/ martes 3 de noviembre de 2020

Tintero | El ritual de la sucesión

Dijo alguna vez el otrora poderoso líder obrero, Fidel Velázquez Sánchez (+): "el que se mueve no sale en la foto". Se refería a que, ante la llegada de los procesos electorales, los servidores públicos debían "cuadrarse" con el jefe, mantenerse callados, prudentes, obedientes y esperar esa anhelada llamada telefónica en la que se les informaba que serían candidatos a gobernador, congresistas federales, locales o alcaldes.

Pero las cosas cambiaron, hoy se "mueven" sin la "autorización superior" para obtener un cargo de elección popular.

Hace algunos días, el gobernador de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, mostró a la opinión pública que, para él, el ritual de la sucesión es cosa del pasado.

Y difundió una fotografía donde, si bien no dijo que el punto central fue la estrategia para los próximos comicios, apareció acompañado de sus tres "cartas fuertes" para la sucesión: Anabell Ávalos Zempoalteca, alcaldesa capitalina; Florentino Domínguez Ordóñez, titular de la Secretaría de Educación Pública y Noé Rodríguez Roldán, líder del PRI. Desde hace tiempo los tres, a discreción, ya promueven su imagen para ganar el mayor número de adeptos y llegar a la "silla grande".

Antaño, la sucesión estaba centrada en la imposición del Gobernador o del Presidente de la República y se mantenía, hasta el último momento, el nombre del "bueno (a)".

Por ejemplo, hace poco más de 30 años, Beatriz Paredes Rangel quería que fuera candidato Álvaro Salazar Lozano (+), pero el presidente Carlos Salinas de Gortari la envió a la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y, sin más, designó candidato a José Antonio Álvarez Lima.

En 1998, el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León no dejó decidir a Álvarez Lima, así que se vio obligado a someter a consulta la elección del candidato, pero hábil, abrió el abanico y permitió que se inscribieran más de 10 aspirantes, algunos de muy bajo perfil como Lucía Carrasco Xochipa quien, siendo senadora, declaró que sí le gustaba el trabajo de la Cámara Alta, pero "extrañaba a sus totolitos". De ese nivel fue la contienda, pero en realidad el objetivo del Ejecutivo era impedir que Héctor Ortiz Ortiz, su eterno rival político, ganara el proceso interno.

Logró su cometido, y la victoria fue para Joaquín Cisneros Fernández, quien perdió los comicios ante el perredista Alfonso Sánchez Anaya. Álvarez Lima se mantuvo al margen de la elección al grado de no pronosticar el triunfo del priista pues hasta declaró en Coahuila –donde andaba de gira- que la moneda "estaba en el aire", lo que molestó a Cisneros.

Sánchez Anaya quiso que su esposa María del Carmen Ramírez fuera quien lo relevara en el cargo. Contra "viento y marea" la apoyó con todo, al grado de que, junto con ella, fue desconocido por el Comité Ejecutivo Nacional del PRD, que quería ese puesto para Gelacio Montiel Fuentes y, si bien fue abanderado por unos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación devolvió la candidatura a la primera dama, pero perdió ante el panista Héctor Ortiz Ortiz.

Ortiz tampoco pudo elegir sucesor. De Los Pinos recibió la llamada del presidente Felipe Calderón de que la "buena" era Adriana Dávila Fernández. La decisión no gustó al exrector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y se mantuvo al margen una buena parte de la campaña. Dávila perdió ante el priista Mariano González Zarur

Muy a su estilo, el ganadero quiso regresar al ritual del pasado y jugó hasta el último momento con el nombre del abanderado. Muchos creían que sería su gran amigo Ricardo García Portilla, pero al final se inclinó por Marco Antonio Mena Rodríguez.

Mena ya decidió con quiénes jugará y dejó fuera a Manuel Camacho Higareda, titular del Sepuede, quien también se apuntaba para el puesto.

