/ martes 20 de octubre de 2020

Tintero | Organismo descalificado

Lo que mal empieza termina peor. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, impuso a su amiga Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El discurso de López Obrador del combate a la corrupción perdió fuerza cuando Piedra incurrió en varios excesos, como tener hasta cortes de carne y vinos caros en su refrigerador.

Lo cierto es que ese organismo ya perdió su razón de ser y la llegada de Piedra es fatal, pues no quiso renunciar a su militancia al Partido Movimiento Regeneración Nacional, instituto con hoy demasiados pleitos internos.

Aquí en Tlaxcala, por ejemplo, el organismo es un fiasco. Tenemos un personaje que preside la Comision Estatal de Derechos Humanos y es famoso por copiar en los exámenes que ha realizado para aspirar a cargos públicos.

El 16 de febrero de 1993, el organismo surgió en Tlaxcala para, supuestamente, con personas de reconocido prestigio y solvencia moral ante la sociedad, combatir los abusos de las autoridades estatales y municipales, solo que no fue así.

En 27 años de funciones, el resultado es lamentable: casi diez millones de pesos atribuidos a malos manejos financieros de expresidentes, consejeros y administrativos siguen perdidos y, aun cuando las denuncias fueron presentadas en tiempo y forma ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, no hay un solo responsable. Al hoy titular de esa dependencia, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, nada le importa y conoce bien el tema.

Si bien la ley establece que los miembros de ese organismo deben gozar de un reconocido “prestigio ante la sociedad”, el entonces gobernador José Antonio Álvarez Lima impuso, aunque solo por un año, a Roberto Rivera Castillo (+) como el primer ombudsman tlaxcalteca.

Como abogado, Rivera sí gozaba de “prestigio” pero no precisamente por haber sido un gran defensor de los Derechos Humanos.

En los círculos policiacos, Roberto era bien conocido por su afición a las llamadas 'calentadas' que los entonces judiciales (hoy ministeriales) daban a los presuntos delincuentes para que confesaran ilícitos.

Luego, el 25 de febrero de 1994, Álvarez Lima nombró en forma directa a Victoria Morales Cortés como ombudswoman. Solo que doña “Vicky”, como la llamaban sus 'amigos', en lugar de poner en alto al género que representaba, se sirvió con la “cuchara” grande.

Y aun cuando fue acusada presuntamente de usar a la CEDH con fines políticos, de desviar dinero público y de dar chamba a toda su parentela, logró mantenerse, por supuesto con la complicidad de algunas autoridades estatales y diputados del Partido Revolucionario Institucional, hasta mediados de junio de 2001.

En 1998 se descaró y usó sin pudor alguno, según la denuncia que enfrentó ante la PGJE, dinero del organismo, recursos materiales y humanos para la campaña de Joaquín Cisneros Fernández, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la gubernatura de Tlaxcala.

Con la derrota de Cisneros, Morales Cortés también perdió y el Gobierno del perredista Alfonso Sánchez Anaya presentó sendas denuncias contra ella por malos manejos financieros por más de seis millones de pesos, que supuestamente fueron para apoyar a las campañas del PRI. Tienen casi 30 años estas denuncias en la 'congeladora' de la PGJE y nadie preguntó por ello, bueno ya prescribieron.

La CEDH, desde su nacimiento, se ha convertido en 'coto de poder' de los legisladores en turno, quienes negocian espacios laborales para sus familiares, 'cuates', y hasta parejas sentimentales. Hoy Víctor Manuel Cid del Prado Pineda es el mejor ejemplo de ello.

Con estas prácticas, y gracias a que ha sido politizada y ha perdido autoridad moral, la CEDH sigue siendo 'blanco de ataques' de quienes, a estas alturas, todavía creen que no sirve para nada

En semanas pasadas, la CEDH cumplió 27 años de vida institucional. Un organismo que durante esta travesía se ha visto envuelto en situaciones complicadas con varios de sus titulares que han personificando hechos bochornosos y que han sometido a la institución al escarnio y “ridículo mediático”.

También hay que decirlo, otros titulares desarrollaron un trabajo que, en su momento, posicionó al organismo, con temas progresistas de gran calado en la defensa de los Derechos Humanos.

