/ martes 15 de septiembre de 2020

Tintero | Otra vez el discurso de odio

Enloqueció, yo digo. Donald Trump no cambia, en su primera declaración oficial tras haber ganado las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América, dijo que "lo que vamos a hacer es que vamos a echar del país o vamos a encarcelar a todos los que tienen antecedentes criminales, traficantes de drogas, miembros de bandas, probablemente dos millones, podrían ser hasta tres millones. Los vamos a sacar del país. Están aquí ilegalmente".


Y sentenció que cuando esté ‘segura’ la frontera, tomará una decisión "sobre la gente (migrante) de la que hablan (los medios), que es gente estupenda".


Sigue con su mismo discurso y, Andrés Manuel López Obrador, como candidato a la presidencia de México, que prometió responderle, y enfrentarlo, no dice nada


Una vez escribí But ¿How will you know that Mr. Trump? (¿Cómo sabrás eso señor Trump?)


Nadie lo sabe. Cada año, miles de tlaxcaltecas emigran a los EE.UU. buscando un supuesto éxito que, casi nunca llega.


La gran mayoría emigra empujada por la incapacidad del Gobierno para garantizar el bienestar de las familias con suficientes empleos y bien pagados.


Otros como bien intuye Trump, llegan a ese país del norte huyendo de la justicia, de compromisos familiares que no quieren afrontar –matrimonios, manutención de hijos y embarazos no deseados- o porque simplemente quienes ya vivieron allá, a su regreso, presumiendo que ganaban ‘billetes verdes’ a ‘diestra y siniestra’.


Las cifras actuales señalan que en Canadá y EE.UU. viven unos 180 mil tlaxcaltecas y, de ellos, casi el 80 % es indocumentado.


Cómo sabrá Trump qué porcentaje de aquellos que ya lograron establecerse en Connecticut, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Filadelfia y California, son buenos y malos.


Suena rudo pero ¿solo por ser ilegales?


Desde su llegada fueron discriminados, golpeados, vejados y humillados. Todos han sido tratados con la punta del pie. Luego entonces ¿todos son malos?


O cuántos de esos ‘buenos ilegales’ o ‘estupendas personas’ como les llama Trump, también enfrentaron en ese país la escasez de empleo y el racismo de los norteamericanos que seguramente crecerá gracias al discurso de odio.


Qué importa si son buenos o malos. El asunto es que en EE.UU. no respetan los derechos de los migrantes y aquí, en México, al Gobierno no les ha interesado apoyarlos ni tampoco han hecho nada por evitar que ese ‘sueño americano’ sea una real pesadilla.


La promesa de distribuir miles de ejemplares del Manual del Migrante Tlaxcalteca e integrar enlaces en los 60 municipios para atender las necesidades de este sector de la población, se quedó en el tintero o cuando menos públicamente nada se sabe de ello, por aquello de que son ‘finos’ para esconder la información oficial.


La ola de violencia y racismo contra los ilegales tlaxcaltecas no es nueva. Siempre ha existido, lo mismo que el muro


Ante las ofensas públicas de un arrebatado millonario convertido en político, en México, alcaldes, diputados, senadores, líderes de partidos, gobernadores, y hasta expresidentes, se han rasgado las vestiduras para destrozar la yugular de Trump (como si mucho importara al sujeto) pero jamás, cuando pudieron o han podido, hicieron algo por apoyar y atender las necesidades mínimas de los migrantes. Ahora es amigo de López Obrador.


Reasignarse a que los indocumentados sean ‘echados a patadas’ de la Unión Americana será vivir en el error.


Suponiendo sin conceder que Trump logra su cometido y regresan, en su casi nula reelección, a Tlaxcala a más de cien mil migrantes, ¿qué haría el gobierno estatal?, ¿dónde los empleará?, ¿acaso en las grandes empresas que hoy están paralizadas por el coronavirus?


Ya es tiempo de actuar por los migrantes y López Obrador ya debe ponerse las pilas, hacer algo al respecto, no actuar como los gobiernos priistas y desterrar discursos que por años, no han servido para atender y resolver esta problemática social. Señor presidente ¿su silencio no es suyo?


La propuesta de Trump de echar a los malos es inviable, el asunto es que en sus arrebatos, todo puede pasar; que las redadas ‘agarren parejo’, hasta de aquellos, los buenos, que son los más y que, desde allá, soportan una buena parte de la economía local. Al tiempo.


