/ viernes 5 de noviembre de 2021

Zempoalxochitl amarillo en Día de Muertos

La tradición del pueblo tlaxcalteca, así como de otros más, festeja los días 1 y 2 de noviembre como "Día de Muertos". Vieja tradición tlaxcalteca y mexica para festejar la memoria de los familiares desaparecidos, que se presumió que esos seres continúan viviendo en espíritu en otra dimensión, por lo tanto, hay que recordarlos con la mejor memoria que se tenga de ellos; llegado dicho recuerdo, se despierta el desmedido deseo de estar un momento con ellos en vivo, recordando algunos hechos sobresalientes de la vida de cada uno.

La mayoría de la humanidad aspira a vivir un instante con cada uno de sus familiares o amigos queridos que viven en otra actualidad. Las personas se preparan para hacer limpieza de las tumbas donde se encuentran sepultados sus seres queridos, con el propósito de depositar en una ofrenda floral basada esencialmente en la flor hermosa mexicana, llamada en náhuatl Zempoalxochitl (veinte flores), porque el número de flores de cada ramo es abundante unas veces hasta de 20 o más de las hermosas flores de color amarillo que por años se han ocupado para embellecer las ofrendas con frutos y alimentos que también, en esa temporada, se brindarán a los difuntos.

El adorno de la tumba es muy sencillo, pero muy vistoso; se hace con preferencia de flor y pétalo del mismo zempoaxochitl combinada con una que otra flor de diferente color y, finalmente, se le agrega una veladora. Ese depósito de objetos será suficiente con el agregado de un rezo en especial y una petición personal. Desde luego que en esa acción, hay lágrimas momentáneas, que en muchas ocasiones, se acompañan de una de las canciones preferidas del extinto familiar, la que más agradaba a éste, inclusive ante la tumba.

Antes de esta ceremonia, los familiares se reparten el trabajo para hacer los alimentos que se invitarán en la exposición de la ofrenda funeraria, así como el pan es elaborado en el horno de propia construcción.

Es sorprendente el resultado final de los altares por los artículos que llegan a sustentar, por ejemplo, del pan mencionado, se acostumbra a portar a la mesa o en el suelo, los alimentos que gustaban al familiar desaparecido, inclusive fotografía y objetos del personaje o personajes al que era recibido en esos días en su hogar, sin dejar de lado que queda demostrado la dedicación y el sentimiento que se imprime en cada uno de éstos.

Desde tiempos inmemorables la variación alimenticia fue amplia, algunas pobremente y otras en abundancia, un ejemplo: una mesa ofrendada con tortillas, salsa molida, tomate, chile triturado al molcajete, pollo cocido o un guajolote (huexoloc), agregando un jarro con atole de maíz o un jarro lleno de pulque, sin faltar nopales, elotes, tlaxcales, calabazas, ejotes, y frutos, como jícama, pera, manzana, tuna blanca y roja.

También con producto animal, por ejemplo la sopa de tortilla, de habas, de frijoles, guisado de pollo con caldillo, chipotle o cualquier otro chile agradable al paladar, seco o verde, guisado de conejo, guajolote, mole de guajolote, chiles rellenos de queso o carne, un alimento de maíz muy querido es el Tlatloyo, relleno de frijoles o ayocotes cocidos, memelas.

Carnes de buey, cabra, borrego, puerco, acocil, ajolote, Cuitlacoche (hongos del maíz), conejo, liebre, tórtola. Dulces hechos con fruta, dulce de calabaza al horno, dulce hecho con panela, dulce con azúcar, chilacayote, dulce de calabaza cocida con camote morado, plátano frito y otros frutos de la campo Tlaxcalteca, incluso su animal de envoltura si es que existió que y dicha ofrenda familiar estaba adornada con flores, velas y veladoras que daba luminosidad durante día y noche, acompañadas de depósitos de color negro conocidos como sahumerios que almacenaban trozos de carbón ardiendo y un poco de incienso que esparcía el humo agradable de esta sustancia del árbol de ocote, esta clase de ofrendas fraternales estaba vigente a la vista durante los días 1 y 2 ya mencionados, pudiéndose levantar al segundo día con el propósito de distribución entre parientes y poderlo consumir como algo que dejaban los visitantes difuntos, los que vendrían otra vez dentro de un año.

