/ viernes 7 de febrero de 2020

Tlaxcala: primera fábrica de pólvora

  • Existen datos históricos de Tlaxcala que para muchos lectores son importantes según el grado de interés en conocer las apreciaciones escritas por cronistas que vivieron la realidad de hechos del pasado.

Aunque existe la opinión de conocedores de la tarea dedicada al registro de hechos pasados de las diferentes sociedades del mundo, donde se cometen alteraciones de hechos históricos, mismos que hacen dudar de la veracidad escrita por el historiador. Continúa prevaleciendo el criterio de que “la historia la escribe el vencedor”, frase que al través del tiempo ha sido comprobada en varias ocasiones.

Ahora se hace alusión a la elaboración de pólvora en Tlaxcala en la época cortesiana, aquí se contaba con buena calidad de carbón vegetal para su elaboración aunado el azufre, producido por el volcán almacenado en el cráter del Popocatepetl.

El libro titulado “Tlaxcala a través de los Siglos” reseña cómo fue que, en contra de sus creencias de la etnia tlaxcalteca, fueron esos indígenas los primeros alpinistas recolectores del azufre, materia prima para elaborar la pólvora que en este continente americano era desconocido.

En la estancia de 20 días que Cortés hizo a Tizatlan invitado por los cuatro Senadores de Tlaxcala, aprovechó estando en el palacio de Ocotelulco acompañado por Maxixcatzin, preguntó el visitante si era sencillo escalar el volcán (Popocatepetl), a lo que el Senador de Ocotelulco contestó: “que eso era imposible, pues sólo el espíritu de los dioses podía llegar hasta la blancura de las nieves”. Estás en un error—le respondió Cortés—y te voy a probar que uno de nosotros va a llegar hasta el cráter. Alístame a tus más bravos para que acompañen al que yo designe”.

Diego de Ordaz fue el elegido, acompañado de dos españoles y varios indígenas tlaxcaltecas. Llegando a la cúspide del volcán en erupción. Posteriormente, a la falta de pólvora, Cortés envió a Montaño a sacar el azufre y con éste se pudo elaborar abundante pólvora, que aquí en este Continente no se conocía. Fueron los tamemes (cargadores) del poblado de Ocotelulco los encargados de traer cargamento de azufre y se cuenta que por ello hubo banquetes en honor a los nuevos “alpinistas” tlaxcaltecas.

Existe el fundamento respecto a la cuna de la nacionalidad generada a raíz de la llegada de los españoles, los estudiosos han declarado que no fueron los españoles y los indígenas de México, y lo reconocido en cuanto a este concepto se dice que la nacionalidad a partir de la presencia española fue formada por varias etnias, considerando la mezcla de sangres a partir de Gonzalo Guerrero, el que convivió con pobladores de Tabasco donde procreo hijos con una mujer nativa de ese lugar, también participaron mayas, tabasqueños, veracruzanos y tlaxcaltecas, considerados como centros que sirvieron de “cuna a nuestra nacionalidad desde la óptica étnica”.

A Cortés la propia naturaleza y sobre todo la suerte de encontrar a pobladores dominados por una religión a la que llamaron bárbara, la religión impuesta (católica), la de amor y paz, se contradice en los hechos en varias ocasiones a su paso rumbo a Tenochtitlan, por ejemplo la matanza de indígenas en Cholula, que por cierto los principales participantes fueron las huestes tlaxcaltecas.

A Cortés le benefició la suerte de recibir la protección de alimentos por parte de Moctezuma, porque de haber considerado la debilidad del ejército invasor, los hubiera matado de hambre, y ahora que se ha tocado el caso del azufre, proporcionó fortaleza militar a los españoles, porque de no haber recibido apoyo material ese ejército (formado exclusivamente por Iberos), hubiere sucumbido sin necesidad de combatirlos con flechas y macanas. El ejército español no hubiera sobrevivido sin los explosivos para las armas de guerra. Sin apoyo de las naciones enemigas del Imperio de Moctezuma debió ser imposible entrar a Tenochtitlan sin canoas y bergantines.

Todavía falta hacer un acucioso estudio de la historia escrita respecto a la “conquista”, con el propósito de obtener una visión clara y amplia de lo acontecido hace 500 años en estas tierras ajenas a intereses y costumbres de los voraces visitantes.

