/ jueves 31 de mayo de 2018

[Video] SALTILLO, artesanía que no muere

Desde hace medio siglo la familia de doña Porfiria elabora en casa los tradicionales sarapes, oficio que enseñó a sus hijas

Para doña Porfiria Cahuantzi Cahuantzi tejer sarapes dejó de ser, desde hace mucho tiempo, un negocio para el sustento familiar.

La carestía de los materiales, la competencia, la introducción de productos chinos y la baja en los precios orilló a su familia a conservar la artesanía únicamente como tradición.

El amor por el tejido de una de las prendas más representativas de México -oficio enseñado por su esposo- y el cariño por los telares que pelean contra los textiles refinados, motivaron a doña Porfiria a enseñar a sus hijas el uso y la técnica del tejido, para que esa artesanía no muera.

En su casa, donde todavía conserva un telar, relató que desde 1969 se dedica al tejido de los sarapes conocidos como saltillos.

Indicó que fue en esa fecha cuando se mudó a Contla, junto con su esposo, e iniciaron con el negocio familiar en el que tejían saltillos, tapetes, grequillas y tarascos, aunque actualmente lo único que elaboran es el saltillo de diversas medidas, pero el “setenta” es el más redituable.

Recordó que en ese entonces llevaban a cabo todo el proceso de tejido, desde pintar la tela, hacer el mogote y las madejas hasta empalarlo, pero rememora que su esposo hacía el telar y también lo echaba a andar.

Además de su elaboración, el matrimonio los ofrecía en ciudades de Jalisco y Veracruz, pero al llegar la competencia se vieron obligados a bajar los precios hasta que optaron por dedicarse únicamente a la venta local, en Tlaxcala.

El oficio fue enseñado a sus hijas Dulce, Dalila, Lizet y María Esther cuando eran pequeñas, y ya de adultas sus padres les regalaron a cada una de ellas una máquina para tejer, por lo que actualmente combinan el tejido con otras actividades.

“Yo les digo a mis hijas que deben aprender de todo… tejer a mi edad ya es un poco cansado pero estoy segura de que a la de mis hijas no, y más si lo agarran con el corazón”, expresó.

  • PIDEN PATROCINIOS PARA QUE LA ARTESANÍA NO MUERA

Doña Porfiria lamenta que la gente no aprecie la elaboración artesanal de los saltillos, pues eso ha ocasionado una desvalorización de los tejidos, y como consecuencia los tejedores han abandonado el oficio.

Por eso, dijo que es necesario que los artesanos del tejido tengan un patrocinador que pague sus artículos a un precio justo, que les brinden apoyo y acompañamiento para colocar sus prendas en el mercado, eso con el impulso al mismo tiempo de Contla de Juan Cuamatzi como la “Cuna del Sarape” a nivel internacional.

Explicó que actualmente el precio de un saltillo oscila en los 43 pesos, y que si lo dan más caro las personas ya no lo compran.

Incluso lamentó que ni en la Plaza del Artesano de la comuna les paguen el precio razonable.

“El precio justo del ‘setenta’ sería 48 pesos, en menos ya no sale, y lo que nosotros queremos es poder pagar a empleados para hacer crecer el negocio y así impulsar el turismo, pero necesitamos quién nos apoye y difunda las artesanías de Contla”, comentó.

  • DEBEMOS CONSERVAR ESTA ARTESANÍA, DICE HIJA DE DOÑA PORFIRIA

María Esther Cahuantzi Cahuantzi, hija de doña Porfiria, sabe lo importante y difícil que es preservar el tejido del saltillo.

Dedicada a ello desde los 11 años de edad, hoy por hoy inicia sus labores desde muy temprano, y dependiendo de la exigencia del cliente o la carga del trabajo, puede terminar su jornada laboral por la noche.

Hasta 45 minutos tarda en hacer un saltillo, eso si no tiene dificultades como que se rompa el hilo.

