/ martes 26 de enero de 2021

Tintero | Gracias a los escépticos, demasiada Covid

Las cifras salen sobrando. Es de todos los días, se pueden contar por miles, pero ¿A quién le importa? Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, la subestimó y ahora la padece, cuando menos eso se dice desde Los Pinos, se espera que no sea una estrategia política como la utilizada por el entonces presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump para ganar adeptos en su reelección.

En la filosofía clásica, el escepticismo es una corriente basada en la duda, representada en la escuela por el filósofo griego Pirrón, quien decía que “no afirmaba nada, solo opinaba”.

El escepticismo se diferencia del negacionismo por exigir evidencia objetiva a las afirmaciones, y en caso de haber tal evidencia aceptarla, en tanto que cuestiona o rechaza las evidencias.

Lo cierto es que mientras aumentan los casos de coronavirus, disminuye la paciencia de la gente que se ha visto fuertemente impactada y busca la forma de subsistir.

Una amiga maestra, en la Universidad del Altiplano, me explicó que Pirrón de Elis fue un filósofo griego de la Antigüedad clásica, a quien se considera escéptico, e igualmente la inspiración de la escuela conocida como pirronismo. No lo entendía, ahora sí, pero la gente todavía no. El 17 de enero, El Sol de Tlaxcala informó, y lo hizo bien, de que tras conocer la indicación de la Secretaría de Salud del Gobierno de la República Tlaxcala pasaría a semáforo epidemiológico rojo ante el aumento de casos de Covid-19, los tlaxcaltecas dividieron sus opiniones en torno a la enfermedad.

De hecho, hasta ahora sigue igual, el confinamiento, el cubrebocas y el distanciamiento social, se han aplicado a medias en la entidad, pues parte de la ciudadanía sigue escéptica al coronavirus, aunque haya miles de contagiados y muertos por el virus.

Uno de los factores que ha provocado esas elevadas cifras es la desconfianza de los mexicanos a la información científica porque, a pesar de la dureza con la que la enfermedad ha atacado a una porción de la población, otra parte sigue sin reconocer la existencia del virus SARS-CoV-2.

A mediados de julio, a pesar de las cifras de decesos y contagios, el 9 % de los mexicanos, según medios nacionales, negaba la existencia del coronavirus

El miedo y la incertidumbre son dos de los sentimientos que han acompañado la evolución de los seres humanos a lo largo de la historia. El primero tiene que ver con la angustia. Y la segunda es reflejo de la falta de seguridad, de conocimiento seguro y claro de, algo, de certeza.

El tema es que a pesar de que la enfermedad ha atacado a una porción de la población y que las redes sociales todos los días publican esquelas por el mal, otra parte sigue sin reconocer la existencia del virus SARS-CoV-2.

Los tlaxcaltecas contrastaron puntos de vista en las redes sociales: mientras hay un sector que comprende y cree en el nuevo coronavirus, otro sigue escéptico y, sin tomar medidas preventivas, se congrega en espacios públicos y no respeta las acciones del Gobierno estatal.

Así, hay familias que expresaron que están dispuestas a acatar las disposiciones de evitar salir de casa, ni reunirse con familiares, en favor de la protección de sus integrantes. ¿Qué nos pasa?, la gente es incrédula y cuando se infecta anda llorando.

En México, prevalece, como dicen, un tipo de educación que mezcla tradiciones familiares, mentalidad cotidiana y una formación, incluso religiosa, que tiende al conservadurismo.

La sociedad mexicana relaciona cualquier fenómeno inexplicable o incierto con creencias preestablecidas.

El caso más emblemático: “Estaba equivocado”, reconoce Chuck Stacey, un hombre que, según contó en declaraciones a la cadena CNN, que era escéptico de Covid-19 y de las medidas que debían tomarse para frenar la propagación de la enfermedad. Que no sea así. Al tiempo.

