“Yo concibo al aforismo como un género literario con derecho propio, como si fuera la novela, la poesía, el cuento… en mi opinión tiene brevedad, concisión, fábula, micro ficción, un poco de poesía y filosofía; es un género híbrido al que no lo define precisamente su brevedad ni su estructura”, aseguró el escritor Edgar Krauss en la charla “Aforismos”, que impartió para inaugurar el “Rincón del artista”.
Explicó que este tipo de texto puede emplearse con diversos propósitos lingüísticos: para dar una definición, generar una reflexión o una pregunta e, incluso, para ofrecer una pequeña historia al lector.
Krauss destacó que una de las cualidades de los aforismos es que van muy de la mano con la filosofía, pues a lo largo de la historia existieron pensadores que se dedicaron a crear diversas propuestas, algunos como Nietzsche que los llamaba “sentencias” o “dardos”, o los de Blaise Pascal.
El escritor compartió que los aforismos también se encuentran divididos en escuelas, y que a su vez “hay tradiciones en ellos, por ejemplo, Baltasar Gracián pertenecía a los moralistas, están también los estéticos como Paul Celan, y así encontramos muchos autores”.
Sin embargo, aseguró que desde su perspectiva estas figuras de la literatura no han recibido el reconocimiento que deberían por los aforismos que realizaron a lo largo de su carrera, “de ahí nace la falta de reconocimiento como género”, pues injustamente se le ha considerado como algo menor, debido a características como su extensión.
Por ello, Krauss reflexionó que este texto debería recibir un poco más de mérito por parte de los estudiosos, pues afirmó que además de los autores que lo han trabajado, los aforismos son tan antiguos como la escritura misma, pues los historiadores han encontrado algunos realizados en la antigua Grecia, en Egipto y en China, “ahí lo hacía Confucio”.
De igual forma, el escritor destacó que los aforismos han sufrido muchas “manipulaciones” y tergiversaciones por parte de los editores y de los críticos literarios, pues éstos han retomado fragmentos o detalles de grandes autores para venderlos como si pertenecieran al género, a pesar de que no fueron escritos con ese propósito.
“No es que sean pedazos de otra cosa, son entidades cerradas en sí, un fragmento puede ser ya una obra literaria, pero es difícil convencer a los literarios y críticos porque, como dije, no se les toma muy en serio”, comentó.
Refirió que por ello es importante aclarar que el hecho de ser obras elaboradas con pocos caracteres no demerita el trabajo que se realiza detrás de ellas, “todo esto quiero aclarar que son definiciones mías, porque es importante señalar que no hay descripciones formales como tal, espero que el público pueda apreciarlo y sobre todo acercarse a conocer al género”, finalizó.
El autor presentó su libro “La droga de los profetas”, que incluye aforismos como “A todo se acostumbra uno, menos a uno mismo