/ martes 8 de mayo de 2018

Comunidad médica mexican, de luto por Jesús Kumate

Hablaron de su trayectoria Ángel Rivera, Juan Ramón de la Fuente y Miguel Cruz

A fines del pasado mes de Marzo el médico Juan Ramón de la Fuente mostró su desaliento: “Duele mucho el sufrimiento del doctor Jesús Kumate. Ya dura años su agonía. Ya no se le puede ver. Enfermeros y familia lo cuidan e impiden verlo. ¡Lástima! Kumate ha sido un gran mexicano!”

Ayer, desde su cubículo de investigador en el Centro Médico Siglo XXI del Seguro Social, el científico Miguel Cruz López deploró: “Fue la del doctor Jesús Kumate una extinción lenta, dolorosa. Inmerecida. Pues fue un hombre que trabajó toda su vida por la existencia de los demás. Fue mi maestro. Mucho le debo. Don Jesús Kumate dio todo a México”!

Ángel Rivera Fernández produjo ayer con temblorosa voz: “De verdad que me duele mucho –no sé exactamente donde- que haya muerto el doctor Jesús Kumate. ¡Híjole! Él curó a mi hija Gabriela. Cuando estuvo en el Hospital Infantil. Médicos de un hospital privado querían cobrar casi un cuarto de millón de pesos por aliviarla. Le operarían el hígado. El doctor Kumate la sacó adelante. Fuimos a darle las gracias y mi madre le dijo: “Gracias a Dios…Y el doctor Kumate muy sonriente la interrumpió para decirle: “Señora. Yo también tuve que ver un poquito…

Era -1973- el subdirector del Hospital Infantil. Con el doctor Torregrossa. Trabajó ahí alrededor de 30 años. Un intrigante hizo que le cesaran. Mario Moreno “Cantinflas”, importante donador de dinero al centro pediátrico, amenazó con cesar su aporte económico si no se revocaba la equivocada determinación. Jesús Kumate dirigió el Hospital Infantil “Federico Gómez”.

“Mi padre nació en Japón. Abandonó su país y embarcó hacia Perú. Poco tiempo después se reembarcó. Se estableció en Panamá. Le sobrevino el desencanto y puso proa a México. Llegó a Mazatlán. Ahí fundó su familia. Mi madre –una maestra- lo alentó. Conoció duradero éxito y luego quebrantó en sus negocios. Poco antes de morir me llamó para decirme: “A ti te corresponde, hijo, devolver a este país algo de lo mucho que a mi me dio.”

“Era yo un joven estudioso. Hablaba inglés y francés.¿Qué me esperaba en Sinaloa? A lo mejor trabajaría en un banco. Ascendería. Llegaría a gerente. Acaso a director. Futuro que no me atrajo. Decidí que estudiaría. Mucho; muchísimo. ¿Con qué dinero? La herencia de mi padre apenas llegaba a los mil 500 pesos. Caudal de mi mamá. Mujer que nos alimentó, educó y nos dio religión.

“Calculé. Investigué. Para mis aspiraciones de convertirme en médico quedaba la Escuela Médico Militar. Ahí me educarían. Me alimentaría. Y hasta ropa me darían. Pedí a mi mamá 750 pesos –la mitad de su escasa fortuna- . Fianza que pedía la escuela. Mi madre me compró algo de ropa interior. En una caja de cartón metí mis pocas pertenencias. En aquel tiempo tardé tres días en llegar a la capital del país.

“No podía fallar. Estaba en juego mi futuro. Y la confianza de mi mamá. En la Médico Militar nadie haraganeaba. Nada de ocio. Disciplina. Nada de “matar el día”. Imposible faltar a clase. Nada de alboroto o huelga.¡Reprobar materias? Nada de eso. Se cultivaba la conciencia del deber con el país. Con la salud de los mexicanos…

Llegada a este punto la conversación con el Doctor Jesús Kumate Rodríguez se incendiaba. “¿Cómo es posible que el presidente Zedillo haya permanecido impasible ante la dilatada huelga en la UNAM? ¡Casi un año se perdió’! ¿Tienen idea los mexicanos de lo que eso significa?

