/ viernes 16 de abril de 2021

¡Ya nada los detiene!...

Televisa se fusiona con Univisión. El universo de la información manejada por los medios se está agrupando mundialmente. Gigantes como Netflix o Disney están invirtiendo trillones para dominar el mercado mundial de información y de la TV de entretenimiento.

La pandemia actual ha demostrado que tanto globalización como neoliberalismo no son la solución y que se deben imaginar novedosos esquemas mundiales de control, llámese político, económico o social. Algunas potencias preservan sus renglones económicos claves. Inglaterra se salió del mercado común europeo para proteger sus áreas soberanas, de interés para el imperio. En México nos hemos desprendido del mercado de los alimentos, del agua embotellada, del litio, el petróleo, la electricidad, la generación eólica. No hemos conservado las industrias claves para la soberanía. Hasta del maíz extranjero dependemos. El colonialismo cuando entra a un país llega para quedarse, para dominar, para corromper, para extraer las riquezas naturales y dominar las áreas económicas claves para la soberanía. Estamos entrando al capítulo más rapas y perverso del neoliberalismo, que no tiene contención. Saben que información es poder y malinformar a las masas para dirigir su intención del voto les redunda en poder político a favor, así que buscan el pleno control de la información en la TV y el entretenimiento, que es otra forma de colonialismo mental e ideológico. Se pensaría que la fusión de que vengo hablando es asunto privado, pero no. Televisa fue tan poderosa entre el hispanohablante que los artistas del continente y españoles la buscaban para su proyección mundial. Sus telenovelas iban al mercado del orbe. Tanto, que despertaron la codicia de colombianos, gringos y chinos, entre otros. Netflix ahora produce series cortas que son verdadero imán y que ya desplazan las producciones de Televisa. Esta empresa en el sexenio pasado soportó sus finanzas con transferencias de dinero público de un gobernante amigo suyo, a quien incluso casó con una estrella de telenovela. Pero treinta millones de votos cambiaron el panorama, los subsidios ya no fluyen. El mandato electoral es distinto. Los amos del capital y de los medios aúllan porque no reciben las enormes tajadas de antes, no entiendo de qué se espantan si apostaron en contra del actual ejecutivo.

Las finanzas de Televisa están desfondadas, en el desamparo público, sus deudas pesan más. Sus voceros noticiosos, esos de treinta mil dólares la entrevista, se desesperan al ver sus chequeras anémicas. Están inmersos en una despiadada campaña contra el ejecutivo para ver si lo ablandan o derrumban. En este panorama, la venta de los medios a Univisión, es un riesgo hasta de soberanía. Todos testificamos a diario que ya no se informa, se distorsiona o de plano se inventa. Los medios noticiosos se han asumido en jueces y entonces enjuician y sentencian, porque incluso entrevistan, dejando entrever una convenenciera respuesta. Le llaman cuarto poder. Aunque la constitución solo reconoce tres y es al judicial a quien corresponde enjuiciar y contener cualquier desbordamiento del ejecutivo. Cuando menos así lo dictan los cánones de los padres del constitucionalismo norteamericano. Los informadores quieren ser los jueces de la sociedad y por tanto dirigirla. Es tan grande el poder de la Televisión y de los medios digitales y tan supina la desinformación de las grandes mayorías, que con toda comodidad se han instalado en el papel de informador y juez al mismo tiempo. Están jugando un papel que no les corresponde, pero que esto quede en manos de las multinacionales es un peligro para la soberanía nacional, de México y de cualquier país porque entonces los informadores multinacionales a través de la noticia y el entretenimiento tendrán el sometimiento de las grandes mayorías y el voto popular será solo un pretexto para justificar aquellos intereses. Fueron las radionovelas cubanas las que inspiraron a la telenovela y esta, hizo grande a Televisa, con su fusión. Ahora no sabemos quién determinará en esa gran empresa, pero el que lo haga se erigirá en el máximo informador, comunicador y juez social del país. Cuidado, habrá que legislar acerca del tema para someter al derecho y a la soberanía nacional, este tsunami que pudiera aproximarse, porque es un hecho que empresas tipo Netflix o Disney ya controlan vastos sectores de la información y del entretenimiento televisivo. Esta es una amenaza para la soberanía y para la democracia en México, que debe preverse y conjurarse. Y eso deben hacer nuestros legisladores en lugar de pelearse en las tribunas por nimiedades

Televisa se fusiona con Univisión. El universo de la información manejada por los medios se está agrupando mundialmente. Gigantes como Netflix o Disney están invirtiendo trillones para dominar el mercado mundial de información y de la TV de entretenimiento.

