/ jueves 2 de diciembre de 2021

Víctimas de la violencia

El 25 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. La página web de la Organización de las Naciones Unidas describe que "los orígenes de este día se remontan a 1981, cuando militares y activistas en favor del derecho de la mujer lanzaban sus protestas ante la violencia de género.

Su origen: la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo".

Durante los últimos años, esta fecha, al igual que el Día Internacional de la Mujer, han adquirido mayor relevancia en nuestra entidad. Grupos de mujeres, activistas, estudiantes salen a las calles a hacerse escuchar y realizar una serie de actividades encaminadas a visibilizar la violencia, a erradicarla y a fomentar el empoderamiento de las mujeres.

Lo anterior es de reconocerse, toda acción contra la violencia en loable; sin embargo, desde mi perspectiva como mujer y como madre esta lucha social no debería encaminarse a debilitar al género masculino que –según algunas personas- por muchos años "dominó al mundo" para empoderar al género que se ha considerado históricamente como el débil.

Como lo he comentado en público y en privado, la violencia debe erradicarse, pero no solo la que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres; la violencia es un mal no solo de nuestro país sino del mundo, siendo necesario y urgente de erradicar la que se dé en contra de cualquier persona con acciones reales y no solo en el discurso.

¿Las mujeres somos débiles? La respuesta que hemos escuchado en el discurso, es que no, pero en los hechos se victimiza a las mujeres desde que nacen, nos hacen creer que por el hecho de ser mujeres ya somos víctimas y por el hecho de ser hombres seremos victimarios. La realidad es otra, la violencia no tiene género ni para quien la ejerce ni para quien la sufre.

Es verdad que urge erradicar, prevenir y sancionar la violencia en contra de cualquier persona, pero no es un problema que se resuelva pintando edificios -que dirán que es lo de menos- exponiendo a niñas y niños en dichas marchas y/o agrediendo a la policía entre la que se encuentran elementos femeninos que -no dudo- buscan el sustento para sus hijos, pero que no pueden hacer nada para defenderse de mujeres que pretenden empoderarlas o ¿a qué tipo de mujeres quieren empoderar?

Tampoco es un problema que se resuelva con el lenguaje incluyente, diciendo "todes" en lugar de "todos", aún no encuentro la explicación a que se acepte "todes" como "palabra incluyente", pero decirle a una mujer "presidente" resulte excluyente o sea invisibilizarla. Varias de estas acciones para empoderar a las mujeres y hacer una sociedad más incluyente han sido propuestas por personas desde situación de privilegio, incluidas por supuesto, mujeres.

Es bueno ver que las instituciones realizan actividades en torno a este día internacional, con conferencias magistrales; pero habría que realizar un análisis del número de mujeres a las que les llega la información y que requieren de la misma; resulta difícil pensar que las mujeres que sufren violencia doméstica puedan asistir a los foros o seguir por Facebook o YouTube las transmisiones. Hace falta mucho para poder lograr una sociedad incluyente, la responsabilidad es de todos y todas y necesariamente se debe realizar un análisis de los programas educativos, la educación es pieza fundamental en el cambio que queremos ver.

Recomendación semanal

Y a propósito del 25 de noviembre y estos temas relacionados con mujeres, inclusión, feminismos, empoderamiento y patriarcado, les recomiendo el libro "Manual para mujeres de la limpieza" de la escritora Lucia Berlin, (Penguin Random House Grupo Editorial, 2017). Este libro es una colección de cuentos inspirados en historias de mujeres reales "…He aprendido a contarles a las señoras desde el principio que mi marido alcohólico acaba de morir y me he quedado sola con mis cuatro hijos. Hasta ahora nunca había trabajado, criando niños y demás…" si es de las personas que disfrutan leer historias cortas, este libro es ideal.

El 25 de noviembre de cada año se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. La página web de la Organización de las Naciones Unidas describe que "los orígenes de este día se remontan a 1981, cuando militares y activistas en favor del derecho de la mujer lanzaban sus protestas ante la violencia de género.

Su origen: la necesidad de honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas de la República Dominicana brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano, Rafael Trujillo".

Durante los últimos años, esta fecha, al igual que el Día Internacional de la Mujer, han adquirido mayor relevancia en nuestra entidad. Grupos de mujeres, activistas, estudiantes salen a las calles a hacerse escuchar y realizar una serie de actividades encaminadas a visibilizar la violencia, a erradicarla y a fomentar el empoderamiento de las mujeres.

Lo anterior es de reconocerse, toda acción contra la violencia en loable; sin embargo, desde mi perspectiva como mujer y como madre esta lucha social no debería encaminarse a debilitar al género masculino que –según algunas personas- por muchos años "dominó al mundo" para empoderar al género que se ha considerado históricamente como el débil.

Como lo he comentado en público y en privado, la violencia debe erradicarse, pero no solo la que sufren las mujeres por el hecho de ser mujeres; la violencia es un mal no solo de nuestro país sino del mundo, siendo necesario y urgente de erradicar la que se dé en contra de cualquier persona con acciones reales y no solo en el discurso.

¿Las mujeres somos débiles? La respuesta que hemos escuchado en el discurso, es que no, pero en los hechos se victimiza a las mujeres desde que nacen, nos hacen creer que por el hecho de ser mujeres ya somos víctimas y por el hecho de ser hombres seremos victimarios. La realidad es otra, la violencia no tiene género ni para quien la ejerce ni para quien la sufre.

Es verdad que urge erradicar, prevenir y sancionar la violencia en contra de cualquier persona, pero no es un problema que se resuelva pintando edificios -que dirán que es lo de menos- exponiendo a niñas y niños en dichas marchas y/o agrediendo a la policía entre la que se encuentran elementos femeninos que -no dudo- buscan el sustento para sus hijos, pero que no pueden hacer nada para defenderse de mujeres que pretenden empoderarlas o ¿a qué tipo de mujeres quieren empoderar?

Tampoco es un problema que se resuelva con el lenguaje incluyente, diciendo "todes" en lugar de "todos", aún no encuentro la explicación a que se acepte "todes" como "palabra incluyente", pero decirle a una mujer "presidente" resulte excluyente o sea invisibilizarla. Varias de estas acciones para empoderar a las mujeres y hacer una sociedad más incluyente han sido propuestas por personas desde situación de privilegio, incluidas por supuesto, mujeres.

Es bueno ver que las instituciones realizan actividades en torno a este día internacional, con conferencias magistrales; pero habría que realizar un análisis del número de mujeres a las que les llega la información y que requieren de la misma; resulta difícil pensar que las mujeres que sufren violencia doméstica puedan asistir a los foros o seguir por Facebook o YouTube las transmisiones. Hace falta mucho para poder lograr una sociedad incluyente, la responsabilidad es de todos y todas y necesariamente se debe realizar un análisis de los programas educativos, la educación es pieza fundamental en el cambio que queremos ver.

Recomendación semanal

Y a propósito del 25 de noviembre y estos temas relacionados con mujeres, inclusión, feminismos, empoderamiento y patriarcado, les recomiendo el libro "Manual para mujeres de la limpieza" de la escritora Lucia Berlin, (Penguin Random House Grupo Editorial, 2017). Este libro es una colección de cuentos inspirados en historias de mujeres reales "…He aprendido a contarles a las señoras desde el principio que mi marido alcohólico acaba de morir y me he quedado sola con mis cuatro hijos. Hasta ahora nunca había trabajado, criando niños y demás…" si es de las personas que disfrutan leer historias cortas, este libro es ideal.