/ martes 16 de noviembre de 2021

Una luz que se extingue o una que renace de cenizas VI

Pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos

Presidente Adolfo López Mateos

Tal vez una de las conclusiones más importantes a la que llegan las estadísticas del desarrollo es que, pase lo que pase, la humanidad no dejará de consumir la energía eléctrica.

Pues como señalamos en la columna anterior, a pesar de que el consumo de las personas y de la industria puede verse afectado por crisis económicas o pandémicas, sencillamente el consumo de la energía eléctrica se mantendrá constante como lo ha sido en los últimos 20 años a pesar de haber experimentado cuando menos cuatro crisis mundiales en lo que va del siglo. Ergo, hoy por hoy, en plena era digital, es imposible dejar de consumir la energía eléctrica, se tenga o no se tenga el ingreso para pagarla.

De ahí que, el planteamiento de la reforma eléctrica importa más que una boda en Antigua-Guatemala o que las palabras del presidente en las Naciones Unidas; la renuncia de algún funcionario o incluso más que los treinta cinco mil dólares no declarados por la exsecretaria de turismo de la Ciudad de México. Eso al final del día solo es un espectáculo que mide popularidades y, posiblemente, el ego en el juego del ajedrez.

Por esa razón esta columna insiste una vez más en la necesidad de informar a usted lector, sobre la importancia de la energía eléctrica en un país que aún cuenta con la posibilidad de corregir el rumbo en el modelo de transición energética que necesitamos para generar las mejores condiciones de igualdad y al mismo tiempo, de competencia en el mercado: nos guste o no, estamos obligados a corregir el rumbo.

Siendo concretos, la reforma eléctrica contempla la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como nueve artículos transitorios que hagan viable la transición del modelo energético que se propone con la mencionada reforma energética de 2013, teniendo como prioritarios los siguientes puntos:

  • 1) La naturaleza de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cambiaría de Empresa Productiva del Estado a Organismo del Estado, con la consecuencia de que se eliminaría la separación legal (subsidiarias y filiales) que actualmente presenta la CFE, regresando a ser una única entidad monopólica que administre todas las actividades del sector eléctrico.
  • 2). Por lo que refiere a la generación de energía, la reforma eléctrica establece que CFE garantizaría el 54% de la producción eléctrica que requiriera el país; el porcentaje restante (46%) sería a través de participación privada, la cual se sujetará a la planeación y control a cargo de la CFE, así como su venta que será limitada únicamente a la CFE, a través de un proceso competitivo a definir. Eso introduciría un esquema de generación a costos fijos y variables, dependiente del generador.

Consecuentemente, los permisos de generación eléctrica otorgados y los contratos de compraventa de electricidad con el sector privado celebrados bajo el amparo del actual modelo se cancelarían al igual que las solicitudes pendientes de resolución.

  • 3. Todas las demás actividades del sector, es decir transmisión, distribución, comercialización de la energía, así como planeación, control, despacho y establecimiento de las tarifas para el usuario final quedarían en mano de la CFE.

En otras palabras, el modelo de Transición Energética del Estado será llevado a cabo por parte de la CFE en todos sus niveles y atribuciones. Agregando, además el concepto de energía eléctrica como Derecho Humano.

Y esto se refuerza aún más cuando uno observa que a pesar de la reforma energética de 2013, en el estudio Análisis de las tarifas del sector eléctrico, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de diciembre de 2020, México sigue situándose por arriba del promedio en cuanto a pérdida de energía eléctrica y tarifas en la región, con 17% — cifra a 2018 —. En tanto que América Latina registra 16% de pérdidas, el doble de la referencia internacional de 8%. Luego entonces, es momento de mantener vigente el debate pero sin duda, de fortalecer a la CFE.

  • *Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204

Pueblo de México, los dispenso de toda obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos energéticos a intereses ajenos

Presidente Adolfo López Mateos

Tal vez una de las conclusiones más importantes a la que llegan las estadísticas del desarrollo es que, pase lo que pase, la humanidad no dejará de consumir la energía eléctrica.

Pues como señalamos en la columna anterior, a pesar de que el consumo de las personas y de la industria puede verse afectado por crisis económicas o pandémicas, sencillamente el consumo de la energía eléctrica se mantendrá constante como lo ha sido en los últimos 20 años a pesar de haber experimentado cuando menos cuatro crisis mundiales en lo que va del siglo. Ergo, hoy por hoy, en plena era digital, es imposible dejar de consumir la energía eléctrica, se tenga o no se tenga el ingreso para pagarla.

De ahí que, el planteamiento de la reforma eléctrica importa más que una boda en Antigua-Guatemala o que las palabras del presidente en las Naciones Unidas; la renuncia de algún funcionario o incluso más que los treinta cinco mil dólares no declarados por la exsecretaria de turismo de la Ciudad de México. Eso al final del día solo es un espectáculo que mide popularidades y, posiblemente, el ego en el juego del ajedrez.

Por esa razón esta columna insiste una vez más en la necesidad de informar a usted lector, sobre la importancia de la energía eléctrica en un país que aún cuenta con la posibilidad de corregir el rumbo en el modelo de transición energética que necesitamos para generar las mejores condiciones de igualdad y al mismo tiempo, de competencia en el mercado: nos guste o no, estamos obligados a corregir el rumbo.

Siendo concretos, la reforma eléctrica contempla la modificación de los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como nueve artículos transitorios que hagan viable la transición del modelo energético que se propone con la mencionada reforma energética de 2013, teniendo como prioritarios los siguientes puntos:

  • 1) La naturaleza de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cambiaría de Empresa Productiva del Estado a Organismo del Estado, con la consecuencia de que se eliminaría la separación legal (subsidiarias y filiales) que actualmente presenta la CFE, regresando a ser una única entidad monopólica que administre todas las actividades del sector eléctrico.
  • 2). Por lo que refiere a la generación de energía, la reforma eléctrica establece que CFE garantizaría el 54% de la producción eléctrica que requiriera el país; el porcentaje restante (46%) sería a través de participación privada, la cual se sujetará a la planeación y control a cargo de la CFE, así como su venta que será limitada únicamente a la CFE, a través de un proceso competitivo a definir. Eso introduciría un esquema de generación a costos fijos y variables, dependiente del generador.

Consecuentemente, los permisos de generación eléctrica otorgados y los contratos de compraventa de electricidad con el sector privado celebrados bajo el amparo del actual modelo se cancelarían al igual que las solicitudes pendientes de resolución.

  • 3. Todas las demás actividades del sector, es decir transmisión, distribución, comercialización de la energía, así como planeación, control, despacho y establecimiento de las tarifas para el usuario final quedarían en mano de la CFE.

En otras palabras, el modelo de Transición Energética del Estado será llevado a cabo por parte de la CFE en todos sus niveles y atribuciones. Agregando, además el concepto de energía eléctrica como Derecho Humano.

Y esto se refuerza aún más cuando uno observa que a pesar de la reforma energética de 2013, en el estudio Análisis de las tarifas del sector eléctrico, de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), de diciembre de 2020, México sigue situándose por arriba del promedio en cuanto a pérdida de energía eléctrica y tarifas en la región, con 17% — cifra a 2018 —. En tanto que América Latina registra 16% de pérdidas, el doble de la referencia internacional de 8%. Luego entonces, es momento de mantener vigente el debate pero sin duda, de fortalecer a la CFE.

  • *Analista Político. Colaborador de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204