- A seis meses del temblor, las parroquias de San José y San Francisco de Asís son los templos principales que siguen cerrados
El sismo del 19 de septiembre de 2017 no arrebató vidas humanas a la entidad, pero sin lugar a dudas sí tocó la vida de los pueblos, recuerda el Obispo de la Diócesis de Tlaxcala, Julio César Salcedo Aquino.
A pocos días de su arribo a Tlaxcala como el cuarto obispo de la Diócesis, vivimos un sismo de 7.1 grados. Y recuerda: “llegué a Tlaxcala para comenzar a trabajar en septiembre, después de varias actividades llegué aquí el mero día del temblor… desde la oficina obispal escuché el derrumbe de algunas partes de la iglesia de San José”.
Ese acontecimiento debe cambiar la mentalidad de las personas, consideró el jerarca de la Iglesia católica en entrevista con Máximo Hernández, director de este Diario.
En la charla, considera urgente implementar protocolos y reglas útiles para enfrentar contingencias. Los templos deben cumplir con ciertas especificaciones para la seguridad de los católicos, “por ejemplo, tener puertas menos estrechas en las iglesias”.
Hoy, a medio año de distancia, Salcedo Aquino dice convencido que no se movió la fe de los católicos. Las restauraciones continúan y los pobladores asumen con responsabilidad las indicaciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), tales como evitar el toque de campanas y la quema de cohetes en atrios, además de que les fijó normas y caminos para su conservación, restauración y cuidado.
Informó que hace menos de un mes el INAH entregó a la Diócesis 20 templos más ya restaurados, qunque otros, como la basílica de Nuestra Señora de Ocotlán son usados con reserva y quedan pendientes algunos como las parroquias de San José de la y la de San Francisco de Asís, en Tepeyanco, los que resultaron con mayores afectaciones.
Sin embargo, mencionó que no hay tiempos estimados para la restauración total de los templos, situación que algunas personas todavía no logran entender porque quieren rapidez en la rehabilitación de sus centros de culto, sobre todo en la parroquia de San José, considerada el corazón de Tlaxcala. “También vemos nuestra fragilidad ante la fuerza de la naturaleza”, expresó.