Los productos los vende en su casa, donde también los elabora, pues mencionó que por cuestiones de tiempo y hasta económicos es mejor no venderlos fuera porque a “veces no sale ni la inversión”.

Su ingreso familiar es poco, en buena temporada puede ser de hasta 600 pesos semanales, y aunque no es suficiente es una aportación que ayuda para el sustento del hogar, dice.

Más que un negocio, María Esther ve el tejido de saltillo como una tradición familiar que comparte con sus tres hermanas.

“Que no muera porque es un producto que debe prevalecer y nosotros debemos conservar está artesanía”, expresó.

  • LLEVAN SUS PRODUCTOS A ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Su actividad familiar, el tejido de una artesanía mexicana, ha traspasado fronteras.

Actualmente los tejidos de María Esther son usados para hacer gabanes que usan los jugadores de futbol americano en Estados Unidos de América.

Explicó que ellos se encargan de hacer los sarapes del color que les solicitan de acuerdo a los del equipo, y entonces los entregan a la empresa encargada de abrirlos, bordarlos y llevarlos al vecino país.

“Hacemos lo que el cliente nos pida, ahorita creamos gabanes que llevan a Estados Unidos. Nosotros los tejemos y los entregamos, quien los compra los manda a bordar y los abren”, detalló.

Sin embargo, su paga por este trabajo tampoco es elevado y por un “setenta” hecho a mano cobran unos 65 pesos, aunque dijo que el costo también depende del cliente, si éste realmente lo valora como artesanía.

“No es mucho, pero es un ingreso para el apoyo de la familia, en Tlaxcala es mal pagada la artesanía”, comentó.

Yo les digo a mis hijas que deben aprender de todo… tejer a mi edad ya es un poco cansado pero estoy segura de que a la de mis hijas no, y más si lo agarran con el corazón

Porfiria Cahuantzi / Artesana textil

Hacemos lo que el cliente nos pida, ahorita creamos gabanes que llevan a Estados Unidos. Nosotros los tejemos y los entregamos, quien los compra los manda a bordar y los abren

María Esther Cahuantzi / Artesana textil


Para doña Porfiria Cahuantzi Cahuantzi tejer sarapes dejó de ser, desde hace mucho tiempo, un negocio para el sustento familiar.

La carestía de los materiales, la competencia, la introducción de productos chinos y la baja en los precios orilló a su familia a conservar la artesanía únicamente como tradición.

El amor por el tejido de una de las prendas más representativas de México -oficio enseñado por su esposo- y el cariño por los telares que pelean contra los textiles refinados, motivaron a doña Porfiria a enseñar a sus hijas el uso y la técnica del tejido, para que esa artesanía no muera.

En su casa, donde todavía conserva un telar, relató que desde 1969 se dedica al tejido de los sarapes conocidos como saltillos.

Indicó que fue en esa fecha cuando se mudó a Contla, junto con su esposo, e iniciaron con el negocio familiar en el que tejían saltillos, tapetes, grequillas y tarascos, aunque actualmente lo único que elaboran es el saltillo de diversas medidas, pero el “setenta” es el más redituable.

Recordó que en ese entonces llevaban a cabo todo el proceso de tejido, desde pintar la tela, hacer el mogote y las madejas hasta empalarlo, pero rememora que su esposo hacía el telar y también lo echaba a andar.

Además de su elaboración, el matrimonio los ofrecía en ciudades de Jalisco y Veracruz, pero al llegar la competencia se vieron obligados a bajar los precios hasta que optaron por dedicarse únicamente a la venta local, en Tlaxcala.

El oficio fue enseñado a sus hijas Dulce, Dalila, Lizet y María Esther cuando eran pequeñas, y ya de adultas sus padres les regalaron a cada una de ellas una máquina para tejer, por lo que actualmente combinan el tejido con otras actividades.

“Yo les digo a mis hijas que deben aprender de todo… tejer a mi edad ya es un poco cansado pero estoy segura de que a la de mis hijas no, y más si lo agarran con el corazón”, expresó.

