No es un adiós, sino un hasta pronto mi guerrero de vida, fue la última despedida que realizó un familiar frente al féretro blanco que contenía el cuerpo de Aristeo N., víctima mortal por ataque de perros el pasado sábado 28 de septiembre.
Dolor, lágrimas y aflicción se conjugó la tarde de este lunes 30 de septiembre, cuando el cortejo fúnebre llegó a la centenaria capilla de San Damián y San Cosme, para la misa de cuerpo presente.
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Ahí, la solidaridad del pueblo, en su mayoría comerciantes, unió sus oraciones por el eterno descanso del joven albañil que falleció a los 27 años de vida.
La tristeza permeó entre los vecinos de la única comunidad de Amaxac de Guerrero que se conoce como “la islita”, por lo apartada de su cabecera municipal, localizada cerca de la zona de hospitales de San Matías Tepetomatitlán, municipio de San Pablo Apetatitlán.
Frente al féretro, la población aún no daba crédito al hecho que provocó la trágica muerte de Aristeo, a quien calificaron como “un buen muchacho, que como todo joven le gustaba echarse una copita, pero no mereció morir de esa forma, ni a esa edad”, dijo un vecino del lugar.
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Como se recordará, el cuerpo del joven fue encontrado sin vida cerca de su domicilio en la madrugada del sábado, presuntamente por ataque de perros.
Luego, el domingo 29 de septiembre pobladores exigieron, con cierre carretero que duró alrededor de media hora frente al ITAES, la indemnización por parte de los propietarios de los canes, por supuesta tenencia irresponsable de mascotas.
Para ello, los vecinos de Tlacocalpan, alrededor de 200, dieron 24 horas para un acuerdo satisfactorio con la madre del hombre fallecido.
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Y es que Aristeo N., el menor de tres hermanos, era el único soltero y estaba al cuidado de su madre, y para ayudarse económicamente se empleaba como albañil.
Para los gastos funerarios, la familia de la víctima mortal recibió un apoyo del gobierno municipal de Amaxac, así como las aportaciones voluntarias del pueblo.
Al finalizar la misa exequial, hermanos, familiares y amigos cargaron el ataúd a hombros para ser trasladado al cementerio de la comunidad localizado a un costado de la capilla, donde decenas de personas acompañaron hasta su última morada el cuerpo inerte del joven Aristeo N.