La reciente aprobación del Código Financiero y el Presupuesto de Egresos, por parte del Congreso del Estado, es uno de aquellos acontecimientos en la vida política y social de la entidad que deben dejar importantes lecciones a todos. Dejó claro que hay división de poderes.
El Ejecutivo propuso un paquete económico para 2019, y el Legislativo dispuso su distribución.
También, que hay supremacía constitucional, que reconoce atribuciones y facultades.
Por ello, el Ejecutivo hizo observaciones para apelar al respeto de las competencias de los poderes, y el Legislativo hizo replanteamientos en función de ello.
Al ejercer su derecho de observar normas que violentaban principios constitucionales, el Ejecutivo motivó que el debate sobre la conformación del Código Financiero y el Presupuesto se ampliara, para reconsiderar decisiones que podrían tener implicaciones negativas para los tlaxcaltecas y sus familias.
Al final del debate, el Ejecutivo logró que se corrigieran actos que invadían su ámbito de acción, y el Legislativo tuvo la oportunidad de responder a inquietudes de sectores muy particulares, como los burócratas, los maestros y los campesinos, con movimientos en diversas partidas presupuestales que ahora protegen mejor sus intereses.
Toda esta situación lleva a valorar el equilibrio entre poderes, y la necesidad de su adecuada coordinación, porque la nueva circunstancia política que vivimos indica que hoy es indispensable el diálogo, la coincidencia y el acuerdo.
En el Congreso local, los diputados deben entender su responsabilidad para hacer de lado sus intereses y superar diferencias entre ellos y con los otros poderes, porque el desarrollo de la entidad no se puede detener.
Particularmente, los legisladores de Morena y sus aliados deberían tener presente que, les guste o no, van a estar más vigilados que nunca porque representan al Presidente Andrés Manuel López Obrador, y porque moral y políticamente están obligados a cumplir sus promesas de campaña que, dicho sea de paso, aprovecharon para ganar en lo individual en las elecciones de junio pasado.
Y en el caso del resto de los representantes de los institutos políticos en la entidad, tienen que aprender a ser un contrapeso responsable, más que una oposición a la fuerza mayoritaria, porque a nadie conviene la confrontación motivada por diferencias personales o de grupo.
En Tlaxcala, debemos celebrar el entendimiento alcanzado por dos poderes para sacar adelante los decretos que rigen el gasto público y su aplicación.
Ojalá, de cara a nuevos debates que involucren al Ejecutivo y al Legislativo, se recuerde este episodio aleccionador, a efecto de trazar rutas más idóneas de civilidad y concertación en beneficio de los tlaxcaltecas.