La pandemia actual ha demostrado que tanto globalización como neoliberalismo no son la solución y que se deben imaginar novedosos esquemas mundiales de control, llámese político, económico o social. Algunas potencias preservan sus renglones económicos claves. Inglaterra se salió del mercado común europeo para proteger sus áreas soberanas, de interés para el imperio. En México nos hemos desprendido del mercado de los alimentos, del agua embotellada, del litio, el petróleo, la electricidad, la generación eólica. No hemos conservado las industrias claves para la soberanía. Hasta del maíz extranjero dependemos. El colonialismo cuando entra a un país llega para quedarse, para dominar, para corromper, para extraer las riquezas naturales y dominar las áreas económicas claves para la soberanía. Estamos entrando al capítulo más rapas y perverso del neoliberalismo, que no tiene contención. Saben que información es poder y malinformar a las masas para dirigir su intención del voto les redunda en poder político a favor, así que buscan el pleno control de la información en la TV y el entretenimiento, que es otra forma de colonialismo mental e ideológico. Se pensaría que la fusión de que vengo hablando es asunto privado, pero no. Televisa fue tan poderosa entre el hispanohablante que los artistas del continente y españoles la buscaban para su proyección mundial. Sus telenovelas iban al mercado del orbe. Tanto, que despertaron la codicia de colombianos, gringos y chinos, entre otros. Netflix ahora produce series cortas que son verdadero imán y que ya desplazan las producciones de Televisa. Esta empresa en el sexenio pasado soportó sus finanzas con transferencias de dinero público de un gobernante amigo suyo, a quien incluso casó con una estrella de telenovela. Pero treinta millones de votos cambiaron el panorama, los subsidios ya no fluyen. El mandato electoral es distinto. Los amos del capital y de los medios aúllan porque no reciben las enormes tajadas de antes, no entiendo de qué se espantan si apostaron en contra del actual ejecutivo.

Las finanzas de Televisa están desfondadas, en el desamparo público, sus deudas pesan más. Sus voceros noticiosos, esos de treinta mil dólares la entrevista, se desesperan al ver sus chequeras anémicas. Están inmersos en una despiadada campaña contra el ejecutivo para ver si lo ablandan o derrumban. En este panorama, la venta de los medios a Univisión, es un riesgo hasta de soberanía. Todos testificamos a diario que ya no se informa, se distorsiona o de plano se inventa. Los medios noticiosos se han asumido en jueces y entonces enjuician y sentencian, porque incluso entrevistan, dejando entrever una convenenciera respuesta. Le llaman cuarto poder. Aunque la constitución solo reconoce tres y es al judicial a quien corresponde enjuiciar y contener cualquier desbordamiento del ejecutivo. Cuando menos así lo dictan los cánones de los padres del constitucionalismo norteamericano. Los informadores quieren ser los jueces de la sociedad y por tanto dirigirla. Es tan grande el poder de la Televisión y de los medios digitales y tan supina la desinformación de las grandes mayorías, que con toda comodidad se han instalado en el papel de informador y juez al mismo tiempo. Están jugando un papel que no les corresponde, pero que esto quede en manos de las multinacionales es un peligro para la soberanía nacional, de México y de cualquier país porque entonces los informadores multinacionales a través de la noticia y el entretenimiento tendrán el sometimiento de las grandes mayorías y el voto popular será solo un pretexto para justificar aquellos intereses. Fueron las radionovelas cubanas las que inspiraron a la telenovela y esta, hizo grande a Televisa, con su fusión. Ahora no sabemos quién determinará en esa gran empresa, pero el que lo haga se erigirá en el máximo informador, comunicador y juez social del país. Cuidado, habrá que legislar acerca del tema para someter al derecho y a la soberanía nacional, este tsunami que pudiera aproximarse, porque es un hecho que empresas tipo Netflix o Disney ya controlan vastos sectores de la información y del entretenimiento televisivo. Esta es una amenaza para la soberanía y para la democracia en México, que debe preverse y conjurarse. Y eso deben hacer nuestros legisladores en lugar de pelearse en las tribunas por nimiedades