/ viernes 22 de febrero de 2019

Urge cambio en sindicatos

En un país democrático como el nuestro, no deben existir “líderes” perpetuos como los que ahora continúan prevaleciendo en México.

Deben ser cambiados urgentemente porque fueron fundados desde hace muchísimo tiempo, pues la historia universal reseña su existencia desde las construcciones de pirámides del viejo Egipto. Desde entonces esas agrupaciones se formaron para defender los derechos de trabajadores; los que prestaban su fuerza de trabajo.

Una nación que practica la democracia, no debe tolerar esa clase de líderes corruptos, los que en forma sui generis se reeligen para continuar no defendiendo a la clase trabajadora sino ya sea al Estado-patrón o al empresario. En el caso del sindicato de maestros, al servicio del Estado, ha servido para controlar al magisterio con el propósito de tenerlo mudo en cuanto a petición de aumento de sueldo acorde con la inflación o devaluación que cada régimen ha presentado.

Actualmente existen “líderes” en el poder desde hace más de 40 años y que tal vez ahí en esa silla de gobierno sindical piensan morirse. En este momento hay ejemplos visibles: el de PEMEX, el de los electricistas, el de los telefonistas, el ferrocarrilero y más que apoyados por la oficialidad o por empresarios, se encuentran “al servicio de los trabajadores”, sumisos y callados respecto a los salarios que perciben del patrón, con la aprobación de “su sindicato”.

Hay un caso reciente que demuestra que hay gobiernos conscientes del estado económico de sus empleados y de los trabajadores en general que, diseminados, se encuentran en la periferia de la nación y es el caso del actual presidente de la República, quien manifestó un porcentaje de aumento al salario mínimo que sobrepasa a lo aportado durante estos últimos 15 años de gobiernos PRIANISTAS, de ello se deduce que los sindicatos no han servido a los intereses de los trabajadores, sino a los gobiernos y empresarios. A este tipo de sindicatos se les conoce como “sindicatos blancos”, los que cuidan los intereses del patrón y abandonan los que corresponden a los que trabajadores que cotizan para sostener a miembros del sindicato en su estancia.

Pero, ¿a quién corresponde estructurar un sindicato democrático, que emerja de la base de trabajadores y se encargue de defender los intereses laborales? ¿Al Estado o patrón empresarial? ¿O a los trabajadores? La respuesta lógica es: a los trabajadores. Solamente ellos y nadie más que ellos son los que deben construir la democracia sindical y terminar con líderes venales, los que luchan por su perpetuidad al servicio del empresario y contra de los trabajadores.

Fue necesario que un presiente de la República anunciara el aumento del salario mínimo aunque no del todo satisfactorio, pero que sobrepasó a los aumentos otorgados los 20 años atrás.

Los trabajadores deben sacudirse de sus “perpetuos líderes”, que más allá de no haberlos beneficiado durante largos años, se han convertido en inmensamente ricos sin trabajar como el caso de la maestra Gordillo o Dechamps, ellos no representan a los verdaderos luchadores en favor de la clase trabajadora, como lo fue el maestro Othón Salazar Ramírez y Demetrio Vallejo el ferrocarrilero. Othón, el profesor, terminó cesado de por vida, pero consiguió con su férrea lucha, el primer aumento de $ 50.00 (cincuenta pesos), que durante más de 20 años el SNTE no consiguió para el magisterio. El SNTE de Gordillo en su “lucha” por conseguir aumento solicitaba algo “substancial”, que jamás pasó del 3%. Así que el magisterio siempre ha gozado de lánguido sueldo para medio vivir. Demetrio Vallejo, encarcelado y marginado por su lucha en favor de los ferrocarrileros. Esta clase de líderes naturales jamás los ha dejado el gobierno estructurar un sindicato democrático y si mencionamos a los obreros de empresas, éstas subordinan la voluntad del “líder” para que su función sea la de tener sumisos a sus agremiados, acatando intereses del capitalista en detrimento del bienestar laboral de trabajador.

Es necesario que los trabajadores mexicanos se impongan la tarea de elegir a nuevos sindicatos con agremiados honestos que luchen por el bienestar de integrantes de la organización sindical. Un país democrático debe ostentar sindicatos democráticos.

