Durante su participación en la charla Derechos Humanos, Igualdad y Violencia de Género desde la Diversidad, Siobhan Guerrero Mc Manus, quien es especialista del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM, dijo que pensar que una preferencia sexual distinta a los estereotipos es un trastorno o enfermedad lleva a los afectados a perder su capacidad de ejercer su ciudadanía y derechos humanos.
Al respecto, externó que las cadenas de violencia inician en el hogar, ya es donde suelen estar presentes los estereotipos sobre la conducta que deben tener los hombres y mujeres y ésta se intensifica cuando la persona decide “salir del closet”.
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Es justo en el seno familiar donde se interpreta como enfermedad cualquier preferencia sexual diferente a los estereotipos convencionales impuestos por la sociedad.
Las violencias empiezan desde que se está ante un cuerpo que no encaja con los estereotipos de género. Es decir, un niño o una niña no necesitan pronunciarse públicamente como lesbianas, trans o bisexuales, sólo basta que sean leídos como tal para que empiecen las violencias y las intervenciones, dijo la especialista.
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A la fecha, existen familias que llevan a los infantes a terapia si es que a los cinco años aún no se ajustan a los estereotipos de género, referente a esto Guerrero Mc Manus, expresó que a veces los médicos les dan intervenciones que se pueden calificar como terapias reparativas. Las infancias y adolescencias LGBTIQ de nuestro país ya están siendo medicadas e intervenidas desde perspectivas patologizantes, que son consideradas tortura, que buscan suprimir la orientación sexual o identidad de género o, en el caso de las personas intersex, modificar sus morfologías corporales.
Muchas personas piensan que acompañar a un niño trans, es sacarlo del ámbito familiar y llevarlos a “terapias reparativas” que no funcionan, al contrario, generan problemas de salud mental y medicalizan y en varios casos hormonizan, creyendo que así podrán cambiar las orientaciones sexuales o las identidades de género, algo que no pasa.
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La especialista aconseja que lo que se debe se hacer es acompañar a los niños afectivamente y de una manera centrada en sus derechos humanos y llevarlos a espacios seguros donde puedan descubrir y explorar sus identidades sin miedo.
Por último, la investigadora aplaude que en nuestro país se promueva una nueva política de acompañamiento a las infancias LGBTIQ, haciendo a un lado la idea de patologizar por parte de psiquiatras o psicólogos y se aboga por el reconocimiento de identidades sociales.
*Con información de Gaceta UNAM
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