La tradición del pueblo tlaxcalteca, así como de otros más, festeja los días 1 y 2 de noviembre como "Día de Muertos". Vieja tradición tlaxcalteca y mexica para festejar la memoria de los familiares desaparecidos, que se presumió que esos seres continúan viviendo en espíritu en otra dimensión, por lo tanto, hay que recordarlos con la mejor memoria que se tenga de ellos; llegado dicho recuerdo, se despierta el desmedido deseo de estar un momento con ellos en vivo, recordando algunos hechos sobresalientes de la vida de cada uno.

La mayoría de la humanidad aspira a vivir un instante con cada uno de sus familiares o amigos queridos que viven en otra actualidad. Las personas se preparan para hacer limpieza de las tumbas donde se encuentran sepultados sus seres queridos, con el propósito de depositar en una ofrenda floral basada esencialmente en la flor hermosa mexicana, llamada en náhuatl Zempoalxochitl (veinte flores), porque el número de flores de cada ramo es abundante unas veces hasta de 20 o más de las hermosas flores de color amarillo que por años se han ocupado para embellecer las ofrendas con frutos y alimentos que también, en esa temporada, se brindarán a los difuntos.

El adorno de la tumba es muy sencillo, pero muy vistoso; se hace con preferencia de flor y pétalo del mismo zempoaxochitl combinada con una que otra flor de diferente color y, finalmente, se le agrega una veladora. Ese depósito de objetos será suficiente con el agregado de un rezo en especial y una petición personal. Desde luego que en esa acción, hay lágrimas momentáneas, que en muchas ocasiones, se acompañan de una de las canciones preferidas del extinto familiar, la que más agradaba a éste, inclusive ante la tumba.

Antes de esta ceremonia, los familiares se reparten el trabajo para hacer los alimentos que se invitarán en la exposición de la ofrenda funeraria, así como el pan es elaborado en el horno de propia construcción.

Es sorprendente el resultado final de los altares por los artículos que llegan a sustentar, por ejemplo, del pan mencionado, se acostumbra a portar a la mesa o en el suelo, los alimentos que gustaban al familiar desaparecido, inclusive fotografía y objetos del personaje o personajes al que era recibido en esos días en su hogar, sin dejar de lado que queda demostrado la dedicación y el sentimiento que se imprime en cada uno de éstos.

Desde tiempos inmemorables la variación alimenticia fue amplia, algunas pobremente y otras en abundancia, un ejemplo: una mesa ofrendada con tortillas, salsa molida, tomate, chile triturado al molcajete, pollo cocido o un guajolote (huexoloc), agregando un jarro con atole de maíz o un jarro lleno de pulque, sin faltar nopales, elotes, tlaxcales, calabazas, ejotes, y frutos, como jícama, pera, manzana, tuna blanca y roja.

También con producto animal, por ejemplo la sopa de tortilla, de habas, de frijoles, guisado de pollo con caldillo, chipotle o cualquier otro chile agradable al paladar, seco o verde, guisado de conejo, guajolote, mole de guajolote, chiles rellenos de queso o carne, un alimento de maíz muy querido es el Tlatloyo, relleno de frijoles o ayocotes cocidos, memelas.

Carnes de buey, cabra, borrego, puerco, acocil, ajolote, Cuitlacoche (hongos del maíz), conejo, liebre, tórtola. Dulces hechos con fruta, dulce de calabaza al horno, dulce hecho con panela, dulce con azúcar, chilacayote, dulce de calabaza cocida con camote morado, plátano frito y otros frutos de la campo Tlaxcalteca, incluso su animal de envoltura si es que existió que y dicha ofrenda familiar estaba adornada con flores, velas y veladoras que daba luminosidad durante día y noche, acompañadas de depósitos de color negro conocidos como sahumerios que almacenaban trozos de carbón ardiendo y un poco de incienso que esparcía el humo agradable de esta sustancia del árbol de ocote, esta clase de ofrendas fraternales estaba vigente a la vista durante los días 1 y 2 ya mencionados, pudiéndose levantar al segundo día con el propósito de distribución entre parientes y poderlo consumir como algo que dejaban los visitantes difuntos, los que vendrían otra vez dentro de un año.