En un país democrático como el nuestro, no deben existir “líderes” perpetuos como los que ahora continúan prevaleciendo en México.

Deben ser cambiados urgentemente porque fueron fundados desde hace muchísimo tiempo, pues la historia universal reseña su existencia desde las construcciones de pirámides del viejo Egipto. Desde entonces esas agrupaciones se formaron para defender los derechos de trabajadores; los que prestaban su fuerza de trabajo.

Una nación que practica la democracia, no debe tolerar esa clase de líderes corruptos, los que en forma sui generis se reeligen para continuar no defendiendo a la clase trabajadora sino ya sea al Estado-patrón o al empresario. En el caso del sindicato de maestros, al servicio del Estado, ha servido para controlar al magisterio con el propósito de tenerlo mudo en cuanto a petición de aumento de sueldo acorde con la inflación o devaluación que cada régimen ha presentado.

Actualmente existen “líderes” en el poder desde hace más de 40 años y que tal vez ahí en esa silla de gobierno sindical piensan morirse. En este momento hay ejemplos visibles: el de PEMEX, el de los electricistas, el de los telefonistas, el ferrocarrilero y más que apoyados por la oficialidad o por empresarios, se encuentran “al servicio de los trabajadores”, sumisos y callados respecto a los salarios que perciben del patrón, con la aprobación de “su sindicato”.

Hay un caso reciente que demuestra que hay gobiernos conscientes del estado económico de sus empleados y de los trabajadores en general que, diseminados, se encuentran en la periferia de la nación y es el caso del actual presidente de la República, quien manifestó un porcentaje de aumento al salario mínimo que sobrepasa a lo aportado durante estos últimos 15 años de gobiernos PRIANISTAS, de ello se deduce que los sindicatos no han servido a los intereses de los trabajadores, sino a los gobiernos y empresarios. A este tipo de sindicatos se les conoce como “sindicatos blancos”, los que cuidan los intereses del patrón y abandonan los que corresponden a los que trabajadores que cotizan para sostener a miembros del sindicato en su estancia.

Pero, ¿a quién corresponde estructurar un sindicato democrático, que emerja de la base de trabajadores y se encargue de defender los intereses laborales? ¿Al Estado o patrón empresarial? ¿O a los trabajadores? La respuesta lógica es: a los trabajadores. Solamente ellos y nadie más que ellos son los que deben construir la democracia sindical y terminar con líderes venales, los que luchan por su perpetuidad al servicio del empresario y contra de los trabajadores.

Fue necesario que un presiente de la República anunciara el aumento del salario mínimo aunque no del todo satisfactorio, pero que sobrepasó a los aumentos otorgados los 20 años atrás.

Los trabajadores deben sacudirse de sus “perpetuos líderes”, que más allá de no haberlos beneficiado durante largos años, se han convertido en inmensamente ricos sin trabajar como el caso de la maestra Gordillo o Dechamps, ellos no representan a los verdaderos luchadores en favor de la clase trabajadora, como lo fue el maestro Othón Salazar Ramírez y Demetrio Vallejo el ferrocarrilero. Othón, el profesor, terminó cesado de por vida, pero consiguió con su férrea lucha, el primer aumento de $ 50.00 (cincuenta pesos), que durante más de 20 años el SNTE no consiguió para el magisterio. El SNTE de Gordillo en su “lucha” por conseguir aumento solicitaba algo “substancial”, que jamás pasó del 3%. Así que el magisterio siempre ha gozado de lánguido sueldo para medio vivir. Demetrio Vallejo, encarcelado y marginado por su lucha en favor de los ferrocarrileros. Esta clase de líderes naturales jamás los ha dejado el gobierno estructurar un sindicato democrático y si mencionamos a los obreros de empresas, éstas subordinan la voluntad del “líder” para que su función sea la de tener sumisos a sus agremiados, acatando intereses del capitalista en detrimento del bienestar laboral de trabajador.

Es necesario que los trabajadores mexicanos se impongan la tarea de elegir a nuevos sindicatos con agremiados honestos que luchen por el bienestar de integrantes de la organización sindical. Un país democrático debe ostentar sindicatos democráticos.