En la comunidad de Santiago Tlacochcalco, perteneciente al municipio de Tepeyanco, los habitantes suelen contar interesantes relatos para dar una explicación fantástica de lo acontecido en este tranquilo lugar, ubicado junto a la laguna de Acuitlapilco y desde el cual, se puede apreciar una hermosa vista de este emblemático cuerpo de agua del estado.
El relato dice que hace muchos años, en la laguna de Acuitlapilco, vivía una serpiente con cabeza de gato, que era la guardiana del lugar y no todos podían verla. Aquellos que corrieran con la fortuna de encontrarla, tenían que aventarle algo para atraparla y así, ésta se convertiría en monedas de oro. Cuentan, quienes la vieron, que lo primero que pasaba por su mente cuando la encontraban era correr, pues dicho animal era de enorme tamaño, y temían por sus vidas.
Cierto día, unos paseantes que se encontraban en la laguna, la vieron y sabedores de la leyenda, intentaron atraparla y después de varios intentos lo lograron, teniendo la intención de llevársela de ahí.
En ese preciso momento, una enorme nube oscura se posó sobre la laguna y, de la nada, apareció un gran remolino que empezó a succionar toda el agua, quedando solamente los peces que empezaron a morir ante la falta del vital líquido.
Es por eso que, desde aquel trágico día, la laguna empezó a secarse, causando una gran preocupación y dolor a los pobladores de Santiago Tlacochcalco; afortunadamente, con el paso del tiempo, el remanso ha ido recuperando tu tamaño y esplendor para beneplácito de los pobladores.
SANTIAGO APÓSTOL
Antonia Sánchez, una alegre vecina del lugar con 71 años de edad, comentó que cuando era niña, su papá Magdaleno Sánchez, le contó una historia que alguna vez oyó de niño sobre Santiago Apóstol y el castigo que recibieron unos peregrinos que osaron al decir que el templo del lugar parecía un horno de pan.
Según la leyenda, cuenta que hace muchos años, llegaron unos peregrinos a Tlacochcalco para venerar a la imagen de Santiago Apóstol. Al entrar al templo y ver que éste era muy pequeño y la decoración del interior muy austera, se llevaron una gran desilusión y exclamaron que la iglesia parecía un horno de pan, por lo que decidieron retirarse del lugar y no dejar las veladoras que traían consigo.
En su camino de regreso, al pasar por la calle Hidalgo, que en aquellos tiempos era de terracería y a sus costados solo había magueyes en lugar de casas, justo en la curva de esa avenida, salió a su paso una serpiente que no los dejaba pasar, obligándolos a regresar al santuario de la comunidad.
Ya en el templo y después de sobreponerse de tremendo susto, los peregrinos se dieron cuenta que la aparición de la víbora era un castigo de Santiago Apóstol por haber hablado mal de su iglesia, por lo que pidieron perdón y prendieron las veladoras que llevaban.
MILAGROSO MANANTIAL DE TLACOCHCALCO
Cuando era niña, refiere Eulalia Sánchez de 81 años, a quien todos en el pueblo llaman “Lala” de cariño, en la calle que pasa a un costado de la Iglesia de Santiago Apóstol, y muy cerca de la orilla de la laguna, nació un pequeño manantial.
La gente de aquel entonces empezó a decir que el agua que manaba de ahí era curativa. El rumor se esparció como pólvora, y al poco tiempo empezaron a llegar personas de lugares cercanos e inclusive de otros estados para poder curar sus males con el maravilloso líquido.
Todos los días llegaban cientos de visitantes con la esperanza de recuperar su salud al ingerir el agua o lavar con ella la parte del cuerpo que tuvieran afectada.
71 años tiene Antonia Sánchez, quien relató la historia de Santiago Apostol.
81 años tiene Eulalia Sánchez, quien remomora parte de la historia del manantial.
ACTUALIDAD
Hoy, donde estuvo aquel curativo venero, que fue visitado por personas que buscaban y anhelaban la sanación de sus males, solo se encuentra una espesa maleza.
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