/ martes 4 de mayo de 2021

Tintero | Síndrome financiero, un problema social

Una cosa es poder y otra es creer que se puede.

Explico: En las viejas haciendas cuando un acasillado cobraba su "raya", de inmediato la malgastaba en la tienda del patrón: compraba chito en exceso y pulque que eran los productos más caros de esa época y que representaban un privilegio para los campesinos.

El tema es que gastaba toda su "raya" en el fin de semana y durante los demás días, junto con su familia, tenía que conformarse con comer frijoles, tortillas e ingerir té elaborado con yerbas del campo. Algo mismo está pasando en la actualidad. Los precios de la canasta básica aumentaron y el dinero no alcanza pero, aun así, la gente, aparentando, sigue abarrotando las tiendas gubernamentales y departamentales de prestigio gastando algo que no tiene.

Especialistas en el tema sostienen que el síndrome del desorden financiero es una conducta exagerada mediante la cual una persona gasta su dinero compulsivamente sin pensar en el futuro y sin tener en cuenta las consecuencias negativas que su actitud puede generar en su propia vida y en la de los demás. Es en realidad considerada, en psicología, una enfermedad que pueden padecer tanto hombres como mujeres aunque ellas son más propensas y vulnerables a sucumbir a las tentaciones de las compras en exceso.

Gastar de más es una actitud delicada, no solo porque complica los recursos materiales y económicos de una persona, sobre todo porque puede convertirse en una costumbre con efectos indeseables para la calidad de vida y las finanzas a futuro.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la mayoría de las familias mexicanas tiene problemas económicos, ya que por la pandemia registró una reducción en sus ingresos y un repunte en sus gastos.

Incluso, destinó menos dinero a sus actividades de esparcimiento, mientras que erogó más en alimentos y necesidades básicas del hogar.

Lo cierto es que, en este tema, también existe la presión social de amigos, familiares o vecinos. El problema es que detrás de todo el estilo de vida lujoso, las personas viven endeudadas. Lo mejor es dejar de compararse con los demás. Cada quien tiene lo suyo.

A todo esto, el síndrome financiero que en algún momento solo aplicaba a las empresas en sus gastos, en la actualidad se está convirtiendo en un grave problema social y nadie hace algo por orientar a las familias. Al tiempo.

Una cosa es poder y otra es creer que se puede.

Explico: En las viejas haciendas cuando un acasillado cobraba su "raya", de inmediato la malgastaba en la tienda del patrón: compraba chito en exceso y pulque que eran los productos más caros de esa época y que representaban un privilegio para los campesinos.

El tema es que gastaba toda su "raya" en el fin de semana y durante los demás días, junto con su familia, tenía que conformarse con comer frijoles, tortillas e ingerir té elaborado con yerbas del campo. Algo mismo está pasando en la actualidad. Los precios de la canasta básica aumentaron y el dinero no alcanza pero, aun así, la gente, aparentando, sigue abarrotando las tiendas gubernamentales y departamentales de prestigio gastando algo que no tiene.

Especialistas en el tema sostienen que el síndrome del desorden financiero es una conducta exagerada mediante la cual una persona gasta su dinero compulsivamente sin pensar en el futuro y sin tener en cuenta las consecuencias negativas que su actitud puede generar en su propia vida y en la de los demás. Es en realidad considerada, en psicología, una enfermedad que pueden padecer tanto hombres como mujeres aunque ellas son más propensas y vulnerables a sucumbir a las tentaciones de las compras en exceso.

Gastar de más es una actitud delicada, no solo porque complica los recursos materiales y económicos de una persona, sobre todo porque puede convertirse en una costumbre con efectos indeseables para la calidad de vida y las finanzas a futuro.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, la mayoría de las familias mexicanas tiene problemas económicos, ya que por la pandemia registró una reducción en sus ingresos y un repunte en sus gastos.

Incluso, destinó menos dinero a sus actividades de esparcimiento, mientras que erogó más en alimentos y necesidades básicas del hogar.

Lo cierto es que, en este tema, también existe la presión social de amigos, familiares o vecinos. El problema es que detrás de todo el estilo de vida lujoso, las personas viven endeudadas. Lo mejor es dejar de compararse con los demás. Cada quien tiene lo suyo.

A todo esto, el síndrome financiero que en algún momento solo aplicaba a las empresas en sus gastos, en la actualidad se está convirtiendo en un grave problema social y nadie hace algo por orientar a las familias. Al tiempo.