La detención, el año pasado, de La Lupe, una de las polleras más buscadas por Estados Unidos, dejó en evidencia el papel que las mujeres han alcanzado en el negocio ilícito del tráfico de migrantes.
Ofelia Hernández Salas, conocida como La Lupe o La Güera, se mantuvo durante más de dos décadas en el negocio del tráfico de personas, incluso formó un grupo de coyotes con presuntos vínculos con el Cártel de Sinaloa, que operaba en la ciudad fronteriza de Mexicali, Baja California.
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El gobierno de Estados Unidos la acusa de guiar por la frontera a grandes grupos de personas originarias de Bangladesh, Yemen, Pakistán, India, Emiratos Árabes Unidos, Uzbekistán, Rusia, Egipto, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México, entre otros países.
Hernández Salas se inició, según narró tras su captura en marzo del año pasado, como lo hacen muchas de las mujeres que se involucran en este negocio ilícito: por una pareja que se dedicaba a cruzar migrantes a Estados Unidos en la frontera entre Tijuana y California.
La mayoría de las mujeres en estas redes, de acuerdo con el informe Perfiles y modos de operación de personas facilitadoras del tráfico ilícito de migrantes en América Central, México y República Dominicana de la OIM y la UNODC, se encargan de la coordinación de viajes, alimentación, hospedaje o cambio de divisas. Además son enganchadoras y monitoras. Sin embargo, también existe información que indica cambios en esta tendencia y que las mujeres asumen ahora roles cada vez más dinámicos e influyentes en el tráfico de migrantes.
La OIM tiene documentado que en Costa Rica y en la frontera entre México y Estados Unidos se han visto a mujeres ejerciendo roles de liderazgo.
Boss Lady es un ejemplo. Su caso se remonta a septiembre del año 2022, cuando la Oficina de Asuntos Públicos del Departamento de Justicia de Estados Unidos informó sobre el desmantelamiento de una red a gran escala que transportaba en maletas y cajas a miles de migrantes de México, Guatemala y Colombia. Al frente de la banda se encontraba Erminia Serrano, conocida como Boss Lady, quien con solo 31 años de edad se encargaba de coordinar casas de seguridad, autos, camiones, choferes y al menos a una veintena de traficantes comúnmente conocidos como polleros y coyotes.
De acuerdo con el informe de la OIM y UNODC, a las mujeres también se les involucra en matrimonios falsos o se les contrata para hacerse pasar por madres o familiares de niños, niñas y adolescentes no acompañados.
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Las niñas y adolescentes en comunidades donde las oportunidades laborales y de educación son limitadas, son cada vez más susceptibles a ser reclutadas por redes de tráfico de migrantes para que participen como guías, enganchadoras, monitoras y transportistas.
Las organizaciones internacionales han identificado la frontera norte de nuestro país como una de las zonas donde niñas y adolescentes son reclutadas por las bandas de traficantes de migrantes, quienes las denominan “niñas de circuito”.