  • Existen datos históricos de Tlaxcala que para muchos lectores son importantes según el grado de interés en conocer las apreciaciones escritas por cronistas que vivieron la realidad de hechos del pasado.

Aunque existe la opinión de conocedores de la tarea dedicada al registro de hechos pasados de las diferentes sociedades del mundo, donde se cometen alteraciones de hechos históricos, mismos que hacen dudar de la veracidad escrita por el historiador. Continúa prevaleciendo el criterio de que “la historia la escribe el vencedor”, frase que al través del tiempo ha sido comprobada en varias ocasiones.

Ahora se hace alusión a la elaboración de pólvora en Tlaxcala en la época cortesiana, aquí se contaba con buena calidad de carbón vegetal para su elaboración aunado el azufre, producido por el volcán almacenado en el cráter del Popocatepetl.

El libro titulado “Tlaxcala a través de los Siglos” reseña cómo fue que, en contra de sus creencias de la etnia tlaxcalteca, fueron esos indígenas los primeros alpinistas recolectores del azufre, materia prima para elaborar la pólvora que en este continente americano era desconocido.

En la estancia de 20 días que Cortés hizo a Tizatlan invitado por los cuatro Senadores de Tlaxcala, aprovechó estando en el palacio de Ocotelulco acompañado por Maxixcatzin, preguntó el visitante si era sencillo escalar el volcán (Popocatepetl), a lo que el Senador de Ocotelulco contestó: “que eso era imposible, pues sólo el espíritu de los dioses podía llegar hasta la blancura de las nieves”. Estás en un error—le respondió Cortés—y te voy a probar que uno de nosotros va a llegar hasta el cráter. Alístame a tus más bravos para que acompañen al que yo designe”.

Diego de Ordaz fue el elegido, acompañado de dos españoles y varios indígenas tlaxcaltecas. Llegando a la cúspide del volcán en erupción. Posteriormente, a la falta de pólvora, Cortés envió a Montaño a sacar el azufre y con éste se pudo elaborar abundante pólvora, que aquí en este Continente no se conocía. Fueron los tamemes (cargadores) del poblado de Ocotelulco los encargados de traer cargamento de azufre y se cuenta que por ello hubo banquetes en honor a los nuevos “alpinistas” tlaxcaltecas.

Existe el fundamento respecto a la cuna de la nacionalidad generada a raíz de la llegada de los españoles, los estudiosos han declarado que no fueron los españoles y los indígenas de México, y lo reconocido en cuanto a este concepto se dice que la nacionalidad a partir de la presencia española fue formada por varias etnias, considerando la mezcla de sangres a partir de Gonzalo Guerrero, el que convivió con pobladores de Tabasco donde procreo hijos con una mujer nativa de ese lugar, también participaron mayas, tabasqueños, veracruzanos y tlaxcaltecas, considerados como centros que sirvieron de “cuna a nuestra nacionalidad desde la óptica étnica”.

A Cortés la propia naturaleza y sobre todo la suerte de encontrar a pobladores dominados por una religión a la que llamaron bárbara, la religión impuesta (católica), la de amor y paz, se contradice en los hechos en varias ocasiones a su paso rumbo a Tenochtitlan, por ejemplo la matanza de indígenas en Cholula, que por cierto los principales participantes fueron las huestes tlaxcaltecas.

A Cortés le benefició la suerte de recibir la protección de alimentos por parte de Moctezuma, porque de haber considerado la debilidad del ejército invasor, los hubiera matado de hambre, y ahora que se ha tocado el caso del azufre, proporcionó fortaleza militar a los españoles, porque de no haber recibido apoyo material ese ejército (formado exclusivamente por Iberos), hubiere sucumbido sin necesidad de combatirlos con flechas y macanas. El ejército español no hubiera sobrevivido sin los explosivos para las armas de guerra. Sin apoyo de las naciones enemigas del Imperio de Moctezuma debió ser imposible entrar a Tenochtitlan sin canoas y bergantines.

Todavía falta hacer un acucioso estudio de la historia escrita respecto a la “conquista”, con el propósito de obtener una visión clara y amplia de lo acontecido hace 500 años en estas tierras ajenas a intereses y costumbres de los voraces visitantes.