/ martes 5 de enero de 2021

Tintero | Llegó la hora de la “grilla”

A los tlaxcaltecas ya no asusta el coronavirus. Lo demostraron en las fiestas decembrinas en las que hicieron a un lado las medidas sanitarias para evitar contagios y, ahora, sin tomar en cuenta que la entidad transitó –del amarillo- al semáforo epidemiológico naranja, van con todo a lo que sigue: al proceso electoral de este año. Contagiarse de Covid-19 parece que ya es lo de menos, pues lo importante es saber quién es la “buena” o el “bueno” para la sucesión gubernamental.

A los tlaxcaltecas los procesos electorales de verdad los agitan; la gran mayoría forma grupos, se convierte en experto en prospectiva y, por adelantado, decide quién ganará. Decía el otrora gobernador priista, José Antonio Álvarez Lima, que Tlaxcala es “tierra de grillos”. Él se refería a que la mayoría de los tlaxcaltecas -a su modo- hace o intenta hacer política.

Y en serio muchos se la creen. Los más hábiles se rodean –si acaso- de 10 personas y se presentan como líderes de grupos que, según ellos, pueden hacer ganar o perder a un candidato, del nivel que sea.

Cada que hay comicios surgen decenas de dirigentes que “manejan” a personas (como si fueran objetos) y están dispuestos a venderse al mejor postor o a quien garantice un triunfo en las urnas, un espacio laboral y un sexenio de privilegios. Se dicen “operadores” políticos, pero en los hechos, si acaso garantizan su voto. Eso sí, son “reyes de la simulación”.

El tema es que –aunque sorprenda- resultan “útiles” para los candidatos pues representan una forma de medir fuerzas con los rivales. Es decir, aunque sean “patito”, si un aspirante a gobernador, senador, diputado federal, local, alcalde y hasta presidente de comunidad, demuestra a la opinión pública que cuenta con el apoyo de un mayor número de líderes, partidos o grupos, se sienten poderosos, cobijados y hasta seguros de triunfar.

Tlaxcala renovará este año 795 cargos de elección popular, pero el Poder Ejecutivo es el más importante porque ahí los grupos y partidos se juegan el todo por el todo. Varios personajes buscan la “silla grande” y, así como se ven las cosas, es casi seguro que una mujer será la próxima titular del Ejecutivo estatal.

Morena y sus aliados ya tienen en Lorena Cuéllar Cisneros, su “carta fuerte”, mientras que la alianza “Unidos por Tlaxcala”, que encabezan PRI PAN y PRD, definirá en los próximos días si van con la panista Minerva Hernández Ramos o con la priista Anabell Ávalos Zempoalteca.

Las tres, y no se necesita tener una encuesta para saber que son quienes mayor capital político poseen en la entidad, han trabajado por años para conquistar esa posición. Lorena Cuéllar, por ejemplo, ya fue candidata del PRD pero perdió ante el actual Ejecutivo, Marco Antonio Mena.

Hernández Ramos jugó –en su momento- con el PRD, pero cuando los dirigentes nacionales de ese instituto se dieron cuenta de que los votos no le alcanzaban para ganar, la “bajaron del caballo” y, literal, la obligaron a apoyar la campaña de la panista Adriana Dávila Fernández. Accedió, pero ni juntas lograron vencer al priista Mariano González Zarur.

Anabell Ávalos, por su lado, es la primera vez que compite abiertamente por la gubernatura estatal y siempre se ha mantenido en el PRI. Su posición, hasta hace algunos días, como alcaldesa de Tlaxcala, la mantiene vigente en los reflectores políticos.

Hay otros dos aspirantes: El independiente Jorge Moreno Durán y Juan Carlos Sánchez García quien busca ser candidato de las Redes Sociales Progresistas, el primero ya fue abanderado del PAN al gobierno en 1998 y perdió, mientras que el segundo –si es nominado- buscará abrirse paso en ese nivel de política. Ellos saben y muy bien, que entran a esta contienda solo para hacer ruido político.