Lo que mal empieza termina peor. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, impuso a su amiga Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

El discurso de López Obrador del combate a la corrupción perdió fuerza cuando Piedra incurrió en varios excesos, como tener hasta cortes de carne y vinos caros en su refrigerador.

Lo cierto es que ese organismo ya perdió su razón de ser y la llegada de Piedra es fatal, pues no quiso renunciar a su militancia al Partido Movimiento Regeneración Nacional, instituto con hoy demasiados pleitos internos.

Aquí en Tlaxcala, por ejemplo, el organismo es un fiasco. Tenemos un personaje que preside la Comision Estatal de Derechos Humanos y es famoso por copiar en los exámenes que ha realizado para aspirar a cargos públicos.

El 16 de febrero de 1993, el organismo surgió en Tlaxcala para, supuestamente, con personas de reconocido prestigio y solvencia moral ante la sociedad, combatir los abusos de las autoridades estatales y municipales, solo que no fue así.

En 27 años de funciones, el resultado es lamentable: casi diez millones de pesos atribuidos a malos manejos financieros de expresidentes, consejeros y administrativos siguen perdidos y, aun cuando las denuncias fueron presentadas en tiempo y forma ante la Procuraduría General de Justicia del Estado, no hay un solo responsable. Al hoy titular de esa dependencia, José Antonio Aquiahuatl Sánchez, nada le importa y conoce bien el tema.

Si bien la ley establece que los miembros de ese organismo deben gozar de un reconocido “prestigio ante la sociedad”, el entonces gobernador José Antonio Álvarez Lima impuso, aunque solo por un año, a Roberto Rivera Castillo (+) como el primer ombudsman tlaxcalteca.

Como abogado, Rivera sí gozaba de “prestigio” pero no precisamente por haber sido un gran defensor de los Derechos Humanos.

En los círculos policiacos, Roberto era bien conocido por su afición a las llamadas 'calentadas' que los entonces judiciales (hoy ministeriales) daban a los presuntos delincuentes para que confesaran ilícitos.

Luego, el 25 de febrero de 1994, Álvarez Lima nombró en forma directa a Victoria Morales Cortés como ombudswoman. Solo que doña “Vicky”, como la llamaban sus 'amigos', en lugar de poner en alto al género que representaba, se sirvió con la “cuchara” grande.

Y aun cuando fue acusada presuntamente de usar a la CEDH con fines políticos, de desviar dinero público y de dar chamba a toda su parentela, logró mantenerse, por supuesto con la complicidad de algunas autoridades estatales y diputados del Partido Revolucionario Institucional, hasta mediados de junio de 2001.

En 1998 se descaró y usó sin pudor alguno, según la denuncia que enfrentó ante la PGJE, dinero del organismo, recursos materiales y humanos para la campaña de Joaquín Cisneros Fernández, candidato del Partido Revolucionario Institucional a la gubernatura de Tlaxcala.

Con la derrota de Cisneros, Morales Cortés también perdió y el Gobierno del perredista Alfonso Sánchez Anaya presentó sendas denuncias contra ella por malos manejos financieros por más de seis millones de pesos, que supuestamente fueron para apoyar a las campañas del PRI. Tienen casi 30 años estas denuncias en la 'congeladora' de la PGJE y nadie preguntó por ello, bueno ya prescribieron.

La CEDH, desde su nacimiento, se ha convertido en 'coto de poder' de los legisladores en turno, quienes negocian espacios laborales para sus familiares, 'cuates', y hasta parejas sentimentales. Hoy Víctor Manuel Cid del Prado Pineda es el mejor ejemplo de ello.

Con estas prácticas, y gracias a que ha sido politizada y ha perdido autoridad moral, la CEDH sigue siendo 'blanco de ataques' de quienes, a estas alturas, todavía creen que no sirve para nada

En semanas pasadas, la CEDH cumplió 27 años de vida institucional. Un organismo que durante esta travesía se ha visto envuelto en situaciones complicadas con varios de sus titulares que han personificando hechos bochornosos y que han sometido a la institución al escarnio y “ridículo mediático”.

También hay que decirlo, otros titulares desarrollaron un trabajo que, en su momento, posicionó al organismo, con temas progresistas de gran calado en la defensa de los Derechos Humanos.