Rubén ha dedicado 30 años a salvar vidas

Se capacitó como bombero, es rescatista y ahora instruye a voluntarios y niños

TOMÁS BAÑOS

  · domingo 1 de julio de 2018

A Rubén Flores el que esté fracturado no le impide ser voluntario de Cruz Ámbar. Tomás Baños

Rubén Sánchez Flores tiene 53 años de edad, y durante tres décadas ha dedicado su vida a la respuesta a la emergencia.

A diferencia de las instituciones de rescate que pagan un sueldo a los técnicos en urgencias médicas, como la Cruz Roja y los coordinadores municipales de Protección Civil, este hombre lo hace por altruismo y conciencia propia.

“Nací como bombero, aprendí el rescate de personas, de atención prehospitalaria, trabajé en la industria, me certifiqué y ahora soy voluntario y capacitador”, expresó a este Diario mientras dirigía el simulacro en Apizaco.

Expuso que como rescatista de Cruz Ámbar, en lugar de hacer colectas su trabajo es voluntario, y “a quien le gusta ayudar, ayuda y lo da todo y hasta aporta para las gasas y el combustible de las ambulancias”.

Dijo que al inició llevaba un conteo de los servicios que le tocaba cubrir al rescatar a las personas y salvar vidas, aunque algunas veces su trabajo fue infructuoso pues nada se podía hacer, “llegó un momento en que perdí la cuenta, ya no valía contarlos, lo importante es servir, ser voluntario y ya”.

Recientemente, Rubén Flores sufrió una fractura de tibia en el seno del hogar, que le ha impedido caminar con normalidad.

Tras la intervención quirúrgica, dijo que no quedó bien y ahora ahorra para que nuevamente sea intervenido; mientras, utiliza una prótesis que le permite caminar por sí mismo.

“En el hospital de especialidades me cobran 50 mil pesos para la operación y la prótesis, hay que ahorrar mucho, no me alcanza, pero mientras hay que servir al prójimo y hacer el bien como voluntario”.

A quien le gusta ayudar, ayuda y lo da todo y hasta aporta para las gasas y el combustible de las ambulancias

Rubén Sánchez / Rescatista