/ martes 15 de noviembre de 2022

Y retiemble en sus centros la tierra

“Fue necesario edificar autoridades electorales autónomas, tribunales capaces de desahogar algún conflicto, construir condiciones equitativas para la competencia, puertas de entrada y salida para las distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos y de manera paulatina pero sistemática, nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, a la alternancia en los ejecutivos y a los congresos plurales”: José Woldenberg.

Ninguna crónica que pueda compartir con usted en este artículo será suficiente para describir el sentimiento propio y de cientos de miles de mexicanos expresado el domingo, en la mega marcha por la democracia y la defensa del INE.

A la marcha se sumaban trabajadores que salían de los restaurantes y los negocios sobre Reforma, había gente de la tercera edad, niños, jóvenes, hombres y mujeres que en libertad marcharon para evitar regresar a los tiempos en los que el poder de decisión era de un solo hombre.

Lo mismo oficinistas que empresarios, estudiantes que amas de casa, catedráticos que administrativos, todo México se reunió en el Paseo de la Reforma, para defender al Instituto Nacional Electoral, de la embestida del Presidente y sus aliados.

Como era de esperarse y como lo hice saber en la conferencia de prensa que di la semana pasada, los cercanos al Presidente intentaron desacreditar la marcha; lo mismo la corcholata consentida por Andrés Manuel, que el encargado de la política de la Ciudad de México, quien en un tuit afirmaba que solo habían asistido 10 mil personas. Nada nos sorprende, porque han perdido la vergüenza por la mentira y han preferido la obediencia sumisa frente a su jerarca.

Nada pudo doler más al Presidente y sus aliados, que darse cuenta que están muy lejos de ese respaldo popular de 30 millones de mexicanos. El 13 de noviembre quedará en la historia como el día en que se tomaron las calles pacíficamente para defender a las instituciones de la embestida presidencial.

Todo el aparato del gobierno fue apostado para que la marcha no tuviera eco. Desde la contingencia ambiental inventada que contradijo los propios datos de la dependencia encargada de vigilar la calidad del aire en el valle de México, el cierre de calles que daba acceso al primer cuadro de la ciudad y la misteriosa caída de la señal de internet de la que fuimos testigos.

Sin embargo, ninguna de estas viejas prácticas autoritarias pudieron contra la voluntad popular que se manifestó libremente en cientos de miles que acudimos para defender las instituciones y las libertades, de la mal llamada cuarta transformación, que en realidad se trata de la primera gran regresión del país.

El llamado de los mexicanos debe ser escuchado por los legisladores de todas las corrientes políticas, pues quienes nos desempeñamos como representantes populares, estamos obligados a escuchar las demandas sociales y traducirlas en acciones contundentes en favor de México.

Agradezco el favor de su lectura.


“Fue necesario edificar autoridades electorales autónomas, tribunales capaces de desahogar algún conflicto, construir condiciones equitativas para la competencia, puertas de entrada y salida para las distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos y de manera paulatina pero sistemática, nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, a la alternancia en los ejecutivos y a los congresos plurales”: José Woldenberg.

Ninguna crónica que pueda compartir con usted en este artículo será suficiente para describir el sentimiento propio y de cientos de miles de mexicanos expresado el domingo, en la mega marcha por la democracia y la defensa del INE.

A la marcha se sumaban trabajadores que salían de los restaurantes y los negocios sobre Reforma, había gente de la tercera edad, niños, jóvenes, hombres y mujeres que en libertad marcharon para evitar regresar a los tiempos en los que el poder de decisión era de un solo hombre.

Lo mismo oficinistas que empresarios, estudiantes que amas de casa, catedráticos que administrativos, todo México se reunió en el Paseo de la Reforma, para defender al Instituto Nacional Electoral, de la embestida del Presidente y sus aliados.

Como era de esperarse y como lo hice saber en la conferencia de prensa que di la semana pasada, los cercanos al Presidente intentaron desacreditar la marcha; lo mismo la corcholata consentida por Andrés Manuel, que el encargado de la política de la Ciudad de México, quien en un tuit afirmaba que solo habían asistido 10 mil personas. Nada nos sorprende, porque han perdido la vergüenza por la mentira y han preferido la obediencia sumisa frente a su jerarca.

Nada pudo doler más al Presidente y sus aliados, que darse cuenta que están muy lejos de ese respaldo popular de 30 millones de mexicanos. El 13 de noviembre quedará en la historia como el día en que se tomaron las calles pacíficamente para defender a las instituciones de la embestida presidencial.

Todo el aparato del gobierno fue apostado para que la marcha no tuviera eco. Desde la contingencia ambiental inventada que contradijo los propios datos de la dependencia encargada de vigilar la calidad del aire en el valle de México, el cierre de calles que daba acceso al primer cuadro de la ciudad y la misteriosa caída de la señal de internet de la que fuimos testigos.

Sin embargo, ninguna de estas viejas prácticas autoritarias pudieron contra la voluntad popular que se manifestó libremente en cientos de miles que acudimos para defender las instituciones y las libertades, de la mal llamada cuarta transformación, que en realidad se trata de la primera gran regresión del país.

El llamado de los mexicanos debe ser escuchado por los legisladores de todas las corrientes políticas, pues quienes nos desempeñamos como representantes populares, estamos obligados a escuchar las demandas sociales y traducirlas en acciones contundentes en favor de México.

Agradezco el favor de su lectura.