Al visitar la Feria de Tlaxcala, un paso obligado es la ofrenda monumental dedicada a la conmemoración del encuentro de dos culturas, que permitió, hace 500 años, el sincretismo religioso entre las antiguas culturas y los colonizadores españoles.
El altar ubicado en el lobby del Centro de Convenciones del recinto ferial conserva los elementos más representativos de las ofrendas dedicadas a los fieles difuntos, en combinación con artesanías locales y alimentos de la región.
Esta edición, el altar a cargo de la Casa de Artesanías, luce tapetes de aserrín en los que destaca la imagen de la Virgen de la Caridad; además jarrones de barro, tepetates, chiquihuites, velas, y por supuesto, el colorido naranja del cempaxúchitl, flor de temporada.
Otros de los elementos a resaltar es la cestería, la talavera, hojaldras de distintos tamaños, así como los platillos típicos de la entidad, como el mole de guajolote, tortillas de maíz, dulces y el pulque, bebida tradicional del estado.
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