/ domingo 1 de septiembre de 2024

Los frijoles saltarines: un misterio viviente en miniatura

La razón por la que saltan va más allá de la magia

A lo largo de la historia, un fenómeno peculiar ha capturado la curiosidad de quienes disfrutan de las maravillas de la naturaleza: los frijoles saltarines.

Estos pequeños granos, que a primera vista parecen simples semillas, esconden un secreto que los ha convertido en una auténtica atracción. No son juguetes, ni trucos de magia, sino una muestra de la sorprendente biodiversidad que habita en México.

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EL SECRETO DETRÁS DEL MOVIMIENTO

Los frijoles saltarines no son frijoles en el sentido estricto de la palabra. Se trata en realidad de las semillas de un arbusto del desierto llamado Sebastiana pavoniana, que albergan en su interior la larva de una pequeña polilla, conocida científicamente como Cydia deshaisiana.

 

 

A medida que la larva se desarrolla dentro del "frijol", se alimenta de su interior, y cuando siente calor, se mueve en un intento desesperado por encontrar sombra. Este movimiento es lo que provoca que los frijoles "salten", creando la ilusión de que están vivos.

No te pierdas: ➡️ Durante seis décadas Justina preparó un huerto para vivir en Totolac

La historia del frijol saltarín ha intrigado a los lugareños y visitantes por igual durante generaciones. En los mercados locales y tiendas de recuerdos, estos frijoles saltarines son vendidos en pequeñas cajitas, donde pueden pasar meses sorprendiendo a aquellos que los observan por primera vez. Quien los adquiere recibe una recomendación muy específica: colocarlos en un lugar fresco y con poca luz, ya que el calor y la luz solar directa pueden hacer que las larvas se agiten en exceso.

SU INTRODUCCIÓN A LA CULTURA POPULAR

Para muchos niños y turistas, estos frijoles saltarines son una especie de juguete biológico, una alternativa natural a los juguetes de plástico y pilas.

Entérate: ➡️ Sembradas, 160 mil ha de granos en Tlaxcala

 

 

En los años 50 y 60, cuando los frijoles saltarines comenzaron a comercializarse fuera de México, llegaron incluso a convertirse en un fenómeno de curiosidad en Estados Unidos. Hoy en día, siguen sorprendiendo a quienes los descubren por primera vez, generando exclamaciones de asombro y una fascinación casi infantil por estos pequeños seres que desafían las expectativas.

En la cultura popular mexicana, los frijoles saltarines son considerados un símbolo de la rica biodiversidad del país, y en algunos pueblos, forman parte de leyendas locales que atribuyen propiedades mágicas o de buena suerte a estos inquietos granos.

Historias contadas por abuelos a sus nietos relatan cómo los frijoles "con vida propia" ayudan a encontrar el camino o a predecir el futuro, reforzando así su estatus como pequeños talismanes de la naturaleza.

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Observar a estos frijoles saltarines es como tener un fragmento del desierto en la palma de la mano. Su movimiento errático y casi caprichoso es una invitación a detenerse un momento, a dejarse maravillar por los pequeños milagros que la naturaleza ofrece en sus formas más inesperadas. Y aunque su tiempo de "vida activa" es limitado, aquellos que alguna vez han tenido la oportunidad de verlos saltar, no olvidan fácilmente la experiencia.


 

 

A lo largo de la historia, un fenómeno peculiar ha capturado la curiosidad de quienes disfrutan de las maravillas de la naturaleza: los frijoles saltarines.

Estos pequeños granos, que a primera vista parecen simples semillas, esconden un secreto que los ha convertido en una auténtica atracción. No son juguetes, ni trucos de magia, sino una muestra de la sorprendente biodiversidad que habita en México.

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EL SECRETO DETRÁS DEL MOVIMIENTO

Los frijoles saltarines no son frijoles en el sentido estricto de la palabra. Se trata en realidad de las semillas de un arbusto del desierto llamado Sebastiana pavoniana, que albergan en su interior la larva de una pequeña polilla, conocida científicamente como Cydia deshaisiana.

 

 

A medida que la larva se desarrolla dentro del "frijol", se alimenta de su interior, y cuando siente calor, se mueve en un intento desesperado por encontrar sombra. Este movimiento es lo que provoca que los frijoles "salten", creando la ilusión de que están vivos.

No te pierdas: ➡️ Durante seis décadas Justina preparó un huerto para vivir en Totolac

La historia del frijol saltarín ha intrigado a los lugareños y visitantes por igual durante generaciones. En los mercados locales y tiendas de recuerdos, estos frijoles saltarines son vendidos en pequeñas cajitas, donde pueden pasar meses sorprendiendo a aquellos que los observan por primera vez. Quien los adquiere recibe una recomendación muy específica: colocarlos en un lugar fresco y con poca luz, ya que el calor y la luz solar directa pueden hacer que las larvas se agiten en exceso.

SU INTRODUCCIÓN A LA CULTURA POPULAR

Para muchos niños y turistas, estos frijoles saltarines son una especie de juguete biológico, una alternativa natural a los juguetes de plástico y pilas.

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En los años 50 y 60, cuando los frijoles saltarines comenzaron a comercializarse fuera de México, llegaron incluso a convertirse en un fenómeno de curiosidad en Estados Unidos. Hoy en día, siguen sorprendiendo a quienes los descubren por primera vez, generando exclamaciones de asombro y una fascinación casi infantil por estos pequeños seres que desafían las expectativas.

En la cultura popular mexicana, los frijoles saltarines son considerados un símbolo de la rica biodiversidad del país, y en algunos pueblos, forman parte de leyendas locales que atribuyen propiedades mágicas o de buena suerte a estos inquietos granos.

Historias contadas por abuelos a sus nietos relatan cómo los frijoles "con vida propia" ayudan a encontrar el camino o a predecir el futuro, reforzando así su estatus como pequeños talismanes de la naturaleza.

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Observar a estos frijoles saltarines es como tener un fragmento del desierto en la palma de la mano. Su movimiento errático y casi caprichoso es una invitación a detenerse un momento, a dejarse maravillar por los pequeños milagros que la naturaleza ofrece en sus formas más inesperadas. Y aunque su tiempo de "vida activa" es limitado, aquellos que alguna vez han tenido la oportunidad de verlos saltar, no olvidan fácilmente la experiencia.


 

 

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