  • PIDEN PATROCINIOS PARA QUE LA ARTESANÍA NO MUERA

Doña Porfiria lamenta que la gente no aprecie la elaboración artesanal de los saltillos, pues eso ha ocasionado una desvalorización de los tejidos, y como consecuencia los tejedores han abandonado el oficio.

Por eso, dijo que es necesario que los artesanos del tejido tengan un patrocinador que pague sus artículos a un precio justo, que les brinden apoyo y acompañamiento para colocar sus prendas en el mercado, eso con el impulso al mismo tiempo de Contla de Juan Cuamatzi como la “Cuna del Sarape” a nivel internacional.

Explicó que actualmente el precio de un saltillo oscila en los 43 pesos, y que si lo dan más caro las personas ya no lo compran.

Incluso lamentó que ni en la Plaza del Artesano de la comuna les paguen el precio razonable.

“El precio justo del ‘setenta’ sería 48 pesos, en menos ya no sale, y lo que nosotros queremos es poder pagar a empleados para hacer crecer el negocio y así impulsar el turismo, pero necesitamos quién nos apoye y difunda las artesanías de Contla”, comentó.

  • DEBEMOS CONSERVAR ESTA ARTESANÍA, DICE HIJA DE DOÑA PORFIRIA

María Esther Cahuantzi Cahuantzi, hija de doña Porfiria, sabe lo importante y difícil que es preservar el tejido del saltillo.

Dedicada a ello desde los 11 años de edad, hoy por hoy inicia sus labores desde muy temprano, y dependiendo de la exigencia del cliente o la carga del trabajo, puede terminar su jornada laboral por la noche.

Hasta 45 minutos tarda en hacer un saltillo, eso si no tiene dificultades como que se rompa el hilo.

Los productos los vende en su casa, donde también los elabora, pues mencionó que por cuestiones de tiempo y hasta económicos es mejor no venderlos fuera porque a “veces no sale ni la inversión”.

Su ingreso familiar es poco, en buena temporada puede ser de hasta 600 pesos semanales, y aunque no es suficiente es una aportación que ayuda para el sustento del hogar, dice.

Más que un negocio, María Esther ve el tejido de saltillo como una tradición familiar que comparte con sus tres hermanas.

“Que no muera porque es un producto que debe prevalecer y nosotros debemos conservar está artesanía”, expresó.

  • LLEVAN SUS PRODUCTOS A ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Su actividad familiar, el tejido de una artesanía mexicana, ha traspasado fronteras.

Actualmente los tejidos de María Esther son usados para hacer gabanes que usan los jugadores de futbol americano en Estados Unidos de América.

Explicó que ellos se encargan de hacer los sarapes del color que les solicitan de acuerdo a los del equipo, y entonces los entregan a la empresa encargada de abrirlos, bordarlos y llevarlos al vecino país.

“Hacemos lo que el cliente nos pida, ahorita creamos gabanes que llevan a Estados Unidos. Nosotros los tejemos y los entregamos, quien los compra los manda a bordar y los abren”, detalló.

Sin embargo, su paga por este trabajo tampoco es elevado y por un “setenta” hecho a mano cobran unos 65 pesos, aunque dijo que el costo también depende del cliente, si éste realmente lo valora como artesanía.

“No es mucho, pero es un ingreso para el apoyo de la familia, en Tlaxcala es mal pagada la artesanía”, comentó.

Yo les digo a mis hijas que deben aprender de todo… tejer a mi edad ya es un poco cansado pero estoy segura de que a la de mis hijas no, y más si lo agarran con el corazón

Porfiria Cahuantzi / Artesana textil

Hacemos lo que el cliente nos pida, ahorita creamos gabanes que llevan a Estados Unidos. Nosotros los tejemos y los entregamos, quien los compra los manda a bordar y los abren

María Esther Cahuantzi / Artesana textil


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