¿Qué nos pasa?, la gente es incrédula y cuando se infecta anda llorando.

Las cifras salen sobrando. Es de todos los días, se pueden contar por miles, pero ¿A quién le importa? Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, la subestimó y ahora la padece, cuando menos eso se dice desde Los Pinos, se espera que no sea una estrategia política como la utilizada por el entonces presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump para ganar adeptos en su reelección.

En la filosofía clásica, el escepticismo es una corriente basada en la duda, representada en la escuela por el filósofo griego Pirrón, quien decía que “no afirmaba nada, solo opinaba”.

El escepticismo se diferencia del negacionismo por exigir evidencia objetiva a las afirmaciones, y en caso de haber tal evidencia aceptarla, en tanto que cuestiona o rechaza las evidencias.

Lo cierto es que mientras aumentan los casos de coronavirus, disminuye la paciencia de la gente que se ha visto fuertemente impactada y busca la forma de subsistir.

Una amiga maestra, en la Universidad del Altiplano, me explicó que Pirrón de Elis fue un filósofo griego de la Antigüedad clásica, a quien se considera escéptico, e igualmente la inspiración de la escuela conocida como pirronismo. No lo entendía, ahora sí, pero la gente todavía no. El 17 de enero, El Sol de Tlaxcala informó, y lo hizo bien, de que tras conocer la indicación de la Secretaría de Salud del Gobierno de la República Tlaxcala pasaría a semáforo epidemiológico rojo ante el aumento de casos de Covid-19, los tlaxcaltecas dividieron sus opiniones en torno a la enfermedad.

De hecho, hasta ahora sigue igual, el confinamiento, el cubrebocas y el distanciamiento social, se han aplicado a medias en la entidad, pues parte de la ciudadanía sigue escéptica al coronavirus, aunque haya miles de contagiados y muertos por el virus.

Uno de los factores que ha provocado esas elevadas cifras es la desconfianza de los mexicanos a la información científica porque, a pesar de la dureza con la que la enfermedad ha atacado a una porción de la población, otra parte sigue sin reconocer la existencia del virus SARS-CoV-2.

A mediados de julio, a pesar de las cifras de decesos y contagios, el 9 % de los mexicanos, según medios nacionales, negaba la existencia del coronavirus

El miedo y la incertidumbre son dos de los sentimientos que han acompañado la evolución de los seres humanos a lo largo de la historia. El primero tiene que ver con la angustia. Y la segunda es reflejo de la falta de seguridad, de conocimiento seguro y claro de, algo, de certeza.

El tema es que a pesar de que la enfermedad ha atacado a una porción de la población y que las redes sociales todos los días publican esquelas por el mal, otra parte sigue sin reconocer la existencia del virus SARS-CoV-2.

Los tlaxcaltecas contrastaron puntos de vista en las redes sociales: mientras hay un sector que comprende y cree en el nuevo coronavirus, otro sigue escéptico y, sin tomar medidas preventivas, se congrega en espacios públicos y no respeta las acciones del Gobierno estatal.

Así, hay familias que expresaron que están dispuestas a acatar las disposiciones de evitar salir de casa, ni reunirse con familiares, en favor de la protección de sus integrantes. ¿Qué nos pasa?, la gente es incrédula y cuando se infecta anda llorando.

En México, prevalece, como dicen, un tipo de educación que mezcla tradiciones familiares, mentalidad cotidiana y una formación, incluso religiosa, que tiende al conservadurismo.

La sociedad mexicana relaciona cualquier fenómeno inexplicable o incierto con creencias preestablecidas.

El caso más emblemático: “Estaba equivocado”, reconoce Chuck Stacey, un hombre que, según contó en declaraciones a la cadena CNN, que era escéptico de Covid-19 y de las medidas que debían tomarse para frenar la propagación de la enfermedad. Que no sea así. Al tiempo.

¿Qué nos pasa?, la gente es incrédula y cuando se infecta anda llorando.