/ miércoles 9 de octubre de 2024

La Familia Burrón, una historieta para recordar; la obra se imprimió durante 60 años

La obra fue creada en 1948 por el mexicano Gabriel Vargas 

Desde su aparición en 1948, La familia Burrón se convirtió en la historieta mexicana por antonomasia, pues fue un espejo humorístico y entrañable de la vida cotidiana en un México en plena transformación hacia la modernidad, la cual hoy se lee como un nostálgico pasaje a la vida familiar del siglo pasado.

 

 

Creada por Gabriel Vargas, esta obra logró capturar, a través de sus viñetas y personajes, las vivencias, luchas y esperanzas de la clase trabajadora, convirtiéndose en una parte fundamental del imaginario colectivo.

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El mundo de Regino Burrón, propietario y único operario de la peluquería de barrio pobre “El Rizo de Oro”, así como su esposa Borola Tacuche, sus hijos y su perro Wilson trascendió las barreras de lo local para volverse un fenómeno de masas que atrajo a generaciones enteras.

A lo largo de más de 60 años, la historieta reflejó los cambios sociales, políticos y culturales del país con un toque de humor heredado de la literatura picaresca. Don Regino se convirtió en el arquetipo del mexicano moderno: honrado, sensato y trabajador. No obstante, también fue una aguda representación del conformismo y la falta de imaginación.

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En cambio, Borola representa a la mujer contestataria que vive una emancipación femenina real donde la anarquía comienza a aparecer como figura filosófica entre las calles. Sin embargo, este personaje también se convirtió en el incómodo reflejo del hedonismo que enamoró a más de un lector.

A pesar de su impacto cultural, en 2009 dejó de imprimirse La Familia Burrón con mil 600 números distribuidos por toda la República, con lo que se puso fin a una era dorada de la historieta mexicana. Desde entonces, sus volúmenes se han convertido en preciados objetos de colección que aluden a la nostalgia. Como dato curioso, las primeras ediciones alcanzan precios de hasta 700 pesos en el mercado virtual.


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De esta obra también quedó una herencia lingüística; el lenguaje académico y solemne se cambió por el coloquial con frases como “A mover el bigote”, “Está de rechupete”, “Es bien chipocludo”, “Mira nomás este cuchitril” o “Estuvo a todo mecate”, que se popularizaron con los diálogos de estos entrañables personajes.

LA HISTORIETA Y EL FOMENTO A LA LECTURA

En el contexto educativo del siglo XX las historietas desempeñaron un papel clave en el fomento de la lectura. Para muchos, La Familia Burrón fue la puerta de entrada a la lectura, en una época en la que el acceso a los libros era limitado para amplios sectores de la población.

 

 

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Las historietas, accesibles y económicas, ofrecían una alternativa entretenida y educativa, donde el humor, las aventuras y los personajes cercanos lograron atrapar la atención de chicos y grandes. Así, estas publicaciones ayudaron a desarrollar la imaginación y a mejorar la comprensión lectora de millones de personas.

La Familia Burrón, junto a otras historietas como Los Supermachos de Rius o Memín Pinguín, marcó un punto de inflexión en el panorama cultural mexicano. Su fin último era entretener, pero en el camino también introdujeron temas importantes de la realidad social, política y económica del país. Estas historietas se convirtieron en una herramienta educativa que, de forma amena y ligera, incentivaron la lectura.

 

 

Desde su aparición en 1948, La familia Burrón se convirtió en la historieta mexicana por antonomasia, pues fue un espejo humorístico y entrañable de la vida cotidiana en un México en plena transformación hacia la modernidad, la cual hoy se lee como un nostálgico pasaje a la vida familiar del siglo pasado.

 

 

Creada por Gabriel Vargas, esta obra logró capturar, a través de sus viñetas y personajes, las vivencias, luchas y esperanzas de la clase trabajadora, convirtiéndose en una parte fundamental del imaginario colectivo.

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A lo largo de más de 60 años, la historieta reflejó los cambios sociales, políticos y culturales del país con un toque de humor heredado de la literatura picaresca. Don Regino se convirtió en el arquetipo del mexicano moderno: honrado, sensato y trabajador. No obstante, también fue una aguda representación del conformismo y la falta de imaginación.

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A pesar de su impacto cultural, en 2009 dejó de imprimirse La Familia Burrón con mil 600 números distribuidos por toda la República, con lo que se puso fin a una era dorada de la historieta mexicana. Desde entonces, sus volúmenes se han convertido en preciados objetos de colección que aluden a la nostalgia. Como dato curioso, las primeras ediciones alcanzan precios de hasta 700 pesos en el mercado virtual.


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LA HISTORIETA Y EL FOMENTO A LA LECTURA

En el contexto educativo del siglo XX las historietas desempeñaron un papel clave en el fomento de la lectura. Para muchos, La Familia Burrón fue la puerta de entrada a la lectura, en una época en la que el acceso a los libros era limitado para amplios sectores de la población.

 

 

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La Familia Burrón, junto a otras historietas como Los Supermachos de Rius o Memín Pinguín, marcó un punto de inflexión en el panorama cultural mexicano. Su fin último era entretener, pero en el camino también introdujeron temas importantes de la realidad social, política y económica del país. Estas historietas se convirtieron en una herramienta educativa que, de forma amena y ligera, incentivaron la lectura.

 

 

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