Talla y peso de los niños mexicanos le interesaban. Que crecieran. “Que ya no seamos tan chaparritos. Que vayan a la escuela. No es posible que nuestros niños se dediquen a mover la panza en Acapulco. Hay que vacunarlos. Proteger a la madre. Avanzamos mucho. La esperanza de vida aumenta. Comparemos lo que éramos. Y lo que somos.

“Pues llegó el día en que el presidente electo Carlos Salinas de Gortari me llamó para decirme: “Pues creo que va a estar usted en un cargo en el que podrá cumplir la tarea que su padre le encomendó. Le invito a ser secretario de Salud…

“El presidente Salinas tenía bien guardada en su memoria una de nuestras conversaciones. Me sorprendió, Bueno, no tanto. Salinas es un hombre muy inteligente. Nuestra amistad está viva. Nos frecuentamos. Pienso en lo difícil que debe ser para él –individuo de talento, cultura, nervio y plenitud- permanecer inactivo. Estudia, lee, sabe. Y ahí, en su inmensa biblioteca…

“Conté con todo su apoyo . “Debemos tomar medidas preventivas para que el cólera no nos alcance” , le dije. “No quiero imaginar lo que sufriría el país en el caso de que un turista muera aquí a causa del cólera, Presidente”, le expliqué. Y muy atento me respondió : “ Es que no hay dinero, doctor. De verdad. Tiene usted razón…Bien. Haga lo que proceda, doctor. Tiene toda mi confianza. A ver cómo le hacemos. A ver de dónde sacamos…

“Yo veía fumar al presidente Miguel de la Madrid. Un cigarrillo tras otro. Fumaba sin cesar. Atraje su atención: “Procure dejar el hábito, Presidente. Le dañará”. Y muy prudente me respondió: “Bien sé que usted tiene razón. Y le agradezco su preocupación. Pero ¿sabe usted, doctor? En este cargo las presiones son durísimas. ¡Terribles! Y cuando enciendo el cigarro y lo aspiro siento un gran alivio. Reposo. El cigarro me acarrea una inigualable sensación de bienestar”. Tenía formidable argumento De la Madrid. Es que la nicotina es tanto o más adictiva que la cocaína.”

Jesús Kumate y yo –contó el doctor Ruy Pérez Tamayo- somos de la misma edad. En rigor yo soy mayor que él. Tres días ¿eh? Aprovecho para embromarlo: “Jesús –le digo- No te olvides que soy mayor que tú. Y que por ello me debes consideración y respeto. Jajaja. Somos muy buenos amigos. Lo hemos sido siempre. Compartimos vida en El Colegio Nacional.

Y amigo del ingeniero Gilberto Borja Navarrete. Juntos compartieron el honor de recibir la Medalla Belisario Domínguez. Con el formidable constructor Borja Navarrete, el médico Rafael Moreno Valle y el notario Rey Ignacio Morales Lechuga llevó las riendas de la Fundación Gonzalo Río Arronte. Francia lo reconoció. Lo hizo miembro de la Legión de Honor.

Admiró a Juan Ramón de la Fuente. “Tiene todo para ser Presidente de México –juzgaba Don Jesús Kumate. Mire: Sus padres son estudiosos muy serios. Ambos tienen ricas relaciones en el mundo entero. Esa familia recibe ern su residencia a Presidentes de la República. Pensadores y académicos. Ahí se discuten los problemas de México. Juan Ramón de la Fuente es además hombre muy agradable y bien preparado. Digo: Tiene todo para ser un buen Presidente de México…

Desde sus días de gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto prodigó homenajes y reconocimientos al Doctor Jesús Kumate Rodríguez. Tal vez hará cosa de dos años cesaron las apariciones públicas del estudioso Kumate. Dejó la investigación en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del Seguro Social en manos de su discípulo Miguel Cruz López. Aceptó presidir la Fundación IMSS

Allá por 2006 comenzó a acusar merma en su salud. Su carácter, su disciplina le permitieron resistir. No se rindió. En febrero de ese año aceptó ser el primer entrevistado en el programa radiofónico “¡Soles de México!” Cada 12 de noviembre un cuarteto de cuerdas alegraba su desayuno en las oficinas de Paseo de la Reforma. Cumplía años. Con unos pocos que mucho lo querían.

