/ martes 2 de agosto de 2022

Tintero | Mujeres Vs. mujeres, no

La nueva realidad de vida nos dice que ya no debe existir pleito entre mujeres y hombres, menos entre féminas.

Qué bueno que sigan ganando espacios, que demuestren que en muchas de las responsabilidades laborales son mejores profesionistas que los hombres, que son cumplidoras, emprendedoras y que no dependen del sexo opuesto, para avanzar y alcanzar el éxito. Ese es el camino a seguir.

Eso sí, si luchan por sus derechos, no deben imponerse obstáculos. Es remar contracorriente.

La historia dice que los violentos son los hombres y que toman decisiones a partir de sus impulsos, el principal, los celos, y a eso, refieren algunos estudiosos, a los sentimientos experimentados cuando alguien sospecha que la persona cuando siente “amor o cariño” por otra, se siente traicionada (o).

La felicidad, el odio y el llamado “amor” son un estado mental. El corazón no tiene nada que ver con las suposiciones de la gente, este órgano solo suministra oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo y elimina el dióxido de carbono y los elementos residuales. Es solo un motor para vivir.

El tema viene a colación porque María del Rocío Epazote Guzmán, esposa del presidente de San Pablo del Monte, Raúl Tomás Juárez, a quien apodan el “pollo”, por aquello de que es empresario productor de esa ave, arrojó agua con polvo picante al rostro de una empleada de la comuna con quien, sospecha, su esposo mantiene relaciones extramaritales. ¿En las personas racionales debió llegar a estos niveles? No, lo mejor como en el boxeo, era arrojar la toalla y reitarse. Ser prudente, pues.

Pero no lo hizo, aunque sigo pensando que su actitud, que es una condición humana, tiene que ver más con acto irracional, aunque aquí tiene más fondo que forma. Es decir, la señora tiene un comportamiento criminal que debe ser tratado con seriedad.

Y explico por qué: La señora Epazote sabía, bien asesorada, que podía arrojar esa combinación de sustancias porque el dolor sería similar al que un policía granadero arrojaría (para someterlo) a un protestante rijoso, es decir, como gas lacrimógeno o pimienta. El dolor es momentáneo, 20 minutos solo. Eso sí, de acuerdo con la ley penal, incurrió en un homicidio en grado de tentativa, pero -quizá- no pisará la cárcel si es que proceden.

Los “asesores”, policías quienes “misteriosamente” no estuvieron en el momento para defender a la mujer agredida y los abogados que recomendaron la fórmula lo saben. El tema es que implica al alcalde porque, aunque sea un asunto personal, igual que la Procuraduría General de Justicia, debe investigar una posible acción concertada de los propios trabajadores.

No basta con su destitución del cargo honorífico, la señora Epazote es una delincuente en potencia.

Pero a todo esto, las mujeres tienen ante sí un gran reto, pero ya no contra los varones sino contra ellas mismas: no degradarse como persona, aceptar -en serio- que todos somos iguales, que nadie es menos ni más porque tenga una gran fortuna económica y que, en la vida personal y laboral, no existen las jerarquías. Los cargos públicos son una mera circunstancia.

Poner fin a la desigualdad es algo que debe romperse de tajo, pero de qué sirve tanto movimiento social si quienes no ceden son ellas.

No deben ser las mujeres parte de ese vicio social ni repetir patrones ya despreciados. La vida es de igual a igual, o como dicen los americanos “fifty-fifty”, (cincuenta y cincuenta o mitad y mitad).

Según el estudiod de la revista Philosophical Transactions of the Royal Society, realizado por Tracy Vaillancourt y Aanchal Sharma, psicólogas de la Universidad de Ottawa, Estados Unidos de América, la violencia de género no se define por el dominio de los hombres sobre las mujeres, sino desde la acción de la mujer y del hombre mediante la cual perpetúan al varón como eje central de la estructura social de poder. Habrá que aplicarlo. Al tiempo

Poner fin a la desigualdad es algo que debe romperse de tajo, pero de qué sirve tanto movimiento social si quienes no ceden son ellas.


