol de Tlaxcala de que un niño de 12 años murió de coronavirus, en general no hablo en lo personal, pero debo confesar que me impactó y dolió. Pero ¿quién tuvo la culpa?, y esa es la gran disyuntiva. ¿Los paterfamilias que nunca lo cuidaron? o quienes representan al gobierno y que deciden, a cuenta gotas, cómo vacunar.

En este gobierno es fácil adivinar su plan. Empezó con los ancianos porque, supuestamente, son los más vulnerables, pero el objetivo fue el siguiente: apoyar al sector de la población que necesita dinero, aunque sean unos cuantos pesos y del que siempre tendrán su gratitud, sobre todo en procesos electorales. Son agradecidos y el 6 de junio fue una muestra de ello.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que si apoya a los adultos mayores y a jóvenes sin empleo tendrá su simpatía y votos a favor. Es perverso.

El subsecretario de Salud del gobierno de la República, Hugo López-Gatell, el gran “siervo” de la Nación, es patético y, con tal de salvar su puesto, hace y dice lo que quiere su jefe.

El señor ya no goza de la simpatía presidencial, pero tiene una ventaja, López Obrador no lo despedirá porque no acepta errores.

En el gabinete, a López Obrador ya no le creen. Marcelo Ebrard Causubón, secretario de Relaciones Exteriores, es uno de ellos y, en el Senado, Ricardo Monreal le sigue la segunda. Ya saben que su jefe miente y juega con todo, pero a favor de Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México para sucederlo en el cargo.

Se está perdiendo mucho tiempo. Todos creían en él, ya son casi tres años de gobierno y el señor sigue amparando sus errores en quienes lo antecedieron en el cargo, lo peor, para quien gobernó a partir de 1988, y me refiero a Carlos Salinas de Gortari. A “toro pasado”. Qué pena.

El triunfo de Felipe Calderón Hinojosa, sin duda, fue dudoso, pero fue avalado por López Obrador. Como presidente se le olvidaron las ofensas y apoyó a quienes le interesaron: Carlos Slim, Manuel Bartlett y Napoleón Gómez Urrutia, al primero lo adula por su dinero, al segundo, quien orquestó el mayor fraude electoral de este país porque apoyó a Salinas con la “caída del sistema” y “tumbó” el triunfo de Cuahtémoc Cárdenas, lo nombró titular de la Comisión Federal de Electricidad y tolera sus excesos y abusos de su familia, y al tercero, alias “napito”, lo más corrupto del sindicalismo, lo hizo congresista.

No mentir, no robar y no traicionar, es lo más falso de un político. López Obrador miente cuando dice que es austero, no ha podido vender el avión presidencial, usa camionetas blindadas y lo cuida el Ejército, así como elementos militares (encubiertos) de Colombia en cada entidad que visita; sus secretarios roban, sus hermanos son unos farsantes, su hijo, el menor, usa un Iphone última generación de más de 30 mil pesos; sus vástagos adultos se pasean por el mundo y, con qué dinero, si no trabajan, y su esposa, la señora Beatriz Gutiérrez, quien estudió la universidad en Puebla, hace en público señas obscenas, qué fineza, pero una señorita de Tabasco se las devolvió y, ahí sí, desataron la furia presencial.

EPÍLOGO…

EDUCACIÓN BUROCRÁTICA… Ahora la educación se trabaja por sistemas fuera de lugar. Explico. En ocho días, mi hijo aprendió conmigo, en casa, las tablas de multiplicar, lo que no entendió en casi un año en educación virtual. Por más que digan, este sistema no funciona. La planeación que buscan es puro “choro”. Quienes se digan maestros (en la jerarquía) que busquen algo mejor.

El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que si apoya a los adultos mayores y a jóvenes sin empleo tendrá su simpatía y votos a favor. Es perverso.