/ domingo 1 de noviembre de 2020

Culmina octubre, mes de Huamantla

Su fundación en 1534 y el paso del Fuego Olímpico, entre los hechos más destacados

El décimo mes del año se le ha denominado el mes de Huamantla, por los diversos hechos históricos que han acontecido en el Pueblo Mágico, desde su propia fundación el 18 de octubre de 1534, el paso del Fuego Olímpico el 10 de octubre de 1968 sobre las calles bellamente decoradas con los tradicionales tapetes de aserrín, suceso publicado por El Sol de Tlaxcala en la edición de ese tiempo.

También se suman los aniversarios de importantes instituciones educativas inauguradas en 1984, durante las conmemoraciones por el CDL aniversario de la fundación de San Luis Huamantla: la escuela de medicina veterinaria y zootecnia, hoy facultad de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y la escuela secundaria técnica No. 26 “Huamantla 450; mucho antes en 1956, el jardín de niños “Josefa Castelar” y el Cecyte 231, hoy CBTis 61 en 1974.

Pero destaca la épica Batalla de Huamantla, la Acción del Tiro sucedió cuando las fuerzas invasoras norteamericanas del General Winfield Scott entraban a la villa de Huamantla el 9 de octubre de 1847. Un reducido número de patriotas la “defendieron con sólo dos piezas de artillería y unos cuantos soldados de la guardia respectiva”.

“La descubierta de las tropas llevadas por Santa-Anna en auxilio de Huamantla se componía de 35 hombres de la Policía de Puebla al mando del Capitán D. Eulalio Villaseñor, quien, cuando el enemigo se entregaba al saqueo, penetró con su pequeñísima fuerza, dividida en dos trozos, por la calles de la villa, lanceando a los yanquis y sembrando en ellas terror indecible”.

Así relató José María Roa Bárcena, testigo de los hechos, en su libro “Recuerdos de la invasión norteamericana (1847-1848) Por un joven de entonces”.

Foto: Cortesía | Raúl Roberto Reyes-Ramírez y Mexicano

Los huamantecos, según narra el Barón de Grone, defendieron aguerridamente su tierra, los lugareños, entre los cuales se distinguía por su arrojo don Francisco Vieyra, se sacrificaban heroicamente procurando contener el avance de las columnas enemigas, protegiendo así la retaguardia.

Una de las calles más disputadas había sido la del Arco, hoy Juárez norte entre Abasolo y Galeana, por donde ya completamente retirados los mexicanos y pisando una alfombra de cadáveres de nacionales y extranjeros, ahora subía a paso de carga una columna de infantería yanqui.

Cargada y con la mecha lista, cuenta la leyenda, yacía en la esquina abandonada una pieza de artillería que los nuestros en su precipitado repliegue no tuvieron tiempo de llevarse o destruir. Los invasores ya llegan a la mitad de la calle y se oye distintamente su vocerío, gritando victoria en lengua extranjera, cuando aparece junto al cañón mujer de peregrina hermosura, Josefa Castelar que porta en la mano un tizón encendido. La columna se detiene admirada ante esta visión no sabiendo si hacer fuego o seguir avanzando, cuando se escucha el estallido del cañón abandonado, y su metralla mortífera siembra la confusión entre los invasores, los diezma y retroceden.

Hay muchos muertos y heridos yacen por el suelo, entre ellos encuentra el capitán Samuel Walker, jefe de la caballería, ranger de Texas y diseñador del revolver Coltwalker, fallecido en la noche durante su trayecto a Nopalucan, Puebla.

A solicitud del historiador José García Sánchez, durante el Gobierno del licenciado don Rafael Avila Bretón, se impuso el nombre de Josefa Castelar a la plazuela de Iturbide, hoy del Dulce Nombre. En 1953, el gobernador Joaquín Cisneros coloca una placa alusiva Josefa Castelar y tres años más tarde se inaugura un jardín de niños y después una escuela primaria con el nombre de la heroína.

Posteriormente en el CL aniversario de la “Acción del Tiro” el gobierno municipal colocó una placa en la casa donde habitó doña Josefa Castelar y reconoció el papel fundamental del voluntario huamanteco Francisco Vieyra.

Hecho crucial en la historiografía donde el culto a los héroes se funde con la leyenda, aunque algunos estudiosos niegan la existencia de Josefa Castelar su nombre seguirá vivo y perdurará como una mujer temeraria, ejemplar y patriota.

A solicitud del historiador José García Sánchez, durante el Gobierno del licenciado don Rafael Avila Bretón, se impuso el nombre de Josefa Castelar a la plazuela de Iturbide, hoy del Dulce Nombre.

