/ jueves 9 de agosto de 2018

Y a pesar de todo, la democracia funciona

Alberto Jaume Torres*

El desencanto que mostró el Informe País, respecto de la poca valoración que se le tiene en México y en América Latina a la democracia, no deja de sorprender, pero tampoco debiéramos rasgarnos las vestiduras por ello.

Me explico. La democracia no es más que un sistema político mediante cual la mayoría del pueblo decide quienes serán sus gobernantes, qué políticas desea y cómo ejerce el control de éstos.

La democracia supone un entendimiento para dirimir los conflictos mediante las vías que para tal efecto se establezcan. No supone, en sí misma, la resolución de todos los problemas de un país, sino el modo de atenderlos. Tal vez sea ésta la razón por la que se ha sobre valorado la idea de la democracia y ahí la decepción de mucha gente.

La construcción de instituciones funcionales y operativas, es un asunto complejo, la rendición de cuentas y controles también suponen una construcción de enormes retos. Las vigencia y permanencia de las autoridades encargadas de la procuración de Justicia, son tareas que atañen a varios niveles de gobierno, coordinación, capacitación.

La elección que acabamos de tener tiene particularidades interesantes, como el hecho de que el candidato ganador, Andrés Manuel López Obrador, ganó con más de la mitad de los votos -53%- que supusieron más de 30 millones de votos. Este hecho, en sí mismo, le da una legitimidad no vista desde que, el antes Instituto Federal Electoral (IFE) y ahora INE (INE), existen.

Si la democracia supone el gobierno de las mayorías, en este caso, no existe ninguna duda del amplio mandato que la ciudadanía otorgo al próximo presidente de México; sin embargo, y como dije antes, ese mandato también supone que el respeto a los otros Poderes e instituciones se mantenga.

El juego democrático supone que no existen ganadores ni perdedores permanentes y el ejemplo más claro es precisamente el próximo presidente, quien ha perdido y ganado diversas elecciones en las que ha participado.

Ganó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal; perdió en dos ocasiones la Presidencia de la República y, en su tercer intento, ganó la elección con más de la mitad de los votos. Me tocó participar en las tres elecciones presidenciales en las que compitió y debo decir que la actuación del IFE y ahora el INE fue exactamente igual, siempre apegada a principios técnicos y profesionales, para que ganara aquel que más votos obtuviera.

A pesar de las inconformidades que se manifestaron, el país pudo dirimir esos conflictos y, ahora, mediante las mismas vías pacíficas y democráticas logra un triunfo contundente y, por tanto, histórico.

Es importante señalar que la construcción de un país se hace con paciencia y consistencia, que los cambios que la gente reclama tendrán que hacerse mediante los mecanismos establecidos en las leyes y que las trasformaciones que se intenten tendrán que pasar por el tamiz legal e institucional que requiere nuestra democracia.

Me parece que las lecciones del pasado proceso electoral están ahí para constatar que nuestra democracia, a pesar de todo, funciona y que más valdría empezar a revalorarla para no perder lo que ya hemos ganado y, a partir de ahí, seguir construyendo el país que todos queremos.

*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03

Alberto Jaume Torres*

El desencanto que mostró el Informe País, respecto de la poca valoración que se le tiene en México y en América Latina a la democracia, no deja de sorprender, pero tampoco debiéramos rasgarnos las vestiduras por ello.

Me explico. La democracia no es más que un sistema político mediante cual la mayoría del pueblo decide quienes serán sus gobernantes, qué políticas desea y cómo ejerce el control de éstos.

La democracia supone un entendimiento para dirimir los conflictos mediante las vías que para tal efecto se establezcan. No supone, en sí misma, la resolución de todos los problemas de un país, sino el modo de atenderlos. Tal vez sea ésta la razón por la que se ha sobre valorado la idea de la democracia y ahí la decepción de mucha gente.

La construcción de instituciones funcionales y operativas, es un asunto complejo, la rendición de cuentas y controles también suponen una construcción de enormes retos. Las vigencia y permanencia de las autoridades encargadas de la procuración de Justicia, son tareas que atañen a varios niveles de gobierno, coordinación, capacitación.

La elección que acabamos de tener tiene particularidades interesantes, como el hecho de que el candidato ganador, Andrés Manuel López Obrador, ganó con más de la mitad de los votos -53%- que supusieron más de 30 millones de votos. Este hecho, en sí mismo, le da una legitimidad no vista desde que, el antes Instituto Federal Electoral (IFE) y ahora INE (INE), existen.

Si la democracia supone el gobierno de las mayorías, en este caso, no existe ninguna duda del amplio mandato que la ciudadanía otorgo al próximo presidente de México; sin embargo, y como dije antes, ese mandato también supone que el respeto a los otros Poderes e instituciones se mantenga.

El juego democrático supone que no existen ganadores ni perdedores permanentes y el ejemplo más claro es precisamente el próximo presidente, quien ha perdido y ganado diversas elecciones en las que ha participado.

Ganó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal; perdió en dos ocasiones la Presidencia de la República y, en su tercer intento, ganó la elección con más de la mitad de los votos. Me tocó participar en las tres elecciones presidenciales en las que compitió y debo decir que la actuación del IFE y ahora el INE fue exactamente igual, siempre apegada a principios técnicos y profesionales, para que ganara aquel que más votos obtuviera.

A pesar de las inconformidades que se manifestaron, el país pudo dirimir esos conflictos y, ahora, mediante las mismas vías pacíficas y democráticas logra un triunfo contundente y, por tanto, histórico.

Es importante señalar que la construcción de un país se hace con paciencia y consistencia, que los cambios que la gente reclama tendrán que hacerse mediante los mecanismos establecidos en las leyes y que las trasformaciones que se intenten tendrán que pasar por el tamiz legal e institucional que requiere nuestra democracia.

Me parece que las lecciones del pasado proceso electoral están ahí para constatar que nuestra democracia, a pesar de todo, funciona y que más valdría empezar a revalorarla para no perder lo que ya hemos ganado y, a partir de ahí, seguir construyendo el país que todos queremos.

*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03