Lo cierto es que en política nada está escrito, todo puede pasar.

A los tlaxcaltecas ya no asusta el coronavirus. Lo demostraron en las fiestas decembrinas en las que hicieron a un lado las medidas sanitarias para evitar contagios y, ahora, sin tomar en cuenta que la entidad transitó –del amarillo- al semáforo epidemiológico naranja, van con todo a lo que sigue: al proceso electoral de este año. Contagiarse de Covid-19 parece que ya es lo de menos, pues lo importante es saber quién es la “buena” o el “bueno” para la sucesión gubernamental.

A los tlaxcaltecas los procesos electorales de verdad los agitan; la gran mayoría forma grupos, se convierte en experto en prospectiva y, por adelantado, decide quién ganará. Decía el otrora gobernador priista, José Antonio Álvarez Lima, que Tlaxcala es “tierra de grillos”. Él se refería a que la mayoría de los tlaxcaltecas -a su modo- hace o intenta hacer política.

Y en serio muchos se la creen. Los más hábiles se rodean –si acaso- de 10 personas y se presentan como líderes de grupos que, según ellos, pueden hacer ganar o perder a un candidato, del nivel que sea.

Cada que hay comicios surgen decenas de dirigentes que “manejan” a personas (como si fueran objetos) y están dispuestos a venderse al mejor postor o a quien garantice un triunfo en las urnas, un espacio laboral y un sexenio de privilegios. Se dicen “operadores” políticos, pero en los hechos, si acaso garantizan su voto. Eso sí, son “reyes de la simulación”.

El tema es que –aunque sorprenda- resultan “útiles” para los candidatos pues representan una forma de medir fuerzas con los rivales. Es decir, aunque sean “patito”, si un aspirante a gobernador, senador, diputado federal, local, alcalde y hasta presidente de comunidad, demuestra a la opinión pública que cuenta con el apoyo de un mayor número de líderes, partidos o grupos, se sienten poderosos, cobijados y hasta seguros de triunfar.

Tlaxcala renovará este año 795 cargos de elección popular, pero el Poder Ejecutivo es el más importante porque ahí los grupos y partidos se juegan el todo por el todo. Varios personajes buscan la “silla grande” y, así como se ven las cosas, es casi seguro que una mujer será la próxima titular del Ejecutivo estatal.

Morena y sus aliados ya tienen en Lorena Cuéllar Cisneros, su “carta fuerte”, mientras que la alianza “Unidos por Tlaxcala”, que encabezan PRI PAN y PRD, definirá en los próximos días si van con la panista Minerva Hernández Ramos o con la priista Anabell Ávalos Zempoalteca.

Las tres, y no se necesita tener una encuesta para saber que son quienes mayor capital político poseen en la entidad, han trabajado por años para conquistar esa posición. Lorena Cuéllar, por ejemplo, ya fue candidata del PRD pero perdió ante el actual Ejecutivo, Marco Antonio Mena.

Hernández Ramos jugó –en su momento- con el PRD, pero cuando los dirigentes nacionales de ese instituto se dieron cuenta de que los votos no le alcanzaban para ganar, la “bajaron del caballo” y, literal, la obligaron a apoyar la campaña de la panista Adriana Dávila Fernández. Accedió, pero ni juntas lograron vencer al priista Mariano González Zarur.

Anabell Ávalos, por su lado, es la primera vez que compite abiertamente por la gubernatura estatal y siempre se ha mantenido en el PRI. Su posición, hasta hace algunos días, como alcaldesa de Tlaxcala, la mantiene vigente en los reflectores políticos.

Hay otros dos aspirantes: El independiente Jorge Moreno Durán y Juan Carlos Sánchez García quien busca ser candidato de las Redes Sociales Progresistas, el primero ya fue abanderado del PAN al gobierno en 1998 y perdió, mientras que el segundo –si es nominado- buscará abrirse paso en ese nivel de política. Ellos saben y muy bien, que entran a esta contienda solo para hacer ruido político.

Lo cierto es que en política nada está escrito, todo puede pasar.