/ viernes 5 de abril de 2024

El Espectador / La escasez de agua es real

El agua potable que llega a las familias de la colonia Nápoles apesta, dicen los vecinos, lo que ya ocasiona peleas en edificios que dependen de una cisterna que algunos quieren lavar por su propia cuenta y otros esperar a que el gobierno solucione sus problemas. Es un problema que nadie había vivido antes. Se quejan. Saturan chats de WhatsApp con sus reclamos. Se crean enemistades por el olor del líquido. La alcaldía dice que es un asunto que debe resolver el sistema de aguas, pero el sistema de aguas no responde.

Cerca de la presa Madín, en el Estado de México, está la Zona Esmeralda, donde hay decenas de fraccionamientos que diariamente ven desfilar pipas repletas de agua de manantial que rellenan sus cisternas de 10 mil litros con una llamada. Pero el sistema de aguas local sigue cobrando el servicio y amenaza con dejar de ofrecerlo si no se paga el recibo. Los vecinos entran en discusiones porque dicen que el agua debería ser más barata, de entrada, llegar porque está la presa a unos kilómetros o metros de sus hogares. Pero no llega y la cobran cara. Y los incendios un día sí, y otro no. Todo está seco alrededor.

La significativa disminución en la disponibilidad de agua que hay en México, señalada y analizada diariamente por especialistas nacionales e internacionales, pero principalmente por los mexicanos afectados en cientos de colonias, se colocó rápidamente como uno de los temas prioritarios en las actuales campañas electorales, sobre todo entre los candidatos a gobernar la Ciudad de México. Pero más allá del enfoque proselitista, las altas temperaturas que se registran en el país obligan a que las autoridades atiendan realmente la escasez del líquido, pues, si bien en este año no llegará el llamado “Día Cero”, como algunos actores políticos han apuntado, sí es necesario que se tomen medidas de manera inmediata para evitar que, alrededor de 25 millones de personas que se ubican en las zonas de riesgo, sufran total desabasto desde este mismo verano.

Según datos de la propia Comisión Nacional del Agua, hasta 84 por ciento de los municipios mexicanos han experimentado algún grado de escasez de agua en la presente ola de calor. En el caso de estados como Chihuahua, Guanajuato, Hidalgo, Durango, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Sinaloa y Veracruz los niveles de sequía se esperan como excepcionales, porque hay un déficit de 41.4 por ciento de precipitación en casi todo el país.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la falta de lluvias ha generado que las presas que rodean a la zona urbana estén al mínimo de su capacidad. Según los datos históricos, el agua acumulada en el sistema Lerma- Cutzamala debería estar al 70 por ciento, pero actualmente está por debajo del 37 por ciento. De acuerdo con Jorge Arriaga, de la Red del Agua de la UNAM, actualmente se extrae un 215 por ciento más de lo que se recarga en las presas.

Las alcaldías más afectadas por la escasez de agua en la capital del país serán Iztacalco, Iztapalapa, Tlalpan y Venustiano Carranza, aunque zonas como Miguel Hidalgo y Xochimilco registran ya también varias dificultades por desabasto. De acuerdo con los expertos, la red hídrica mexicana necesita una fuerte inversión para actualizar su infraestructura, pues tan sólo el sistema Cutzamala lleva unos 20 años esperando una inyección monetaria de grandes magnitudes para ser modernizada. Lo mismo pasa con el sistema de alcantarillado a nivel nacional, que empezará a sufrir en breve con la temporada de huracanes, los cuales cada año se resienten con mayor fuerza tanto en el Pacífico como en el Caribe mexicano.

Por lo pronto, todo se queda como un asunto vecinal. Como una crisis que nadie había vivido antes. Como un pleito que se aplaca cuando se pueden meter a bañar. Pero eso es en las colonias que pueden pagar por las pipas. La realidad en donde no se puede comprar el líquido, puede estallarle pronto a los que están buscando votos hoy.

El agua potable que llega a las familias de la colonia Nápoles apesta, dicen los vecinos, lo que ya ocasiona peleas en edificios que dependen de una cisterna que algunos quieren lavar por su propia cuenta y otros esperar a que el gobierno solucione sus problemas. Es un problema que nadie había vivido antes. Se quejan. Saturan chats de WhatsApp con sus reclamos. Se crean enemistades por el olor del líquido. La alcaldía dice que es un asunto que debe resolver el sistema de aguas, pero el sistema de aguas no responde.

Cerca de la presa Madín, en el Estado de México, está la Zona Esmeralda, donde hay decenas de fraccionamientos que diariamente ven desfilar pipas repletas de agua de manantial que rellenan sus cisternas de 10 mil litros con una llamada. Pero el sistema de aguas local sigue cobrando el servicio y amenaza con dejar de ofrecerlo si no se paga el recibo. Los vecinos entran en discusiones porque dicen que el agua debería ser más barata, de entrada, llegar porque está la presa a unos kilómetros o metros de sus hogares. Pero no llega y la cobran cara. Y los incendios un día sí, y otro no. Todo está seco alrededor.

La significativa disminución en la disponibilidad de agua que hay en México, señalada y analizada diariamente por especialistas nacionales e internacionales, pero principalmente por los mexicanos afectados en cientos de colonias, se colocó rápidamente como uno de los temas prioritarios en las actuales campañas electorales, sobre todo entre los candidatos a gobernar la Ciudad de México. Pero más allá del enfoque proselitista, las altas temperaturas que se registran en el país obligan a que las autoridades atiendan realmente la escasez del líquido, pues, si bien en este año no llegará el llamado “Día Cero”, como algunos actores políticos han apuntado, sí es necesario que se tomen medidas de manera inmediata para evitar que, alrededor de 25 millones de personas que se ubican en las zonas de riesgo, sufran total desabasto desde este mismo verano.

Según datos de la propia Comisión Nacional del Agua, hasta 84 por ciento de los municipios mexicanos han experimentado algún grado de escasez de agua en la presente ola de calor. En el caso de estados como Chihuahua, Guanajuato, Hidalgo, Durango, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Sinaloa y Veracruz los niveles de sequía se esperan como excepcionales, porque hay un déficit de 41.4 por ciento de precipitación en casi todo el país.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la falta de lluvias ha generado que las presas que rodean a la zona urbana estén al mínimo de su capacidad. Según los datos históricos, el agua acumulada en el sistema Lerma- Cutzamala debería estar al 70 por ciento, pero actualmente está por debajo del 37 por ciento. De acuerdo con Jorge Arriaga, de la Red del Agua de la UNAM, actualmente se extrae un 215 por ciento más de lo que se recarga en las presas.

Las alcaldías más afectadas por la escasez de agua en la capital del país serán Iztacalco, Iztapalapa, Tlalpan y Venustiano Carranza, aunque zonas como Miguel Hidalgo y Xochimilco registran ya también varias dificultades por desabasto. De acuerdo con los expertos, la red hídrica mexicana necesita una fuerte inversión para actualizar su infraestructura, pues tan sólo el sistema Cutzamala lleva unos 20 años esperando una inyección monetaria de grandes magnitudes para ser modernizada. Lo mismo pasa con el sistema de alcantarillado a nivel nacional, que empezará a sufrir en breve con la temporada de huracanes, los cuales cada año se resienten con mayor fuerza tanto en el Pacífico como en el Caribe mexicano.

Por lo pronto, todo se queda como un asunto vecinal. Como una crisis que nadie había vivido antes. Como un pleito que se aplaca cuando se pueden meter a bañar. Pero eso es en las colonias que pueden pagar por las pipas. La realidad en donde no se puede comprar el líquido, puede estallarle pronto a los que están buscando votos hoy.