*Cronista y divulgador cultural


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El décimo mes del año se le ha denominado el mes de Huamantla, por los diversos hechos históricos que han acontecido en el Pueblo Mágico, desde su propia fundación el 18 de octubre de 1534, el paso del Fuego Olímpico el 10 de octubre de 1968 sobre las calles bellamente decoradas con los tradicionales tapetes de aserrín, suceso publicado por El Sol de Tlaxcala en la edición de ese tiempo.

También se suman los aniversarios de importantes instituciones educativas inauguradas en 1984, durante las conmemoraciones por el CDL aniversario de la fundación de San Luis Huamantla: la escuela de medicina veterinaria y zootecnia, hoy facultad de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y la escuela secundaria técnica No. 26 “Huamantla 450; mucho antes en 1956, el jardín de niños “Josefa Castelar” y el Cecyte 231, hoy CBTis 61 en 1974.

Pero destaca la épica Batalla de Huamantla, la Acción del Tiro sucedió cuando las fuerzas invasoras norteamericanas del General Winfield Scott entraban a la villa de Huamantla el 9 de octubre de 1847. Un reducido número de patriotas la “defendieron con sólo dos piezas de artillería y unos cuantos soldados de la guardia respectiva”.

“La descubierta de las tropas llevadas por Santa-Anna en auxilio de Huamantla se componía de 35 hombres de la Policía de Puebla al mando del Capitán D. Eulalio Villaseñor, quien, cuando el enemigo se entregaba al saqueo, penetró con su pequeñísima fuerza, dividida en dos trozos, por la calles de la villa, lanceando a los yanquis y sembrando en ellas terror indecible”.

Así relató José María Roa Bárcena, testigo de los hechos, en su libro “Recuerdos de la invasión norteamericana (1847-1848) Por un joven de entonces”.

Foto: Cortesía | Raúl Roberto Reyes-Ramírez y Mexicano

Los huamantecos, según narra el Barón de Grone, defendieron aguerridamente su tierra, los lugareños, entre los cuales se distinguía por su arrojo don Francisco Vieyra, se sacrificaban heroicamente procurando contener el avance de las columnas enemigas, protegiendo así la retaguardia.

Una de las calles más disputadas había sido la del Arco, hoy Juárez norte entre Abasolo y Galeana, por donde ya completamente retirados los mexicanos y pisando una alfombra de cadáveres de nacionales y extranjeros, ahora subía a paso de carga una columna de infantería yanqui.

Cargada y con la mecha lista, cuenta la leyenda, yacía en la esquina abandonada una pieza de artillería que los nuestros en su precipitado repliegue no tuvieron tiempo de llevarse o destruir. Los invasores ya llegan a la mitad de la calle y se oye distintamente su vocerío, gritando victoria en lengua extranjera, cuando aparece junto al cañón mujer de peregrina hermosura, Josefa Castelar que porta en la mano un tizón encendido. La columna se detiene admirada ante esta visión no sabiendo si hacer fuego o seguir avanzando, cuando se escucha el estallido del cañón abandonado, y su metralla mortífera siembra la confusión entre los invasores, los diezma y retroceden.

Hay muchos muertos y heridos yacen por el suelo, entre ellos encuentra el capitán Samuel Walker, jefe de la caballería, ranger de Texas y diseñador del revolver Coltwalker, fallecido en la noche durante su trayecto a Nopalucan, Puebla.

A solicitud del historiador José García Sánchez, durante el Gobierno del licenciado don Rafael Avila Bretón, se impuso el nombre de Josefa Castelar a la plazuela de Iturbide, hoy del Dulce Nombre. En 1953, el gobernador Joaquín Cisneros coloca una placa alusiva Josefa Castelar y tres años más tarde se inaugura un jardín de niños y después una escuela primaria con el nombre de la heroína.

Posteriormente en el CL aniversario de la “Acción del Tiro” el gobierno municipal colocó una placa en la casa donde habitó doña Josefa Castelar y reconoció el papel fundamental del voluntario huamanteco Francisco Vieyra.

Hecho crucial en la historiografía donde el culto a los héroes se funde con la leyenda, aunque algunos estudiosos niegan la existencia de Josefa Castelar su nombre seguirá vivo y perdurará como una mujer temeraria, ejemplar y patriota.

A solicitud del historiador José García Sánchez, durante el Gobierno del licenciado don Rafael Avila Bretón, se impuso el nombre de Josefa Castelar a la plazuela de Iturbide, hoy del Dulce Nombre.

*Cronista y divulgador cultural


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