/ martes 30 de marzo de 2021

Tintero | El odio sin razón

¿Qué le pasa a la gente? Está acelerada, molesta, intolerante, no prudente, viaja en su automóvil con exceso de velocidad, busca pleitos sin justificación alguna y adora la violencia. Odia sin razón.

Según Adolf Hitler, militar y dictador alemán, el judaísmo, no era una religión, sino un intento de imponer una “dictadura mundial”.

Él creía que los judíos no debían vivir porque eran seres inferiores, quería “la pureza racial”.

Y en su obsesión por la “superioridad” llegó a decir que los negros eran “medio monos”, hotentotes (personas que pertenecen a un pueblo nómada que habita en África) y que los hijos mestizos eran “monstruos, mitad hombre y mitad chimpancé”.

Las cosas no han cambiado mucho. Discriminar significa dar trato de inferioridad a una persona o colectividad.

Pero es un tema que a ninguna autoridad interesa y tampoco los padres de familia ayudan mucho. Desde los primeros años de escuela, los niños reproducen lo que viven en casa y son buenos para juzgar: observan todo: si eres moreno, alto, bajo de estatura, gordo, flaco, la ropa y zapatos que usan, el automóvil en que los llevan a la escuela y si los padres viajan en transporte público. Pobres y jodidos, les dicen

En Tlaxcala todavía muchas personas son discriminadas y odiadas. Es un problema grave que deber de ser tratado y analizado con mucha seriedad.

Existe una ley que, en este tema, defiende los derechos de la gente, pero no opera. No es conocida y es obsoleta.

El problema es que la discriminación es nociva y genera desigualdad. La gente debe ser tratada por igual, con independencia de la raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión, creencias, sexo, género, lengua, orientación sexual, identidad de género, características sexuales, edad y estado de salud.

Pero, por condición humana, hay pobladores que sufren la crueldad solo por pertenecer a un grupo “diferente” de quienes están en posiciones de privilegio o de poder.

Es, sin duda, necesario reforzar la ley para vigilar que se cumpla estableciendo medidas contundentes para sancionar este tipo de actos.

Los datos oficiales son graves, pues el 50 % de la población de 18 años o más en Tlaxcala ha sido víctima de discriminación. La pandemia por Covid-19 aceleró la situación y se debe trabajar en ello y que quede atrás el racismo, clasismo y la violencia por estrés, resultado del confinamiento.

La “demonización” debería estar en la agenda de quienes, en este año, aspiran al poder y, no es para menos, porque puede incitar a la hostilidad y la violencia contra grupos minoritarios.

La “demonización” o “satanización” es la técnica retórica e ideológica de desinformación o alteración de hechos de la vida de una persona.

Es papel es de todos. La comunidad internacional también tiene que atender la complejidad de las políticas de raza y la forma en que contribuyen a los abusos de los derechos humanos, incluidos los actos de genocidio y los crímenes de la humanidad.

Lo que está claro es que, aunque abunden las pruebas de las consecuencias de la discriminación racial para las personas, los programas de salud, bienestar y la dignidad para hacer frente a los abusos que, en su mayoría son ocultos, siguen siendo insuficientes.

No hay de otra. Urge definir la función directiva eficaz para prevenir la discriminación racial y exigir cuentas a los grupos e individuos responsables de violaciones de los derechos humanos. Al tiempo

EPÍLOGO…

1.-PERO QUÉ PARTE SIGUE SIN ENTENDERSE. Ahora sí, en muchas personas reina el miedo. Los escépticos ya empiezan a creer en el coronavirus. Muchos pensaban que la pandemia era una “vacilada”, pero no es así.

Desde marzo del año pasado todo se mueve alrededor de la enfermedad que ha provocado la muerte de miles de personas

Pero no entienden. Aun con sus temores están abarrotando las playas por el periodo de vacaciones. Son tercos. Vendrá más contagio y muerte. Lamentable

¿Qué le pasa a la gente? Está acelerada, molesta, intolerante, no prudente, viaja en su automóvil con exceso de velocidad, busca pleitos sin justificación alguna y adora la violencia. Odia sin razón.

