Heriberto Mena le hizo honor a su apodo, “La Grande”, y como todo un grande fue despedido este 30 de septiembre, junto con su esposa e hijas.
El empresario textil de Mazatecochco, que en las primeras horas del pasado lunes fue víctima de la delincuencia, demostró que fue “genio y figura, hasta la sepultura”.
La sana distancia por la pandemia de Covid-19 no importó para cientos de personas que abarrotaron la Iglesia de San Cosme, al sur de la entidad tlaxcalteca, para participar en la misa de cuerpo presente oficiada por el párroco Gabriel Alcantarilla Sánchez, la cual duró casi 90 minutos.
A la salida del templo, muchas personas más ya esperaban en la Plaza Principal de Mazatecochco para aplaudir y lanzar porras a los cuatro integrantes de la familia Mena Pedraza.
Con música del tradicional carnaval entonada por una banda de viento, los Charros de la Sección Segunda danzaron en memoria de su capitán, al tiempo que los cuatro féretros fueron paseados en varias ocasiones alrededor de la plazuela.
Un mariachi se unió para entonar melodías que fueron cantadas por los presentes entre el llanto y la indignación al reprobar el asesinato de una ejemplar familia de su localidad.
“Ellos no le hacían daño a nadie, no merecían morir y menos de esa forma… ojalá atrapen a los delincuentes para que paguen por lo que hicieron, aunque la mayor justicia es la divina, de esa jamás podrán escapar, desde este momento están condenados”, expresaron con impotencia algunas personas.
Justo al mediodía el cortejo fúnebre partió a pie de la cabecera municipal de Mazatecochco hacia el Panteón Municipal, en la Sección Tercera.
Fueron más de tres kilómetros de recorrido entre rezos, cantos, porras, aplausos y llanto de las personas que, en su mayoría, portaron veladoras, ramos y coronas de flores. Además de auxiliar en repetidas ocasiones a cargar los ataúdes.
Por delante iba el cuerpo de Heriberto “La Grande” cargado por familiares, compadres, amigos y jugadores del club Pumas Mazatecochco, al que patrocinó por más de 15 años y cuyos trofeos obtenidos fueron llevados para darle el último adiós.
En medio, los féretros color blanco de las hermanas Ana Laura y Adriana, cargados por primos, amigos y compañeros de la preparatoria y la universidad.
Y un poco más atrás, la esposa y madre de las tres primeras víctimas, Filiberta Pedraza, cuyo ataúd fue llevado a hombros en todo momento por sus familiares cercanos y comadres.
El sepelio culminó alrededor de las 14:00 horas, cuatro horas después de iniciar la misa de despedida, hecho que será recordado como el más grande y nutrido del municipio del que se tenga registro, en el que no importaron las recomendaciones sanitarias de evitar conglomeraciones para evitar contraer la Covid-19, tampoco el frío matutino ni el quemante sol de pasado el mediodía.
Lo único que importó entre la población de Mazatecochco fue solidarizarse con la tragedia de la familia que no solo daba empleo a unas 200 personas, sino también tendía la mano a causas nobles y ofrecía apoyo cuando alguien lo necesitaba.
- Heriberto Mena fue un empresario textil, que nunca participó en la política, pero mantuvo su espíritu altruista a favor de causas religiosas, tradicionales y con personas vulnerables.
Con información de Francisco H. Reyes | El Sol de Tlaxcala
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