Bendecir a los animales domésticos es una tradición que se lleva cabo desde tiempos remotos en varias partes del mundo, con motivo de la fiesta litúrgica en honor a San Antonio Abad, que se celebra cada 17 de enero.
En Tlaxcala, son contados los lugares donde realizan esta práctica que, además, va disminuyendo con el paso del tiempo, asegura el Fray Sergio Caballero Sánchez.
Lo anterior debido a la modernidad y al crecimiento de las ciudades.
“La gente joven acude con menor frecuencia a la iglesia”, precisó.
El miembro de la comunidad religiosa del Convento de San Luis Obispo, ubicado en la ciudad de Huamantla, comentó que el origen de esta tradición inició durante la época colonial y fue impulsada por los frailes franciscanos.
Hace una década, en los barrios del pueblo mágico era común que los feligreses llevaran a los templos vacas, borregos, cabras y otros animales de granja para pedirle al santo proliferación, comentó Caballero Sánchez. Sin embargo, agregó, hoy son más mascotas los que llevan para su bendición.
Calpulalpan es otro de los municipios que mantiene viva la tradición. Desde las primeras horas del día, católicos llevan sus animales a la parroquia de San Antonio de Padua pues, aunque no se trate de Abad, desde hace años se realiza una ceremonia en su honor.
ORIGEN
Antonio Abad, explica el fraile Sergio, nació alrededor del año 251 en Kome, centro de Egipto. Fue hijo de padres ricos, mimado y abandonado a los caprichos de su propia voluntad.
Pero años más tarde, tras la muerte de sus progenitores, quedó a cargo de todos los bienes y de su hermana menor. “Pero las palabras de Jesús que nos transmite Mateo en el Evangelio lo hizo cambiar: “Si quieres ser perfecto, vete, vende cuanto tienes”. Fue entonces que vendió todo para dedicarse a la vida monacal.
Durante su vida en el desierto, San Antonio recibió tentaciones demoniacas en forma de animales, por esta razón, los pintores lo representaron como protector de éstos.
Posteriormente en virtud de que su fiesta litúrgica cae a principios de año, las personas comenzaron a llevar a bendecir a sus bueyes, mulas y caballos. A San Antonio lo empezaron a llamar “el santo protector de animales de la labranza”.