Independientemente de quien sea el abanderado (a), lo más interesante será ver hasta dónde el PRI concreta una "mega alianza" con el PAN y PRD para derrotar a Morena, instituto que, tras la muerte del senador Joel Molina, es casi un hecho que llevará como abanderada a Lorena Cuéllar Cisneros. Ella, por cierto, perdió ante Mena en la elección pasada. Al tiempo

Dijo alguna vez el otrora poderoso líder obrero, Fidel Velázquez Sánchez (+): "el que se mueve no sale en la foto". Se refería a que, ante la llegada de los procesos electorales, los servidores públicos debían "cuadrarse" con el jefe, mantenerse callados, prudentes, obedientes y esperar esa anhelada llamada telefónica en la que se les informaba que serían candidatos a gobernador, congresistas federales, locales o alcaldes.

Pero las cosas cambiaron, hoy se "mueven" sin la "autorización superior" para obtener un cargo de elección popular.

Hace algunos días, el gobernador de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez, mostró a la opinión pública que, para él, el ritual de la sucesión es cosa del pasado.

Y difundió una fotografía donde, si bien no dijo que el punto central fue la estrategia para los próximos comicios, apareció acompañado de sus tres "cartas fuertes" para la sucesión: Anabell Ávalos Zempoalteca, alcaldesa capitalina; Florentino Domínguez Ordóñez, titular de la Secretaría de Educación Pública y Noé Rodríguez Roldán, líder del PRI. Desde hace tiempo los tres, a discreción, ya promueven su imagen para ganar el mayor número de adeptos y llegar a la "silla grande".

Antaño, la sucesión estaba centrada en la imposición del Gobernador o del Presidente de la República y se mantenía, hasta el último momento, el nombre del "bueno (a)".

Por ejemplo, hace poco más de 30 años, Beatriz Paredes Rangel quería que fuera candidato Álvaro Salazar Lozano (+), pero el presidente Carlos Salinas de Gortari la envió a la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional del PRI y, sin más, designó candidato a José Antonio Álvarez Lima.

En 1998, el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León no dejó decidir a Álvarez Lima, así que se vio obligado a someter a consulta la elección del candidato, pero hábil, abrió el abanico y permitió que se inscribieran más de 10 aspirantes, algunos de muy bajo perfil como Lucía Carrasco Xochipa quien, siendo senadora, declaró que sí le gustaba el trabajo de la Cámara Alta, pero "extrañaba a sus totolitos". De ese nivel fue la contienda, pero en realidad el objetivo del Ejecutivo era impedir que Héctor Ortiz Ortiz, su eterno rival político, ganara el proceso interno.

Logró su cometido, y la victoria fue para Joaquín Cisneros Fernández, quien perdió los comicios ante el perredista Alfonso Sánchez Anaya. Álvarez Lima se mantuvo al margen de la elección al grado de no pronosticar el triunfo del priista pues hasta declaró en Coahuila –donde andaba de gira- que la moneda "estaba en el aire", lo que molestó a Cisneros.

Sánchez Anaya quiso que su esposa María del Carmen Ramírez fuera quien lo relevara en el cargo. Contra "viento y marea" la apoyó con todo, al grado de que, junto con ella, fue desconocido por el Comité Ejecutivo Nacional del PRD, que quería ese puesto para Gelacio Montiel Fuentes y, si bien fue abanderado por unos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación devolvió la candidatura a la primera dama, pero perdió ante el panista Héctor Ortiz Ortiz.

Ortiz tampoco pudo elegir sucesor. De Los Pinos recibió la llamada del presidente Felipe Calderón de que la "buena" era Adriana Dávila Fernández. La decisión no gustó al exrector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y se mantuvo al margen una buena parte de la campaña. Dávila perdió ante el priista Mariano González Zarur

Muy a su estilo, el ganadero quiso regresar al ritual del pasado y jugó hasta el último momento con el nombre del abanderado. Muchos creían que sería su gran amigo Ricardo García Portilla, pero al final se inclinó por Marco Antonio Mena Rodríguez.

Mena ya decidió con quiénes jugará y dejó fuera a Manuel Camacho Higareda, titular del Sepuede, quien también se apuntaba para el puesto.

Independientemente de quien sea el abanderado (a), lo más interesante será ver hasta dónde el PRI concreta una "mega alianza" con el PAN y PRD para derrotar a Morena, instituto que, tras la muerte del senador Joel Molina, es casi un hecho que llevará como abanderada a Lorena Cuéllar Cisneros. Ella, por cierto, perdió ante Mena en la elección pasada. Al tiempo