Ayer murió Don Jesús Kumate Rodríguez.

Uno recuerda fragmentos de muchas conversaciones

A fines del pasado mes de Marzo el médico Juan Ramón de la Fuente mostró su desaliento: “Duele mucho el sufrimiento del doctor Jesús Kumate. Ya dura años su agonía. Ya no se le puede ver. Enfermeros y familia lo cuidan e impiden verlo. ¡Lástima! Kumate ha sido un gran mexicano!”

Ayer, desde su cubículo de investigador en el Centro Médico Siglo XXI del Seguro Social, el científico Miguel Cruz López deploró: “Fue la del doctor Jesús Kumate una extinción lenta, dolorosa. Inmerecida. Pues fue un hombre que trabajó toda su vida por la existencia de los demás. Fue mi maestro. Mucho le debo. Don Jesús Kumate dio todo a México”!

Ángel Rivera Fernández produjo ayer con temblorosa voz: “De verdad que me duele mucho –no sé exactamente donde- que haya muerto el doctor Jesús Kumate. ¡Híjole! Él curó a mi hija Gabriela. Cuando estuvo en el Hospital Infantil. Médicos de un hospital privado querían cobrar casi un cuarto de millón de pesos por aliviarla. Le operarían el hígado. El doctor Kumate la sacó adelante. Fuimos a darle las gracias y mi madre le dijo: “Gracias a Dios…Y el doctor Kumate muy sonriente la interrumpió para decirle: “Señora. Yo también tuve que ver un poquito…

Era -1973- el subdirector del Hospital Infantil. Con el doctor Torregrossa. Trabajó ahí alrededor de 30 años. Un intrigante hizo que le cesaran. Mario Moreno “Cantinflas”, importante donador de dinero al centro pediátrico, amenazó con cesar su aporte económico si no se revocaba la equivocada determinación. Jesús Kumate dirigió el Hospital Infantil “Federico Gómez”.

“Mi padre nació en Japón. Abandonó su país y embarcó hacia Perú. Poco tiempo después se reembarcó. Se estableció en Panamá. Le sobrevino el desencanto y puso proa a México. Llegó a Mazatlán. Ahí fundó su familia. Mi madre –una maestra- lo alentó. Conoció duradero éxito y luego quebrantó en sus negocios. Poco antes de morir me llamó para decirme: “A ti te corresponde, hijo, devolver a este país algo de lo mucho que a mi me dio.”

“Era yo un joven estudioso. Hablaba inglés y francés.¿Qué me esperaba en Sinaloa? A lo mejor trabajaría en un banco. Ascendería. Llegaría a gerente. Acaso a director. Futuro que no me atrajo. Decidí que estudiaría. Mucho; muchísimo. ¿Con qué dinero? La herencia de mi padre apenas llegaba a los mil 500 pesos. Caudal de mi mamá. Mujer que nos alimentó, educó y nos dio religión.

“Calculé. Investigué. Para mis aspiraciones de convertirme en médico quedaba la Escuela Médico Militar. Ahí me educarían. Me alimentaría. Y hasta ropa me darían. Pedí a mi mamá 750 pesos –la mitad de su escasa fortuna- . Fianza que pedía la escuela. Mi madre me compró algo de ropa interior. En una caja de cartón metí mis pocas pertenencias. En aquel tiempo tardé tres días en llegar a la capital del país.

“No podía fallar. Estaba en juego mi futuro. Y la confianza de mi mamá. En la Médico Militar nadie haraganeaba. Nada de ocio. Disciplina. Nada de “matar el día”. Imposible faltar a clase. Nada de alboroto o huelga.¡Reprobar materias? Nada de eso. Se cultivaba la conciencia del deber con el país. Con la salud de los mexicanos…

Llegada a este punto la conversación con el Doctor Jesús Kumate Rodríguez se incendiaba. “¿Cómo es posible que el presidente Zedillo haya permanecido impasible ante la dilatada huelga en la UNAM? ¡Casi un año se perdió’! ¿Tienen idea los mexicanos de lo que eso significa?

