/ martes 11 de mayo de 2021

Tintero | Sigilosos e incumplidos

Viviendo un pasado al que nadie quiere regresar, los políticos siguen siendo sigilosos e incumplidos con la ley: quieren hacer todo de última hora y luego se andan quejando de que los organismos electorales no funcionan.

Una conducta sigilosa suele desarrollarse cuando uno espera no ser descubierto o pretende que su presencia no sea advertida y, eso, precisamente es lo que realizan los líderes partidistas a la hora de registrar quienes los representarán en las urnas y quienes, por cierto, también hacen lo propio.

Siempre salen con el patético argumento de que es una estrategia, pero ¿Cuál? Eso se vivió antaño y se llamaba paranoia política: utilizaban hasta el último segundo del día –en que se vencían los plazos legales- para realizar trámites ante los órganos electorales para evitar que quien no había sido favorecido en una designación política protestara y echara a perder la fiesta del ungido.

Pero las cosas ya cambiaron. Se vive en un momento de transparencia donde la gente quiere saber quién los quiere representar en las urnas, qué ofrece y quiénes lo acompañarán en esa batalla, pero sobre todo, saber que respeten a los organismos electorales y que los que discursos políticos se traduzcan en hechos y no solo sean de "dientes para afuera" .

Pero no, siguen viviendo en esa paranoia de que alguien les robará sus ideas, militantes, dinero, o reflectores. Sí, como no.

Tan difícil es decir: me voy a registrar y lo hago a plena luz del día cumpliendo con toda la documentación solicitada.

Pero el sigilo suena más bien a plan con maña. Los políticos saben perfectamente que, a esas horas en que operan, difícilmente serán vigilados por la opinión pública ante cualquier exceso que cometan y que si algo les sale mal, acusarán a la autoridad de que no actúa correctamente.

El problema es que si así se comportan cuando apenas son aspirantes a un puesto, imagínese lo que harán en el ejercicio de sus funciones.

Pero no solo son sigilosos, también son tramposos e incumplidos. Explico: Gracias a que los partidos no respetaron las acciones afirmativas aprobadas por el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE), en materia de juventud, postulaciones de la diversidad sexual y del principio constitucional de paridad de género, los abanderados no pudieron iniciar campaña el cuatro de mayo. Nunca en la historia moderna de Tlaxcala había ocurrido algo así.

Bien se vio el Consejo General del ITE en impedir que unos 18 mil aspirantes a integrantes de ayuntamientos salieran -"por sus pistolas" - a hacer proselitismo, aunque debió cancelarles el registro por irresponsables. Lo merecían

EPÍLOGO…

LIMITACIONES… El semáforo verde que autorizó, a partir de ayer lunes, el gobierno de la República a la administración estatal de Marco Antonio Mena Rodríguez, no es un cheque en blanco para que la gente haga lo que se le pague la gana.

Es solamente un prueba difícil, sobre todo, porque se vio que, en plena crisis de la pandemia, muchas personas no respetaban las medidas sanitarias, hacían eventos masivos políticos y bailes “sonideros” poniendo en riesgo la salud de miles de tlaxcaltecas

Ya se verá hasta dónde la gente mantiene esa prudencia de la que tanto han hablado las autoridades del sector salud, pues el semáforo verde no es un regalo de la administración de Andrés Manuel López Obrador a Mena, sino un reconocimiento de que, aun con muchos excesos y sin sanciones de por medio, la mayoría de gente sí cuido la salud. Al tiempo.

Viviendo un pasado al que nadie quiere regresar, los políticos siguen siendo sigilosos e incumplidos con la ley: quieren hacer todo de última hora y luego se andan quejando de que los organismos electorales no funcionan.

Una conducta sigilosa suele desarrollarse cuando uno espera no ser descubierto o pretende que su presencia no sea advertida y, eso, precisamente es lo que realizan los líderes partidistas a la hora de registrar quienes los representarán en las urnas y quienes, por cierto, también hacen lo propio.

Siempre salen con el patético argumento de que es una estrategia, pero ¿Cuál? Eso se vivió antaño y se llamaba paranoia política: utilizaban hasta el último segundo del día –en que se vencían los plazos legales- para realizar trámites ante los órganos electorales para evitar que quien no había sido favorecido en una designación política protestara y echara a perder la fiesta del ungido.

Pero las cosas ya cambiaron. Se vive en un momento de transparencia donde la gente quiere saber quién los quiere representar en las urnas, qué ofrece y quiénes lo acompañarán en esa batalla, pero sobre todo, saber que respeten a los organismos electorales y que los que discursos políticos se traduzcan en hechos y no solo sean de "dientes para afuera" .

Pero no, siguen viviendo en esa paranoia de que alguien les robará sus ideas, militantes, dinero, o reflectores. Sí, como no.

Tan difícil es decir: me voy a registrar y lo hago a plena luz del día cumpliendo con toda la documentación solicitada.

Pero el sigilo suena más bien a plan con maña. Los políticos saben perfectamente que, a esas horas en que operan, difícilmente serán vigilados por la opinión pública ante cualquier exceso que cometan y que si algo les sale mal, acusarán a la autoridad de que no actúa correctamente.

El problema es que si así se comportan cuando apenas son aspirantes a un puesto, imagínese lo que harán en el ejercicio de sus funciones.

Pero no solo son sigilosos, también son tramposos e incumplidos. Explico: Gracias a que los partidos no respetaron las acciones afirmativas aprobadas por el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE), en materia de juventud, postulaciones de la diversidad sexual y del principio constitucional de paridad de género, los abanderados no pudieron iniciar campaña el cuatro de mayo. Nunca en la historia moderna de Tlaxcala había ocurrido algo así.

Bien se vio el Consejo General del ITE en impedir que unos 18 mil aspirantes a integrantes de ayuntamientos salieran -"por sus pistolas" - a hacer proselitismo, aunque debió cancelarles el registro por irresponsables. Lo merecían

EPÍLOGO…

LIMITACIONES… El semáforo verde que autorizó, a partir de ayer lunes, el gobierno de la República a la administración estatal de Marco Antonio Mena Rodríguez, no es un cheque en blanco para que la gente haga lo que se le pague la gana.

Es solamente un prueba difícil, sobre todo, porque se vio que, en plena crisis de la pandemia, muchas personas no respetaban las medidas sanitarias, hacían eventos masivos políticos y bailes “sonideros” poniendo en riesgo la salud de miles de tlaxcaltecas

Ya se verá hasta dónde la gente mantiene esa prudencia de la que tanto han hablado las autoridades del sector salud, pues el semáforo verde no es un regalo de la administración de Andrés Manuel López Obrador a Mena, sino un reconocimiento de que, aun con muchos excesos y sin sanciones de por medio, la mayoría de gente sí cuido la salud. Al tiempo.