''Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del señor!, fue el adagio con el que se despertó la grey católica ayer domingo al poder asistir a una misa, de forma presencial, después de casi cinco meses de encontrarse cerradas las iglesias por el confinamiento.
Eran las ocho de la mañana en punto y frente a la catedral de Tlaxcala ya se observaba actividad, el equipo de seguridad e higiene afinaba los últimos detalles para recibir a devotos, los puestos de comida y venta de escapularios hicieron lo propio.
La mañana fresca, seguida por una noche de lluvia, ofrecía un ambiente propicio para salir de casa y respirar el fresco del día, pero los pasos de la gente se dirigieron a la catedral donde el obispo de Tlaxcala, Julio Cesar Salcedo Aquino, los recibiría nuevamente con los brazos abiertos y el gusto de verles nuevamente.
El reloj marcaba ya las 9:15 horas, frente al templo, un guardia de seguridad y dos mujeres vestidas de negro y blanco, pero ataviadas con cubrebocas, careta y guantes, quienes esperaban con ansias el arribo de los fieles, para aplicarle gel antibacterial y tomarles la temperatura.
Frente a ellos, solo dos reporteros, el que esto escribe y un colega de un medio digital de Puebla y Tlaxcala, pero los invitados de honor no aparecen, justo cuando ya eran las 9:50, parecía que no asistiría alguien a la misa.
De repente, una mujer de mediana edad, tras ella, otras dos, luego una madre y su hija de aproximadamente 11 años, dos hombres y luego tres mujeres, una de más de 65 años y sin cubrebocas, a quien no le permitieron el ingreso, no por su edad, sino por la falta del indumento, fue a comprarlo y listo, a escuchar misa.
Más hombres y mujeres llegaron, aunque debo decirlo, fueron más féminas, pero todos pasaron por el mismo protocolo de seguridad y jamás mostraron un pase de ingreso. Fueron de cinco a seis minutos cuando se completó el porcentaje previsto.
El obispo y otros dos ministros iniciaron la homilía puntualmente, las diez cero, cero, y se escucha la voz aguda de la mujer que entona los coros; una vez más, la maquinaria se echó a andar.
Las bancas estaban marcadas, “asiento disponible”, decían, los fieles respetaron la sana distancia y como estaba previsto, sin saludo de paz, más bien emularon la vieja costumbre asiática de inclinar la cabeza con los de a lado, para desearla.
Durante el rito, fueron de 15 a 20 devotos los que pasaron a recibir el cuerpo y sangre de Cristo, pero con las manos, sin decir amen y con metro y medio de distancia; en general la gente guardó los cánones obligados por la emergencia sanitaria.
- 7:00 horas es la primera misa dominical en la catedral, las siguientes son a las 8:00, 10:00, 12:00, 13:15, 18:00 y 19:15
- 4 meses aproximadamente estuvieron cerradas las iglesias en la entidad a causa del confinamiento por Covid-19
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