Talla y peso de los niños mexicanos le interesaban. Que crecieran. “Que ya no seamos tan chaparritos. Que vayan a la escuela. No es posible que nuestros niños se dediquen a mover la panza en Acapulco. Hay que vacunarlos. Proteger a la madre. Avanzamos mucho. La esperanza de vida aumenta. Comparemos lo que éramos. Y lo que somos.

“Pues llegó el día en que el presidente electo Carlos Salinas de Gortari me llamó para decirme: “Pues creo que va a estar usted en un cargo en el que podrá cumplir la tarea que su padre le encomendó. Le invito a ser secretario de Salud…

“El presidente Salinas tenía bien guardada en su memoria una de nuestras conversaciones. Me sorprendió, Bueno, no tanto. Salinas es un hombre muy inteligente. Nuestra amistad está viva. Nos frecuentamos. Pienso en lo difícil que debe ser para él –individuo de talento, cultura, nervio y plenitud- permanecer inactivo. Estudia, lee, sabe. Y ahí, en su inmensa biblioteca…

“Conté con todo su apoyo . “Debemos tomar medidas preventivas para que el cólera no nos alcance” , le dije. “No quiero imaginar lo que sufriría el país en el caso de que un turista muera aquí a causa del cólera, Presidente”, le expliqué. Y muy atento me respondió : “ Es que no hay dinero, doctor. De verdad. Tiene usted razón…Bien. Haga lo que proceda, doctor. Tiene toda mi confianza. A ver cómo le hacemos. A ver de dónde sacamos…

“Yo veía fumar al presidente Miguel de la Madrid. Un cigarrillo tras otro. Fumaba sin cesar. Atraje su atención: “Procure dejar el hábito, Presidente. Le dañará”. Y muy prudente me respondió: “Bien sé que usted tiene razón. Y le agradezco su preocupación. Pero ¿sabe usted, doctor? En este cargo las presiones son durísimas. ¡Terribles! Y cuando enciendo el cigarro y lo aspiro siento un gran alivio. Reposo. El cigarro me acarrea una inigualable sensación de bienestar”. Tenía formidable argumento De la Madrid. Es que la nicotina es tanto o más adictiva que la cocaína.”

Jesús Kumate y yo –contó el doctor Ruy Pérez Tamayo- somos de la misma edad. En rigor yo soy mayor que él. Tres días ¿eh? Aprovecho para embromarlo: “Jesús –le digo- No te olvides que soy mayor que tú. Y que por ello me debes consideración y respeto. Jajaja. Somos muy buenos amigos. Lo hemos sido siempre. Compartimos vida en El Colegio Nacional.

Y amigo del ingeniero Gilberto Borja Navarrete. Juntos compartieron el honor de recibir la Medalla Belisario Domínguez. Con el formidable constructor Borja Navarrete, el médico Rafael Moreno Valle y el notario Rey Ignacio Morales Lechuga llevó las riendas de la Fundación Gonzalo Río Arronte. Francia lo reconoció. Lo hizo miembro de la Legión de Honor.

Admiró a Juan Ramón de la Fuente. “Tiene todo para ser Presidente de México –juzgaba Don Jesús Kumate. Mire: Sus padres son estudiosos muy serios. Ambos tienen ricas relaciones en el mundo entero. Esa familia recibe ern su residencia a Presidentes de la República. Pensadores y académicos. Ahí se discuten los problemas de México. Juan Ramón de la Fuente es además hombre muy agradable y bien preparado. Digo: Tiene todo para ser un buen Presidente de México…

Desde sus días de gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto prodigó homenajes y reconocimientos al Doctor Jesús Kumate Rodríguez. Tal vez hará cosa de dos años cesaron las apariciones públicas del estudioso Kumate. Dejó la investigación en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del Seguro Social en manos de su discípulo Miguel Cruz López. Aceptó presidir la Fundación IMSS

Allá por 2006 comenzó a acusar merma en su salud. Su carácter, su disciplina le permitieron resistir. No se rindió. En febrero de ese año aceptó ser el primer entrevistado en el programa radiofónico “¡Soles de México!” Cada 12 de noviembre un cuarteto de cuerdas alegraba su desayuno en las oficinas de Paseo de la Reforma. Cumplía años. Con unos pocos que mucho lo querían.

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