A lo largo de la historia, los colores se han convertido en parte indispensable de la cultura al representar, de acuerdo con nuestra percepción humana, distintas emociones.
En tiempos prehispánicos, los mixtecos que poblaron lo que hoy es Oaxaca desarrollaron un método de crianza de un insecto parásito del nopal para obtener un pigmento rojo y con él teñir sus símbolos sagrados.
El nombre científico del animal es Dactylopius coccus, no obstante, ellos lo bautizaron como “sangre de tuna”. Hoy lo conocemos como grana cochinilla, mismo que se convirtió en uno de los principales aportes del México prehispánico y que, en su época, maravilló al mundo entero.
El tinte rojo obtenido de este insecto se convirtió en una fuerte competencia para los colorantes europeos donde solo abundaba el uso de minerales para teñir la ropa de los nobles. De hecho, el rojo mexicano arrasó también en las escuelas de arte y estuvo en la paleta de los grandes pintores de los siglos XVI al XIX, como Rembrandt y Van Gogh.
De este último se tiene registro de utilizó el rojo de la grana en aproximadamente 40 lienzos. A veces con escasos recursos para realizar sus obras, el artista encontró en la grana cochinilla una alternativa accesible a nivel económico y técnico.
Si bien en sus obras más conocidas abunda el amarillo y azul, otras están basadas en el colorante natural proveniente de América.
Según la exposición “Rojo Mexicano, la grana en el arte”, el pintor holandés la empleó en famosos cuadros como “La recámara de Van Gogh en Arlés” y “Terraza de café por la noche”.
La intensidad del color enriqueció la cultura europea convirtiéndose en un negocio millonario, sin embargo, con el paso del tiempo trajo consigo la aparición de tintes artificiales, propiciando la decadencia de este tinte.
¿AÚN SE UTILIZA LA GRANA?
El tono de la “sangre de tuna” estuvo a punto de desaparecer con la revolución industrial, pero gracias al impulso que contempla los diferentes aspectos de manera integral, aspectos históricos, históricos, culturales, ambientales, técnicos y económicos, la grana cochinilla está siendo revalorizada.
En Tlaxcala, un grupo de mujeres oriundas del municipio de Terrenate se ha dedicado a la producción y venta de la grana cochinilla desde hace más de 20 años, lo que las convierte en las únicas personas en la entidad con este oficio.
Sus clientes emergen de la industria textil y corresponden también a artesanos gastronómicos, como los fundadores de la destilería Cuatro Volcanes, que la emplean para darle color a sus bebidas.