/ martes 31 de mayo de 2022

Tintero | Rápidas y furiosas

Surgieron para que la gente tuviera una mayor movilidad vial ante la lentitud de los automóviles de 1867. En ese año, el estadounidense Sylvester Howard Roper inventó un motor de cilindros a vapor (accionado por carbón) y lo integró a una bicicleta. A esta se le consideró realmente como la primera motocicleta.

Con el paso del tiempo, las máquinas han evolucionado y, ahora hay de todo tipo, hasta veloces que alcanzan los casi 300 kilómetros por hora.

El problema es que, en la actualidad, su uso se ha convertido en un grave problema. Las autoridades han mostrado una total incapacidad para controlar a sus operadores.

Quienes conducen una motocicleta son los principales responsables de los accidentes viables, en su gran mayoría con finales fatales.

Explico: las máquinas enloquecen a las personas, principalmente a los jóvenes pues manejar con exceso de velocidad eleva su adrenalina, los vuelve poderosos y hasta les resulta placentero.

  • Tlaxcala enfrenta serios problemas viales. Por la capital del estado circulan, a diario en promedio, unas 15 mil unidades, entre automóviles particulares, combis, autobuses, taxis y motos.

Es complicado manejar en la capital del estado. Tan solo, para salir de Tlaxcala y entrar a la autopista Tlaxcala-Texmelucan es, a todas horas, un martirio.

Ante la falta de criterio de los elementos policiacos que ven largas filas de carros y no les permiten continuar aunque el semáforo está en color rojo y de las autoridades municipales que apuestan a todo a semáforos sin coordinación, de la central camionera a la zona llamada el Trebol, viajar en carro es una pérdida de hasta 30 minutos. Incluso, una persona, caminando puede llegar más rápido.

Pero nadie hace caso por resolver este problema social que cada vez crece más. En Tlaxcala todo el día hay “horas pico” y es ahí es donde las motocicletas se han convertido en un medio de transporte ágil para llegar a un destino.

El asunto que operan en el desorden. Sus conductores, casi siempre, rebasan por la derecha lo que significa un riesgo para todos, conducen sin control de velocidad, no respetan semáforos y no usan casco.

Eso sí, algunas empresas han aprovechado los vacíos oficiales para ofrecer motonetas (solo circulan en vías estatales) y motocicletas (en federales) a pagos semanales lo que, aunque a la larga resulta una enorme deuda, es una forma fácil para una familia o un joven de poseer una unidad.

Otros negocios de comida rápida, farmacias, paquetería y cobradores, las emplean para el traslado rápido de sus empleados. Ante la celeridad con la que tienen que entregar los pedidos, los motociclistas conducen “rápidos y furiosos” para llegar a tiempo y no perder comisiones o bonos de productividad.

No existe en los gobiernos federal y estatal una institución que regule esta forma de trabajo que pone en riesgo, no solo la vida de las personas que manejan una moto, sino a quienes viajan en otro medio de transporte.

Lo más que alguna vez hizo la entonces llamada Secretaría de Comunicaciones y Transportes, fue decomisar motos cuyos conductores no usaban casco de protección, licencia de conducir y placas.

Pero ya no hay orden y, de nada sirve, que el gobierno ponga en marcha programas para evitar accidentes, si de raíz no atienden las causas. No se trata de prohibir su operación pero si de regularla porque el tema se les está saliendo de las manos.

Pero también es urgente poner un alto a las empresas que, como una forma de trabajo para obtener más ganancias, siguen ofreciendo el “servicio rápido a domicilio”. Solo debería existir la entrega de productos a casa sin un tiempo límite.

Son un riesgo en las calles y llevan consigo el símbolo de la muerte latente. Al tiempo

Surgieron para que la gente tuviera una mayor movilidad vial ante la lentitud de los automóviles de 1867. En ese año, el estadounidense Sylvester Howard Roper inventó un motor de cilindros a vapor (accionado por carbón) y lo integró a una bicicleta. A esta se le consideró realmente como la primera motocicleta.

Con el paso del tiempo, las máquinas han evolucionado y, ahora hay de todo tipo, hasta veloces que alcanzan los casi 300 kilómetros por hora.

El problema es que, en la actualidad, su uso se ha convertido en un grave problema. Las autoridades han mostrado una total incapacidad para controlar a sus operadores.

Quienes conducen una motocicleta son los principales responsables de los accidentes viables, en su gran mayoría con finales fatales.

Explico: las máquinas enloquecen a las personas, principalmente a los jóvenes pues manejar con exceso de velocidad eleva su adrenalina, los vuelve poderosos y hasta les resulta placentero.

  • Tlaxcala enfrenta serios problemas viales. Por la capital del estado circulan, a diario en promedio, unas 15 mil unidades, entre automóviles particulares, combis, autobuses, taxis y motos.

Es complicado manejar en la capital del estado. Tan solo, para salir de Tlaxcala y entrar a la autopista Tlaxcala-Texmelucan es, a todas horas, un martirio.

Ante la falta de criterio de los elementos policiacos que ven largas filas de carros y no les permiten continuar aunque el semáforo está en color rojo y de las autoridades municipales que apuestan a todo a semáforos sin coordinación, de la central camionera a la zona llamada el Trebol, viajar en carro es una pérdida de hasta 30 minutos. Incluso, una persona, caminando puede llegar más rápido.

Pero nadie hace caso por resolver este problema social que cada vez crece más. En Tlaxcala todo el día hay “horas pico” y es ahí es donde las motocicletas se han convertido en un medio de transporte ágil para llegar a un destino.

El asunto que operan en el desorden. Sus conductores, casi siempre, rebasan por la derecha lo que significa un riesgo para todos, conducen sin control de velocidad, no respetan semáforos y no usan casco.

Eso sí, algunas empresas han aprovechado los vacíos oficiales para ofrecer motonetas (solo circulan en vías estatales) y motocicletas (en federales) a pagos semanales lo que, aunque a la larga resulta una enorme deuda, es una forma fácil para una familia o un joven de poseer una unidad.

Otros negocios de comida rápida, farmacias, paquetería y cobradores, las emplean para el traslado rápido de sus empleados. Ante la celeridad con la que tienen que entregar los pedidos, los motociclistas conducen “rápidos y furiosos” para llegar a tiempo y no perder comisiones o bonos de productividad.

No existe en los gobiernos federal y estatal una institución que regule esta forma de trabajo que pone en riesgo, no solo la vida de las personas que manejan una moto, sino a quienes viajan en otro medio de transporte.

Lo más que alguna vez hizo la entonces llamada Secretaría de Comunicaciones y Transportes, fue decomisar motos cuyos conductores no usaban casco de protección, licencia de conducir y placas.

Pero ya no hay orden y, de nada sirve, que el gobierno ponga en marcha programas para evitar accidentes, si de raíz no atienden las causas. No se trata de prohibir su operación pero si de regularla porque el tema se les está saliendo de las manos.

Pero también es urgente poner un alto a las empresas que, como una forma de trabajo para obtener más ganancias, siguen ofreciendo el “servicio rápido a domicilio”. Solo debería existir la entrega de productos a casa sin un tiempo límite.

Son un riesgo en las calles y llevan consigo el símbolo de la muerte latente. Al tiempo