/ martes 17 de septiembre de 2019

Tintero | “Grupos de vigilancia” o “autodefensas”, lo mismo

¿O de qué otra forma se entiende que, con frecuencia, haya linchamientos en la entidad?

  • Lo grave es que es una práctica que se ha normalizado sin importar la violencia o barbarie que pueda desatar.

El pasado sábado, El Sol de Tlaxcala publicó que el alcalde de Tenancingo, Daniel Martínez Serrano, alertó a las autoridades de los tres niveles de gobierno, de que existen intentos de la gente por conformar grupos de “autodefensas”, y solicitó al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dejar en forma permanente en la zona sur elementos de la Guardia Nacional.

El tema debe, desde luego, ocupar a los gobiernos estatal y de la República, aunque lo nieguen, pero estas amenazas no son nuevas en Tlaxcala

Desde el sexenio del panista Héctor Ortiz Ortiz, pero con mayor fuerza en la administración del priista Mariano González Zarur, en la mayoría de las poblaciones o fraccionamientos de Tlaxcala, el tema de crear “autodefensas” o “grupos de vigilancia” –ambos armados- ha sido recurrente entre los vecinos y por eso hay personas dispuestas a vigilar y a castigar a cualquiera que atente en contra de sus familias o de su patrimonio.

Lo grave es que es una práctica que se ha normalizado sin importar la violencia o barbarie que pueda desatar.

La proliferación de ilícitos en la entidad ha sido proporcional a la de grupos organizados de vecinos que buscan inhibir a la delincuencia y hacerse justicia por propia mano, por la indiferencia de las autoridades o falta de capacidad de la policía para contener al hampa común y organizada. ¿O de qué otra forma se entiende que, con frecuencia, haya linchamientos en la entidad?

Ya nadie los detiene, hay decenas de mantas que consignan atemorizantes amenazas a los ladrones. “Si los cachamos los vamos a linchar”, advierten en todas.

La presencia de estos grupos es resultado de la crisis de credibilidad y efectividad que permea por la acción nula de los policías.

Hace cinco años, Israel Campos Montiel, entonces líder del autollamado Movimiento Popular Socialista, advirtió de la creación de cinco grupos de ‘autodefensas’ en los municipios de Calpulalpan, Tequexquitla, Ixtacuixtla, Huamantla y Tlaxco, para hacer frente a la ola de delincuencia.

Pero fue más allá, presumió que tenían permisos oficiales para portar armas de fuego, pues estaban inscritos en un Club de Tiro y Caza, lo cual fue desmentido por los otroras secretario de Gobierno y comandante de la 23 Zona Militar, Ernesto Ordóñez Carrera, Arturo González García, respectivamente, aunque, en ese momento, en Zacatelco, había otras agrupaciones que se autodenominaban de la misma forma.

Quizás siembre terror entre las autoridades esta idea, pero lo que es innegable es la existencia de una sensación de inseguridad y desasosiego que impera en la población y que orilla a la gestación de células dispuestas a defenderse a ellos y a los suyos.

Pero para el caso es lo mismo, los “grupos vecinales” y de “autodefensa” siempre están armados con palos, piedras y algunos artefactos de fuego para linchar a los hampones que atrapan.

Sin lugar a dudas que esto representa un grave riesgo para la gobernabilidad en Tlaxcala, pero más allá del discurso y de su negativa para reconocer lo evidente, las autoridades deben tomar en cuenta la búsqueda de estrategias para recuperar la credibilidad de sus mandos y de sus efectivos policiacos, pero también para garantizar la seguridad de una sociedad cuya tranquilidad está en vilo.

Sean estos grupos considerados como autodefensas o simplemente de vigilancia, enfrentan el riesgo de desbocarse y atentar de manera sistemática contra delincuentes o inocentes ante la complacencia del resto de una población sumamente lastimada por el lastre de la delincuencia

Sobre todo porque la gente ya demostró que, frente a un ilícito cometido, no respeta a ley, a la autoridad y derecho humano alguno y mucho menos tiene un ápice de misericordia cuando llegue la hora de hacerse justicia. Hay complicidad entre ellos: nadie escucha ni ve nada, tampoco existe el dedo flamígero que la justicia podrá usar para hallar culpables y hacer justicia sobre “este supuesto acto de justicia”.