Enloqueció, yo digo. Donald Trump no cambia, en su primera declaración oficial tras haber ganado las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América, dijo que "lo que vamos a hacer es que vamos a echar del país o vamos a encarcelar a todos los que tienen antecedentes criminales, traficantes de drogas, miembros de bandas, probablemente dos millones, podrían ser hasta tres millones. Los vamos a sacar del país. Están aquí ilegalmente".


Y sentenció que cuando esté ‘segura’ la frontera, tomará una decisión "sobre la gente (migrante) de la que hablan (los medios), que es gente estupenda".


Sigue con su mismo discurso y, Andrés Manuel López Obrador, como candidato a la presidencia de México, que prometió responderle, y enfrentarlo, no dice nada


Una vez escribí But ¿How will you know that Mr. Trump? (¿Cómo sabrás eso señor Trump?)


Nadie lo sabe. Cada año, miles de tlaxcaltecas emigran a los EE.UU. buscando un supuesto éxito que, casi nunca llega.


La gran mayoría emigra empujada por la incapacidad del Gobierno para garantizar el bienestar de las familias con suficientes empleos y bien pagados.


Otros como bien intuye Trump, llegan a ese país del norte huyendo de la justicia, de compromisos familiares que no quieren afrontar –matrimonios, manutención de hijos y embarazos no deseados- o porque simplemente quienes ya vivieron allá, a su regreso, presumiendo que ganaban ‘billetes verdes’ a ‘diestra y siniestra’.


Las cifras actuales señalan que en Canadá y EE.UU. viven unos 180 mil tlaxcaltecas y, de ellos, casi el 80 % es indocumentado.


Cómo sabrá Trump qué porcentaje de aquellos que ya lograron establecerse en Connecticut, Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Filadelfia y California, son buenos y malos.


Suena rudo pero ¿solo por ser ilegales?


Desde su llegada fueron discriminados, golpeados, vejados y humillados. Todos han sido tratados con la punta del pie. Luego entonces ¿todos son malos?


O cuántos de esos ‘buenos ilegales’ o ‘estupendas personas’ como les llama Trump, también enfrentaron en ese país la escasez de empleo y el racismo de los norteamericanos que seguramente crecerá gracias al discurso de odio.


Qué importa si son buenos o malos. El asunto es que en EE.UU. no respetan los derechos de los migrantes y aquí, en México, al Gobierno no les ha interesado apoyarlos ni tampoco han hecho nada por evitar que ese ‘sueño americano’ sea una real pesadilla.


La promesa de distribuir miles de ejemplares del Manual del Migrante Tlaxcalteca e integrar enlaces en los 60 municipios para atender las necesidades de este sector de la población, se quedó en el tintero o cuando menos públicamente nada se sabe de ello, por aquello de que son ‘finos’ para esconder la información oficial.


La ola de violencia y racismo contra los ilegales tlaxcaltecas no es nueva. Siempre ha existido, lo mismo que el muro


Ante las ofensas públicas de un arrebatado millonario convertido en político, en México, alcaldes, diputados, senadores, líderes de partidos, gobernadores, y hasta expresidentes, se han rasgado las vestiduras para destrozar la yugular de Trump (como si mucho importara al sujeto) pero jamás, cuando pudieron o han podido, hicieron algo por apoyar y atender las necesidades mínimas de los migrantes. Ahora es amigo de López Obrador.


Reasignarse a que los indocumentados sean ‘echados a patadas’ de la Unión Americana será vivir en el error.


Suponiendo sin conceder que Trump logra su cometido y regresan, en su casi nula reelección, a Tlaxcala a más de cien mil migrantes, ¿qué haría el gobierno estatal?, ¿dónde los empleará?, ¿acaso en las grandes empresas que hoy están paralizadas por el coronavirus?


Ya es tiempo de actuar por los migrantes y López Obrador ya debe ponerse las pilas, hacer algo al respecto, no actuar como los gobiernos priistas y desterrar discursos que por años, no han servido para atender y resolver esta problemática social. Señor presidente ¿su silencio no es suyo?


La propuesta de Trump de echar a los malos es inviable, el asunto es que en sus arrebatos, todo puede pasar; que las redadas ‘agarren parejo’, hasta de aquellos, los buenos, que son los más y que, desde allá, soportan una buena parte de la economía local. Al tiempo.