La nueva realidad de vida nos dice que ya no debe existir pleito entre mujeres y hombres, menos entre féminas.

Qué bueno que sigan ganando espacios, que demuestren que en muchas de las responsabilidades laborales son mejores profesionistas que los hombres, que son cumplidoras, emprendedoras y que no dependen del sexo opuesto, para avanzar y alcanzar el éxito. Ese es el camino a seguir.

Eso sí, si luchan por sus derechos, no deben imponerse obstáculos. Es remar contracorriente.

La historia dice que los violentos son los hombres y que toman decisiones a partir de sus impulsos, el principal, los celos, y a eso, refieren algunos estudiosos, a los sentimientos experimentados cuando alguien sospecha que la persona cuando siente “amor o cariño” por otra, se siente traicionada (o).

La felicidad, el odio y el llamado “amor” son un estado mental. El corazón no tiene nada que ver con las suposiciones de la gente, este órgano solo suministra oxígeno y nutrientes a todo el cuerpo y elimina el dióxido de carbono y los elementos residuales. Es solo un motor para vivir.

El tema viene a colación porque María del Rocío Epazote Guzmán, esposa del presidente de San Pablo del Monte, Raúl Tomás Juárez, a quien apodan el “pollo”, por aquello de que es empresario productor de esa ave, arrojó agua con polvo picante al rostro de una empleada de la comuna con quien, sospecha, su esposo mantiene relaciones extramaritales. ¿En las personas racionales debió llegar a estos niveles? No, lo mejor como en el boxeo, era arrojar la toalla y reitarse. Ser prudente, pues.

Pero no lo hizo, aunque sigo pensando que su actitud, que es una condición humana, tiene que ver más con acto irracional, aunque aquí tiene más fondo que forma. Es decir, la señora tiene un comportamiento criminal que debe ser tratado con seriedad.

Y explico por qué: La señora Epazote sabía, bien asesorada, que podía arrojar esa combinación de sustancias porque el dolor sería similar al que un policía granadero arrojaría (para someterlo) a un protestante rijoso, es decir, como gas lacrimógeno o pimienta. El dolor es momentáneo, 20 minutos solo. Eso sí, de acuerdo con la ley penal, incurrió en un homicidio en grado de tentativa, pero -quizá- no pisará la cárcel si es que proceden.

Los “asesores”, policías quienes “misteriosamente” no estuvieron en el momento para defender a la mujer agredida y los abogados que recomendaron la fórmula lo saben. El tema es que implica al alcalde porque, aunque sea un asunto personal, igual que la Procuraduría General de Justicia, debe investigar una posible acción concertada de los propios trabajadores.

No basta con su destitución del cargo honorífico, la señora Epazote es una delincuente en potencia.

Pero a todo esto, las mujeres tienen ante sí un gran reto, pero ya no contra los varones sino contra ellas mismas: no degradarse como persona, aceptar -en serio- que todos somos iguales, que nadie es menos ni más porque tenga una gran fortuna económica y que, en la vida personal y laboral, no existen las jerarquías. Los cargos públicos son una mera circunstancia.

Poner fin a la desigualdad es algo que debe romperse de tajo, pero de qué sirve tanto movimiento social si quienes no ceden son ellas.

No deben ser las mujeres parte de ese vicio social ni repetir patrones ya despreciados. La vida es de igual a igual, o como dicen los americanos “fifty-fifty”, (cincuenta y cincuenta o mitad y mitad).

Según el estudiod de la revista Philosophical Transactions of the Royal Society, realizado por Tracy Vaillancourt y Aanchal Sharma, psicólogas de la Universidad de Ottawa, Estados Unidos de América, la violencia de género no se define por el dominio de los hombres sobre las mujeres, sino desde la acción de la mujer y del hombre mediante la cual perpetúan al varón como eje central de la estructura social de poder. Habrá que aplicarlo. Al tiempo

Poner fin a la desigualdad es algo que debe romperse de tajo, pero de qué sirve tanto movimiento social si quienes no ceden son ellas.