Hasta el próximo martes


¿O de qué otra forma se entiende que, con frecuencia, haya linchamientos en la entidad?

  • Lo grave es que es una práctica que se ha normalizado sin importar la violencia o barbarie que pueda desatar.

El pasado sábado, El Sol de Tlaxcala publicó que el alcalde de Tenancingo, Daniel Martínez Serrano, alertó a las autoridades de los tres niveles de gobierno, de que existen intentos de la gente por conformar grupos de “autodefensas”, y solicitó al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dejar en forma permanente en la zona sur elementos de la Guardia Nacional.

El tema debe, desde luego, ocupar a los gobiernos estatal y de la República, aunque lo nieguen, pero estas amenazas no son nuevas en Tlaxcala

Desde el sexenio del panista Héctor Ortiz Ortiz, pero con mayor fuerza en la administración del priista Mariano González Zarur, en la mayoría de las poblaciones o fraccionamientos de Tlaxcala, el tema de crear “autodefensas” o “grupos de vigilancia” –ambos armados- ha sido recurrente entre los vecinos y por eso hay personas dispuestas a vigilar y a castigar a cualquiera que atente en contra de sus familias o de su patrimonio.

Lo grave es que es una práctica que se ha normalizado sin importar la violencia o barbarie que pueda desatar.

La proliferación de ilícitos en la entidad ha sido proporcional a la de grupos organizados de vecinos que buscan inhibir a la delincuencia y hacerse justicia por propia mano, por la indiferencia de las autoridades o falta de capacidad de la policía para contener al hampa común y organizada. ¿O de qué otra forma se entiende que, con frecuencia, haya linchamientos en la entidad?

Ya nadie los detiene, hay decenas de mantas que consignan atemorizantes amenazas a los ladrones. “Si los cachamos los vamos a linchar”, advierten en todas.

La presencia de estos grupos es resultado de la crisis de credibilidad y efectividad que permea por la acción nula de los policías.

Hace cinco años, Israel Campos Montiel, entonces líder del autollamado Movimiento Popular Socialista, advirtió de la creación de cinco grupos de ‘autodefensas’ en los municipios de Calpulalpan, Tequexquitla, Ixtacuixtla, Huamantla y Tlaxco, para hacer frente a la ola de delincuencia.

Pero fue más allá, presumió que tenían permisos oficiales para portar armas de fuego, pues estaban inscritos en un Club de Tiro y Caza, lo cual fue desmentido por los otroras secretario de Gobierno y comandante de la 23 Zona Militar, Ernesto Ordóñez Carrera, Arturo González García, respectivamente, aunque, en ese momento, en Zacatelco, había otras agrupaciones que se autodenominaban de la misma forma.

Quizás siembre terror entre las autoridades esta idea, pero lo que es innegable es la existencia de una sensación de inseguridad y desasosiego que impera en la población y que orilla a la gestación de células dispuestas a defenderse a ellos y a los suyos.

Pero para el caso es lo mismo, los “grupos vecinales” y de “autodefensa” siempre están armados con palos, piedras y algunos artefactos de fuego para linchar a los hampones que atrapan.

Sin lugar a dudas que esto representa un grave riesgo para la gobernabilidad en Tlaxcala, pero más allá del discurso y de su negativa para reconocer lo evidente, las autoridades deben tomar en cuenta la búsqueda de estrategias para recuperar la credibilidad de sus mandos y de sus efectivos policiacos, pero también para garantizar la seguridad de una sociedad cuya tranquilidad está en vilo.

Sean estos grupos considerados como autodefensas o simplemente de vigilancia, enfrentan el riesgo de desbocarse y atentar de manera sistemática contra delincuentes o inocentes ante la complacencia del resto de una población sumamente lastimada por el lastre de la delincuencia

Sobre todo porque la gente ya demostró que, frente a un ilícito cometido, no respeta a ley, a la autoridad y derecho humano alguno y mucho menos tiene un ápice de misericordia cuando llegue la hora de hacerse justicia. Hay complicidad entre ellos: nadie escucha ni ve nada, tampoco existe el dedo flamígero que la justicia podrá usar para hallar culpables y hacer justicia sobre “este supuesto acto de justicia”.

Hasta el próximo martes