Según Adolf Hitler, militar y dictador alemán, el judaísmo, no era una religión, sino un intento de imponer una “dictadura mundial”.

Él creía que los judíos no debían vivir porque eran seres inferiores, quería “la pureza racial”.

Y en su obsesión por la “superioridad” llegó a decir que los negros eran “medio monos”, hotentotes (personas que pertenecen a un pueblo nómada que habita en África) y que los hijos mestizos eran “monstruos, mitad hombre y mitad chimpancé”.

Las cosas no han cambiado mucho. Discriminar significa dar trato de inferioridad a una persona o colectividad.

Pero es un tema que a ninguna autoridad interesa y tampoco los padres de familia ayudan mucho. Desde los primeros años de escuela, los niños reproducen lo que viven en casa y son buenos para juzgar: observan todo: si eres moreno, alto, bajo de estatura, gordo, flaco, la ropa y zapatos que usan, el automóvil en que los llevan a la escuela y si los padres viajan en transporte público. Pobres y jodidos, les dicen

En Tlaxcala todavía muchas personas son discriminadas y odiadas. Es un problema grave que deber de ser tratado y analizado con mucha seriedad.

Existe una ley que, en este tema, defiende los derechos de la gente, pero no opera. No es conocida y es obsoleta.

El problema es que la discriminación es nociva y genera desigualdad. La gente debe ser tratada por igual, con independencia de la raza, etnia, nacionalidad, clase, casta, religión, creencias, sexo, género, lengua, orientación sexual, identidad de género, características sexuales, edad y estado de salud.

Pero, por condición humana, hay pobladores que sufren la crueldad solo por pertenecer a un grupo “diferente” de quienes están en posiciones de privilegio o de poder.

Es, sin duda, necesario reforzar la ley para vigilar que se cumpla estableciendo medidas contundentes para sancionar este tipo de actos.

Los datos oficiales son graves, pues el 50 % de la población de 18 años o más en Tlaxcala ha sido víctima de discriminación. La pandemia por Covid-19 aceleró la situación y se debe trabajar en ello y que quede atrás el racismo, clasismo y la violencia por estrés, resultado del confinamiento.

La “demonización” debería estar en la agenda de quienes, en este año, aspiran al poder y, no es para menos, porque puede incitar a la hostilidad y la violencia contra grupos minoritarios.

La “demonización” o “satanización” es la técnica retórica e ideológica de desinformación o alteración de hechos de la vida de una persona.

Es papel es de todos. La comunidad internacional también tiene que atender la complejidad de las políticas de raza y la forma en que contribuyen a los abusos de los derechos humanos, incluidos los actos de genocidio y los crímenes de la humanidad.

Lo que está claro es que, aunque abunden las pruebas de las consecuencias de la discriminación racial para las personas, los programas de salud, bienestar y la dignidad para hacer frente a los abusos que, en su mayoría son ocultos, siguen siendo insuficientes.

No hay de otra. Urge definir la función directiva eficaz para prevenir la discriminación racial y exigir cuentas a los grupos e individuos responsables de violaciones de los derechos humanos. Al tiempo

EPÍLOGO…

1.-PERO QUÉ PARTE SIGUE SIN ENTENDERSE. Ahora sí, en muchas personas reina el miedo. Los escépticos ya empiezan a creer en el coronavirus. Muchos pensaban que la pandemia era una “vacilada”, pero no es así.

Desde marzo del año pasado todo se mueve alrededor de la enfermedad que ha provocado la muerte de miles de personas

Pero no entienden. Aun con sus temores están abarrotando las playas por el periodo de vacaciones. Son tercos. Vendrá más contagio y muerte. Lamentable