/ viernes 26 de marzo de 2021

¿Una vacuna para el pueblo?

Para el 2022 habrá ocho mil millones de habitantes en el mundo. Su inmunización requerirá 16 mil millones de vacunas y el mínimo estimado para alcanzar la inmunidad de rebaño es de 13 mil 600 millones. La premura es del tamaño de la necesidad planetaria de reactivar la vida económica, ya que la pobreza y el hambre se están generalizando y ponen en riesgo la paz.

Fabricarla y aplicarla es una operación descomunal que se mira imposible y sin embargo es inaplazable para la preservación de la vida. Es el más grande negocio que la humanidad haya conocido, solo equiparable al de las petroleras o la industria automovilística. Es una enloquecida carrera por el enriquecimiento más inaudito, por la acumulación de capital tan monstruoso, nunca registrado por la historia. Por supuesto quedan fuera los países sin tecnología y en la pobreza, pero para disponer a la brevedad de las inoculaciones salvadoras, fabricarla y distribuirla sin mira política o de control, debe despolitizarse su distribución.

Hay países que tienen siete vacunas para cada ciudadano y en otros ninguna. México va a necesitar 200 millones de vacunas para el 85 por ciento de su población. Ahora solo ha inoculado 10. Acceder prontamente al resto se mira imposible y eso sucede en todo el mundo, porque además está la problemática de su aplicación. Ningún país está preparado para un operativo de tal naturaleza. E.E.U.U. le cedió a México 2.6 millones de vacunas a cambio de que cerrara el paso en las fronteras a los centroamericanos.

Es idílico, pero solo exterminar el egoísmo de los gobiernos, científicos y banqueros, aliarnos ecuménicamente en una jornada de buena voluntad a favor de la vida humana, lograr que la vacuna pertenezca a la humanidad y sea público su conocimiento y patente, esa sería la solución más inmediata pero también la más difícil. Toda crisis es reflexión y cambio, el gobierno de Biden está regresando al estado de bienestar social y ahora reactiva la vida económica repartiendo dólares al por mayor, extendiendo los sistemas de salud, vivienda y trabajo para los más necesitados.

Si esto no es socialismo, se le parece. Miedo le tenemos a la palabra. Pero estamos en un punto de inflexión en donde solo una política para los pueblos llevada a cabo por los gobiernos puede rescatar a la vida humana. En aquel país, políticos, legisladores y cientos de organizaciones civiles claman por una suspensión de las reglas de propiedad intelectual de las vacunas y sean puestas a disposición de la humanidad para que aquel país que pueda fabricarlas, lo haga.

Le llamarían “vacuna del pueblo”. Las potencias del orbe, viven hoy una soterrada guerra mundial por fabricar y disponer de la vacuna, por ello la liberación de las patentes es la solución más rápida. Pero esta propuesta trastoca la esencia del comercio mundial que se finca en los derechos de la propiedad intelectual. Obvio que los primeros opositores serán las farmacéuticas mundiales dueñas de las patentes.

Este es el mega negocio de todos los siglos y se les escaparía de las manos. Es una propuesta a favor de la moralidad y del ser humano, que bien pudiera ser llevada adelante por el país más poderoso con su innegable influencia mundial. Lori Wallach, directora del proyecto global Trade Watch the public citizen ha exhortado a Biden a que se ponga del lado correcto de la historia y la apoye, porque estamos en una nueva carrera contra el tiempo, una tercera oleada en el planeta dejaría desastres como nunca los hemos visto. Pero solo la vacunación mundial derrotaría a la malignidad y en caso contrario, miles de millones estarían expuestos a la muerte.

Es cerrada la batalla mundial por las vacunas. La de Pfizer se está aplicando en 73 países, AstraZeneca en 72, Moderna en 32 y de ahí para abajo. La propuesta de las organizaciones gringas no obstante de ser la más factible y humana se antoja imposible en las condiciones de comercio mundial actual, en razón de que el virus evoluciona y cada año al igual que la influenza serán necesarias nuevas vacunas por lo que es poco probable que las farmacéuticas desistan de la propiedad intelectual. Fabricar las variantes anuales alargará el desconsiderado enriquecimiento de unos cuantos. La de AstraZeneca, en mi punto de vista, ha sido atacada porque es la de menor precio y se ha distribuido con amplitud. China opera con dos vacunas y su divulgación mundial atiende a una variante política que mucho tiene que ver con los afanes de dominio del gigante asiático, al que muchas otras potencias quieren contener.

