Durante la época prehispánica, en Tlaxcala se elaboraban tortillas únicas, que además de ser ricas en nutrientes, rendían culto a las deidades.
Con maíces de cuatro colores (azul, rojo, amarillo y blanco), representaban a los dioses del agua, tierra, fuego y aire, así como las cuatro estaciones del año y los cuatro puntos cardinales.
Sin embargo, con la llegada de los españoles, la tortilla fue modificada a tres colores que daban significado al cristianismo: Padre, Hijo y Espíritu Santo, relata Irad Santacruz Arciniega, investigador tlaxcalteca.
Hoy en día, añade, esta tortilla solo es vista durante ceremoniales de las comunidades otomís ( Ixtenco), como tributo a sus ancestros y al maíz. Y es que no por nada nuestro estado tiene la denominación de lugar de pan de maíz o tortillas, uno de los alimentos con mayor presencia en los hogares mexicanos y de otros países como Estados Unidos.
Que a propósito del Día Nacional del Maíz (29 de septiembre), de las 64 razas de maíz que existen en México, 12 crecen en Tlaxcala, con un aproximado de 200 variedades, de las cuales Ixtenco registra la mayor parte.
Incluso, el último reducto otomí conserva el maíz ajo o tunicado, cuyo origen es precolombino y desde hace más de 200 años fue considerado como el estado natural del maíz cultivado.
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