Para el 2022 habrá ocho mil millones de habitantes en el mundo. Su inmunización requerirá 16 mil millones de vacunas y el mínimo estimado para alcanzar la inmunidad de rebaño es de 13 mil 600 millones. La premura es del tamaño de la necesidad planetaria de reactivar la vida económica, ya que la pobreza y el hambre se están generalizando y ponen en riesgo la paz.

Fabricarla y aplicarla es una operación descomunal que se mira imposible y sin embargo es inaplazable para la preservación de la vida. Es el más grande negocio que la humanidad haya conocido, solo equiparable al de las petroleras o la industria automovilística. Es una enloquecida carrera por el enriquecimiento más inaudito, por la acumulación de capital tan monstruoso, nunca registrado por la historia. Por supuesto quedan fuera los países sin tecnología y en la pobreza, pero para disponer a la brevedad de las inoculaciones salvadoras, fabricarla y distribuirla sin mira política o de control, debe despolitizarse su distribución.

Hay países que tienen siete vacunas para cada ciudadano y en otros ninguna. México va a necesitar 200 millones de vacunas para el 85 por ciento de su población. Ahora solo ha inoculado 10. Acceder prontamente al resto se mira imposible y eso sucede en todo el mundo, porque además está la problemática de su aplicación. Ningún país está preparado para un operativo de tal naturaleza. E.E.U.U. le cedió a México 2.6 millones de vacunas a cambio de que cerrara el paso en las fronteras a los centroamericanos.

Es idílico, pero solo exterminar el egoísmo de los gobiernos, científicos y banqueros, aliarnos ecuménicamente en una jornada de buena voluntad a favor de la vida humana, lograr que la vacuna pertenezca a la humanidad y sea público su conocimiento y patente, esa sería la solución más inmediata pero también la más difícil. Toda crisis es reflexión y cambio, el gobierno de Biden está regresando al estado de bienestar social y ahora reactiva la vida económica repartiendo dólares al por mayor, extendiendo los sistemas de salud, vivienda y trabajo para los más necesitados.

Si esto no es socialismo, se le parece. Miedo le tenemos a la palabra. Pero estamos en un punto de inflexión en donde solo una política para los pueblos llevada a cabo por los gobiernos puede rescatar a la vida humana. En aquel país, políticos, legisladores y cientos de organizaciones civiles claman por una suspensión de las reglas de propiedad intelectual de las vacunas y sean puestas a disposición de la humanidad para que aquel país que pueda fabricarlas, lo haga.

Le llamarían “vacuna del pueblo”. Las potencias del orbe, viven hoy una soterrada guerra mundial por fabricar y disponer de la vacuna, por ello la liberación de las patentes es la solución más rápida. Pero esta propuesta trastoca la esencia del comercio mundial que se finca en los derechos de la propiedad intelectual. Obvio que los primeros opositores serán las farmacéuticas mundiales dueñas de las patentes.

Este es el mega negocio de todos los siglos y se les escaparía de las manos. Es una propuesta a favor de la moralidad y del ser humano, que bien pudiera ser llevada adelante por el país más poderoso con su innegable influencia mundial. Lori Wallach, directora del proyecto global Trade Watch the public citizen ha exhortado a Biden a que se ponga del lado correcto de la historia y la apoye, porque estamos en una nueva carrera contra el tiempo, una tercera oleada en el planeta dejaría desastres como nunca los hemos visto. Pero solo la vacunación mundial derrotaría a la malignidad y en caso contrario, miles de millones estarían expuestos a la muerte.

Es cerrada la batalla mundial por las vacunas. La de Pfizer se está aplicando en 73 países, AstraZeneca en 72, Moderna en 32 y de ahí para abajo. La propuesta de las organizaciones gringas no obstante de ser la más factible y humana se antoja imposible en las condiciones de comercio mundial actual, en razón de que el virus evoluciona y cada año al igual que la influenza serán necesarias nuevas vacunas por lo que es poco probable que las farmacéuticas desistan de la propiedad intelectual. Fabricar las variantes anuales alargará el desconsiderado enriquecimiento de unos cuantos. La de AstraZeneca, en mi punto de vista, ha sido atacada porque es la de menor precio y se ha distribuido con amplitud. China opera con dos vacunas y su divulgación mundial atiende a una variante política que mucho tiene que ver con los afanes de dominio del gigante asiático, al que muchas otras potencias quieren contener.